Un matrimonio arreglado, esa será la única forma en que Saint podría unirse a Zee. Ambos tienen mucho carácter y siempre chocan, además de que sus vidas son totalmente diferentes, sin embargo tendrán que aprender a entenderse.
¿Será su vida en común...
Zee estaba desolado, ya que al parecer nada de lo que hacía estaba funcionando con su esposo.
Había usado el cariño y la amabilidad pero no había había logrado nada, tampoco con la comprensión había avanzado y mucho menos con las falsas amenazas y advertencias de hacer daño a otros.
Tras su hazaña, Saint siguió en sus trece de omega rebelde y durante días no le habló y ni le miró a la cara, por lo que al alfa se le estaban acabando las esperanzas de lograr algún día ser felices juntos.
Muy arrepentido por lo sucedido la noche de autos, el desesperado Zee, optó por hacerle un lindo obsequio aconsejado por sus amigos, así que fue a la joyería y le compró un hermoso colgante con sus nombres grabados.
Pacientemente esperó a que este llegase a casa y cuando lo vio entrar en la habitación se le acercó y puso el colgante encima de la mesa.
-¿Qué es eso?-preguntó Saint muy molesto.
-Es para ti...es una disculpa por lo sucedido...lo siento, perdóname.
-No lo quiero y no, no te perdono.
El alfa entonces lo miró con mucho dolor.
-Por favor, cariño, no seas así...entiende que todo esto lo hago por nosotros...quiero que seamos dichosos el uno con el otro.
El omega chasqueó la lengua y lo miró fijamente.
-Yo solo seré feliz cuando me dejes libre...¡Ya te he dicho que odio estar aquí y también te odio a ti!.
Zee suspiró impotente y entonces rompió a llorar tras las duras palabras de Saint.
-Por favor, cariño no seas así de cruel...yo te amo y no puedo perderte...si te alejo me moriré sin ti...por favor aceptalo de una vez....por favor, Saint...por favor.
Luego de esa última súplica, el alfa se dio media vuelta y salió de la habitación y ya no regresó en toda la noche.
Este, tremendamente abatido se encerró en el estudio de su padre, el cual estaba de viaje y se pasó otra noche más, bebiendo hasta caer inconsciente.
En la mañana siguiente, Saint se levantó y se fue a la Universidad solo, luego de que la doncella le dijese donde estaba Zee y este fuese a comprobarlo por sí mismo.
Ver a su esposo tirado en el sofá del estudio durmiendo la borrachera, le hizo sentir algo de culpa, así que decidió usar el colgante pues al fin y al cabo era para él y no era nada feo.
A la hora de comer, Nong, el pequeño omega al que había ayudado en varias ocasiones con los estudios, le vino con la noticia de que había aprobado su último examen y quería agradecérselo invitándole a comer fuera del campus.
Saint creyó que Zee ya no iría al campus ese día, por lo tanto no tendría que esperarle para comer, así que aceptó con gusto.
Ambos omegas se subieron a la escalera mecánica y entre risas y complicidad pusieron rumbo a la salida del edificio pero justo en ese momento, el alfa llegó y los vio.
Muy molesto se bajó de la escalera mecánica y tras agarrar a Saint de un brazo lo arrastró nuevamente, mientras este se retorcía intentando zafarse.
...-¡Suéltame Zee!, ¡Solo íbamos a comer!, ¡No tienes que hacer esto!-le gritó el omega.
-¡Estoy harto de esto!, ¡ya no lo soporto más!, ¡ahora si que vas a conocer mi lado salvaje!-gruñó el alfa metiéndole a la fuerza en el coche.
-¿Qué vas a hacer?
El alfa sentía su sangre hervirle en las venas y su alfa interior le rasgaba las entrañas.
-¡Voy a tomarte!, ¡Serás al fin mío!
Saint entonces se rió.
-No te creo... ya me conozco esto pero no te servirá de nada...no me dan miedo tus amenazas.
Zee lo miró y sonrió con lujuria.
-Esta vez será de verdad, cariño...ya no seguiré respetándote si tú no me respetas a mi...hoy follaremos y te marcaré.
-¡Pues entonces te volveré a golpear en la polla, maldito salvaje!
-Me da igual lo que hagas, Saint...mi alfa interior me ayudará a dominarte de una vez por todas.
Luego de conducir como un loco poseído, este aparcó el coche en la entrada de su casa y rápidamente se bajó y a continuación sacó del interior a su renegado esposo.
Furioso entró en la casa arrastrándole sin piedad y a continuación subieron las escaleras hasta llegar a la habitación.
-¡Preparate, cariño!...¡voy a hacerte temblar de gusto y luego me suplicarás por más!-Le gruñó ya muy excitado por el deseo y la furia.
-¡Eso ni lo sueñes, maldita bestia!...¡Si me tocad, te odiaré hasta que me muera!.
Tras cerrar la puerta con llave, este se la guardó en los boxer y acto seguido lo soltó.
-Si quieres salir de aquí... primero debes conseguir la llave, cariño-dijo mirándolo con lujuria.
-¡Alejate de mi!, ¿Acaso sigues borracho?, ¡no te atrevas a tocarme!-Volvió a gritarle desesperado Saint, mientras se alejaba.
-Como ya te dije, de nada te servirá gritarme...te deseo y te tendré quieras o no.
Tras atraparlo cual presa, ambos forcejearon y entonces el alfa logró atrapar sus labios y besarlo con brusquedad.
-¡Suéltame!, ¡Déjame maldito psicópata!
-¡Grita todo lo que quieras, nadie aquí me detendrá!....¡te deseo y te tomaré!-gruñó este con su voz ya más ronca.
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-Ni se te ocurra hacerme nada Zee, te golpearé otra vez.
-Esta vez no podrás, usaré toda mi fuerza.
Luego de decir eso, los ojos de Zee se oscurecieron y Saint lo miró con horror, cuando este a pesar de sus golpes, no se doblegó.
-¡Te lo dije!, ¡Esta vez no me pararán tus golpes!-gruñó el alfa ya totalmente ofuscado por su celo.
-¡No lo hagas!, ¡Noooo....!
-¡Omega!, ¡mío!, ¡mío!-Volvió a gruñir nuevamente, justo antes de abalanzarse sobre él y arrastrarlo hasta la cama donde comenzó a besarlo y tocarlo por todas partes.
-¡Noooo...!, ¡Déjame!, ¡Suéltame!...
El omega gritó, pataleó e incluso suplicó intentando zarfarse pero el alfa estaba usando toda su fuerza y nada consiguió.
-¡ERES MÍO!, ¡MÍO!...
En un momento dado, Saint dejó de suplicar, de luchar e incluso de moverse y entonces el alfa lo llamó.
-¿Omega?, ¿Omega?, ¡responde!.
Zee le tocó la cara y lo zarandeó pero este no abría los ojos, entonces escuchó su corazón y asustado comprobó que apenas le latía.
-¡Oh joder!, ¡no!, ¡no!, ¿Qué he hecho? ...lo siento, cariño...no me dejes....no me dejes-se lamentó este volviendo a su estado normal.
Muy preocupado, se incorporó y rápidamente salió en busca de ayuda, mientras que marcaba el número de una ambulancia.
-Por favor, no te mueras Saint... perdóname...perdóname...
