Augusto se le quedó viendo fijamente a Isaac, —¿pasa algo entre ustedes?— Preguntó, yo lo vi y no respondí, sentí que si hablaba, si decía algo me iba a soltar llorando ahí mismo y no quería hacerlo frente a Isaac, no quería derrumbarme frente a él, no quería demostrarle cuanto me dolía, cuanto lo extrañaba, no quería darle más poder sobre mí, no más del que ya le había dado.
—Nada señor Augusto; una discusión de amigos; nada más.— dijo Isaac.
Mejor no hubiese dicho nada, parecía que cada vez que abría la boca decía algo para hacerme daño, sus palabras eran como pequeñas espinas de rosa clavándose en mi pecho, ¿en qué momento desapareció el hombre tierno y dulce que conocí y apareció este maldito monstruo?
—Bueno, espero arreglen todo, fue un gusto verte hija, yo te llamo para que nos veamos un día de estos, quiero estar más presente en tu vida— dijo Augusto despidiéndose de mí.
Isaac nos observó desconcertado, Augusto subió a su auto con Aisha en brazos, y se marcharon.
—¿Entonces, podemos hablar?— dijo Isaac.
—Isaac no tenemos nada que hablar, todo entre nosotros está dicho, ya hemos dejado todo claro, ¿por qué seguís buscándome?— Pregunté.
—Por qué te quiero, porque somos amigos, porque no quiero perderte, porque te extraño Lava, porque me repugna verte con ese tipo, solo quiero que hablemos, necesitamos hacerlo, porque se que también la estás pasando mal y aunque no lo creas eso me duele, te juro que yo no quería lastimarte, Lava.—
Para ese momento algunas personas ya nos veían, era su lugar de trabajo y no quería perjudicarlo.
—Isaac, nos están observando, cálmate por favor, este no es el momento ni el lugar.—
Isaac vio a todos lados, y trató de disimular, —Lava, entonces por favor ven conmigo, acaba de terminar mi turno, hace unos días compré mi departamento, hoy me lo entregan, ¿me acompañas a recibirlo y ahí hablamos?—
—Está bien— respondí.
Salimos del hospital, cada uno subió a su auto, lo seguí hasta su departamento, él bajó, luego bajé yo, en la entrada un chico le entregó las llaves, y entramos.
—Ya estamos aquí, habla porque tengo cosas que hacer— dije.
—Te amo— dijo.
—Ay Isaac por favor, alguien que ama no hace lo que vos me hiciste, alguien que ama no juega como vos lo hiciste conmigo, en cuatro meses hemos vivido tanto y para vos es nada, y si amas a Darián, por mí está bien, solo déjame tranquila.— dije.
—Cuando te conocí te dije que yo seguía amando a mi ex, yo amo Darián, pero también te amo a vos.— dijo.
—Ja, ja, ja, claro a mí me amas como amiga, lo sé.— respondí.
—No, no te amo como amiga, te amo de una forma distinta.—
—Ay por favor Isaac, si alguien amó aquí fui yo, vos ni siquiera sabés lo que querés o a quien querés, y tengo que irme.—
—¿Me amaste, Lava? ¿Ya soy pasado?—
—Pero claro que sos pasado, fuiste vos quien decidió que fuera así.—
Isaac se me quedó viendo, se acercó a mí y me besó, no pude no corresponder el beso, yo era totalmente vulnerable ante él, el amor me ganaba, disfruté de ese beso, Isaac bajó sus manos hasta mis pechos; los tocó, y justo en ese momento me di cuenta que aunque lo amaba, no podía dejarlo lastimarme otra vez.
Lo solté; —debo irme— dije, mientras limpiaba una lágrima que había corrido por mi mejilla.
—Me amas, aún me amas, tu beso acaba de decírmelo— dijo.
—No pienso decir nada, ya no me importa, buen día Isaac.—
—Pues a mi tampoco me importa, solo quería demostrar que sigues enamorada de mí, no sos nadie en mi vida, Lava.—
En ese momento sentí dolor y mucha furia por amarlo tanto, dejé que mis emociones salieran.
—Es gracias a mí que hoy en día sos psiquiatra, gracias a mí encontraste tu vocación, ¡SOY ESA NIÑA A LA QUE ABRAZASTE EN LA HABITACIÓN DE AQUEL HOSPITAL; HACE MÁS DE 6 AÑOS, SOY LARISLAVA MIORDANSH!—
Continuará...
- Lissbeth SM.
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LA PRINCESA DE LAS ROSAS
RandomLarislava, una niña abusada, conoce a Gina y juntas empiezan una amistad que las hará demostrar que tan peligrosas pueden llegar a ser.