LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 12)

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Al ver caer todos los trozos de papel al piso, lloré, caí al suelo tomé los trocitos e intenté unirlos pero nada pude hacer, había perdido el único lugar seguro para mí.

Bajé las escaleras de la casa, mamá me veía con precaución y algo dentro de mí sonreía, sabía que era Emily, mamá sirvió el desayuno en total silencio, me dejó comer con ella, pero comimos en silencio.

Terminamos de comer y mientras lavaba los platos mamá dijo —Don Rubén vendrá a hablar hoy sobre tu embarazo, él está muy feliz y quiere responder a su paternidad, ah y le prohibí al señor Barshá sus visitas, por respeto a don Rubén—

Esta vez, Emily no pidió permiso para aparecer, solo me hizo a un lado y tomó mi lugar, empezó a aventar los platos, los estrelló contra la pared, y el último se lo aventó a mamá.

—¿Es qué no has entendido Peonía? Te dejé en claro que no quiero ser mamá, no me importan tus planes, no me interesa tu bienestar, te dije que iba a cuidar a Larislava, ¿acaso pensabas que jugaba? Te lo dije, ¿querés conocerme enojada, bruja fanática?—

—¡Aléjate de mí demonio! Dijo mamá.

—¿Demonio? Ya te dije que soy peor que un demonio, ya te dije que debes cuidarte de mí, porque a partir de hoy no volverás a dormir tranquila, porque te juro que si volvés a lastimar a Larislava, te cotaré la garganta mientras duermes, ja, ja, ja, ja— dije tomando el cuchillo del lavabo, y me acerqué a mamá

Mamá cayó de rodillas ante mí, —Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino...—

Puse el cuchillo en su garganta, mamá cerró los ojos y es lo último que recuerdo.

Desperté horas más tarde amarrada a la cama, otra vez.

—Mamá—

—Mamá—

—Mamáááááááááááááá—

Mamá no respondió, lloré, supliqué, pero ya no le oré a Dios, de pronto recordé el collar que me había regalado el señor Barshá, y lo que me dijo cuando me lo dio, «mientras lo uses no faltará la luz en tu vida», así que cerré los ojos, y el rostro del Doctor Monroy llegó a mi mente, y siento paz.

Mamá entró al cuarto y me vio fijamente.

—Mamá, por favor suéltame—

—No Larislava, de aquí en adelante, todo tu embarazo lo pasarás amarrada, sin ver a nadie, el demonio habita dentro de vos, y no permitiré que le hagas daño al ángel que llevas en tu vientre—

—Mamá, mamita por favor no me obligues a ser madre, no quiero, no quiero ser una mamá como sos conmigo— dije entre lágrimas.

Mamá salió llorando en la habitación...

Ocho meses transcurrieron, los viví amarrada y recibiendo las visitas de don Rubén, lloraba cada vez que lo veía, sentía tanto asco.

Era la noche lluviosa de marzo 21, cuando...

Continuará...

- Lissbeth SM.

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