—No, por favor que alguien me la quite de encima, está loca.—•••
En cuanto Augusto entró reconoció a Peonía, pero mantuvo la compostura, ella no lo reconoció, tal vez porque tenía casi 20 años de no verlo y Augusto llevaba puestos unos lentes de sol, papá empezó a sudar y ponerse nervioso, lo que me preocupó, el había sufrido un infarto días atrás, Gina estaba mal, yo podía notarlo tenía a su lado que Sonia, y yo, yo sentía que tenía el mundo encima, todos los ahí presentes de una u otra manera formaban parte de mi vida, Isaac me abrazaba fuerte, sabía que estaba a punto de venirme abajo, y eso que él aún no sabía lo de mi padre biológico, y que posiblemente yo tenía una hija.
—Señoras, les voy a pedir que salgan de mi casa ahora.— dije.
—No seas maleducada niña, vinimos a ver a tu padre porque necesito su ayuda, se nota que no tuviste una madre que te corrigiera cuando niña, por eso sos tan altanera y prepotente.— respondió Peonía.
Yo iba a gritar, pero Isaac me sostuvo, y me susurró al oído —tranquila Lava, yo estoy aquí.—
—Decime Peonía, ¿en qué puedo ayudarte?— preguntó papá, intentando calmarse.
—Por favor Miguel, no pretenderás que te diga, aquí frente a todos, que falta de educación la tuya— respondió Peonía.
—Señora, es eso o se larga de mi casa, aquí usted no es, ni será bienvenida, así que le voy a pedir que si va a hablar con papá, lo haga ya, o se larguen, porque no quiero verlas— vociferé.
—Bueno, en vista de que tu hija tiene más poder que vos en esta casa te diré, Miguel necesito saber de mi hija, cuando enfermé, empecé a recibir una cantidad mensual en mi cuenta bancaria, sé que ese dinero lo enviaba ella, y que fuiste vos quien le dijo que yo estaba enferma, porque solo te lo conté a vos, y ya rastraee los depósitos; y vienen de aquí, de Carbesh, y sé que vos podés saber donde puedo encontrarla— dijo Peonía.
En el momento que escuché eso supe que ya no había marcha atrás, era el momento, papá no sabía que decir, si, yo le estaba mandando dinero a Peonía porque a pesar de todo lo que me había hecho, no podía dejar que muriera cuando yo tenía la posibilidad de ayudarla.
—Señora, está incomodando a mi padre por favor salga o la saco— grité.
—Hija cálmate— dijo Augusto, quitándose los lentes.
En ese momento todo se fue al carajo.
—¿Hija?— preguntó Isaac.
—Augusto, pero vos estabas muerto, ¡maldito, nos abandonaste!— gritó Peonía, dándole una cachetada a Augusto.
Yo estaba empezando a sentir que perdía el control, no sabía que hacer o decir, solo quería que todo acabara.
—Yo no te abandoné Peonía, aún tengo las fotos que enviaste de Larislava, dentro de un ataúd, me mataste en vida.—
—Ja, ja, ja, ja, ja, por favor Augusto, ¿qué esperabas que hiciera? Me hiciste de lado por Larislava, toda tu atención era para esa niña, todos me han desplazado por esa niña, ¿que más podría hacer? Alejarte de ella, sino querías estar conmigo, tampoco estarías con ella— dijo Peonía.
En ese momento no pude más, Isaac intentó detenerme, pero no pudo, —Emily te necesito— susurré.
—¿Me arruinaste la vida, por celos?— grité.
—¿Qué? ¿De qué hablas muchachita?— dijo Peonía.
—Que yo soy Larislava, maldita vieja bruja, querías encontrarme, aquí estoy.—
Dije, saltando encima de ella, cayó al suelo y yo encima de ella, en ese momento dejé que Emily tomara el control, —No, por favor que alguien me la quite de encima, está loca.— gritó Peonía.
—Hola Peonía, ¿me recuerdas? Tanto tiempo sin vernos—
Peonía me vio con miedo, —E, E, E, E, Emily— balbuceo Peonía.
Todos observaban la escena desconcertado, todos excepto Dante, él no estaba desconcertado, observaba tranquilo.
—¡Bingo, Maldita! Dije golpeándola.
Continuará...
- Lissbeth SM.
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LA PRINCESA DE LAS ROSAS
De TodoLarislava, una niña abusada, conoce a Gina y juntas empiezan una amistad que las hará demostrar que tan peligrosas pueden llegar a ser.