LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 60)

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Le di la primer cachetada a Peonía, nadie se movió, nadie dijo nada, excepto Isaac, —Lava detente, es tu madre.— caminó hacía nosotras, Dante lo tomó del brazo, —déjala, es lo justo después de que le jodieron la vida como lo hicieron— dijo Dante.

Yo estaba sobre Peonía, estaba molesta, dolida, y por ello le había dado el control a Emily, ya que era la personalidad a la que Peonía le temía.

—Déjame en paz Emily; ya fue suficiente, no me toques— gritó Peonía.

De pronto sin que yo pudiera controlarlo mi voz cambió totalmente, se tornó dulce como la de una niña de 9 años, pero tenía un toque demoníaco, —ya han pasado varios años querida Peonía, y siguís queriendo lastimar a Larislava, pero no te lo vamos a permitir, ella no está sola, nosotros la protegemos— dije, ahorcandola.

En ese momento Augusto intentó tomarme del brazo, pero la fuerza de Patrick se hizo presente, haciéndolo volar por los aires, todos se quedaron atónitos, yo estaba mostrándome ante todos, Dante intentó acercarse a mí, pero corrió con la misma suerte que Augusto, Patrick lo aventó.

—Solo vos podrás calmarla, Isaac, vos le das paz— gritó Dante.

Isaac se acercó a mí, —Lava por favor sueltala, es tu madre, se todo el daño que te hizo en el pasado, pero ya no lo permitiremos más, por favor sueltala, yo estoy aquí, no voy a soltarte, yo te amo Lava— susurró en mi oído.

Solté a Peonía y comencé a llorar, a llorar como una niña chiquita, me abracé a él, él me tomó entre sus brazos, y me llevó a mi habitación, —saca a todos de aquí, déjame solo con ella— dijo Isaac a Dante.

Llegamos a mi habitación, Isaac me desvistió, me metió a la tina llena de agua tibia, y empezó a cantarme una canción, del mismo escritor que había sido nuestro cómplice todo este tiempo, una canción que esebescritor había escrito para nosotros dos, por pedido de Isaac, me lo contó al oído y luego empezó a cantar...

«Creo en ti sin motivos ni razón, aunque le diga a gritos que no al corazón, los deseos casi vagabundos sin intermediarios solo juntos.

Ni el mismo Saturno es distancia suficiente, para alejar el deseo de tenerte o solo verte.

Embriagame la piel con solo verte, solo con sentirte o tenerte, para abrazarte o leerte, pero embriagame de ti la piel.

Si la vida nos separa, que la vida nos reencuentre, si la vida nos abraza que la vida nos espere, que el tiempo se detenga, que avance lentamente, que quiero disfrutarte una vida y lentamente🎶.

- Iván Medina.»

Mientras él cantaba yo me iba calmando, hasta que dejé de llorar, pero tampoco podía hablar, él terminó de bañarme, me puse de pie, me secó, me llevó a la cama, me metió en ella y se fue a prepararme un té.

ISAAC

Lava tenía TID, todo este tiempo ella estuvo sola lidiando con otra personalidad, Emily creo que se llama, por lo que pude escuchar, es una niña por el tono de su voz, una niña que Lava creo para defenderse de los abusos de su madre, ¿cómo pude ser tan idiota con ella? Le elevé tanto para luego dejarla caer sin contemplaciones, ella me dijo cada herida que tenía, y no presté atención, mientras yo la hería ella luchaba contra su depresión, y un maldito trastorno, ¡soy psiquiatra! ¿Cómo no pude darme cuenta?

Preparé un té de manzanilla, regresé a la habitación y para mi sorpresa Lava no estaba, había salido por la ventana de su habitación, en ese momento apareció Dante en la puerta.

—Se te escapó, ¿verdad?— dijo.

—Si, ¿cómo sabes?— Pregunté.

—Mira el mensaje que me ha enviado.—

«No pienso permitir que Aisha crezca siendo maltratada, por su supuesta madre, voy a arreglarlo en este momento.»

Salimos apresurados a casa de Augusto, durante el trayecto Dante me contó las dudas de Lava, al parecer Lava tenía la incertidumbre de que Aisha fuera su hija, producto de aquel embarazo que yo encontré cuando la entendí hacía una años.

Sentí dolor porque no sabía nada de esto, Dante que era un recién llegado sabia y Lava no había podido decirme a mí, porque estábamos muy ocupados discutiendo por lo que hice, oh Dios tenía tantas ganas de abrazarla y pedirle perdón.

Llegamos a la casa de Augusto, entramos, Augusto estaba en la entrada con Aisha en brazos.

—No pude detenerla; va asesinar a Carola— dijo muy asustado.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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