LA PRINCESA DE LAS ROSAS (Capítulo 56)

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Era Isaac, parado frente a nosotros aplaudiendo, Dante se me quedó viendo, yo lo vi con ojos de súplica, como pidiendo que no pelearan, que me dejara arreglarlo a mí.

—Ve a tu casa Isaac, ya es tarde, hablamos otro día.— dije cordialmente.

—No se me da la gana, Lava, ¿quién te crees para que me digas que hacer?— Respondió.

Tomé fuerte la mano de Dante, sentí como la apretó, Dante estaba intentando controlar su enojo con Isaac.

—¿Según te sientes mal, te dolió que yo esté con Darián otra vez, y de buenas a primeras estás aquí basándote con el buen Dante? Ja, ja, ja, ja, por favor Lava me asombra tu desfachatez— dijo.

Sus palabras me estaban doliendo, me estaba reclamando a mí, cuando estábamos en esta situación por su culpa, fue él quien decidió por los dos, le importó más la cercanía de Darián que lo que yo pude llegarle a hacer sentir, me hacía sentir culpable a mí por algo que era solamente su culpa, me hería a mí por sus decisiones, y lo peor de todo era, que yo no podía dejarle de amar y admirarlo a pesar de la forma tan cruel que me usó.

—Yo no te debo explicaciones Isaac, como has dejado en claro infinidad de veces, nosotros no teníamos nada, solo somos amigos, entonces ¿qué haces aquí reclamándome por salir con Dante?—

—Tenés razón Lava, y no estoy reclamándote, estoy aquí porque venía a entregarte esto que olvidaste en mi auto y no quiero tener nada tuyo— dijo, sacando de su auto una sudadera mía y tirándomela a la cara.

Ahí ya no pude detener a Dante, se soltó de mi mano; y le dio un puñetazo en la cara a Isaac, Isaac se lo devolvió.

—No vuelvas a tratar así a Lava, porque no lo merece, la tuviste y no te importó, ahora no te hagas la víctima— dijo Dante.

—No te metas en lo que no te importa, ella me ama y con vos solo está tratando de olvidarme— dijo Isaac.

•••

L: —Dale duro Isaac, no te dejes, vos podés papacito barbón, dale en la cara a Dante que también está papacito, este tipo de peleas me excita.—

P: —Pū-tā, cierra las piernas, es más que obvio que Dante le va romper la boca y algo más, por lo que estoy viendo Dante tiene experiencia peleando, y mira que lo digo yo que se de peleas, ese Dante me cae bien, creo que él si quiere viene a la nena, y eso que yo no creo en ese sentimiento tonto; llamado amor.—

E: —¿Estás apoyando a Isaac? ¿Es en serio mujer? ¿No te has dado cuenta que ese hombre es más tóxico que Chernóbil?

P: —Oh vaya la pequeña Emy ha hecho una broma, ja, ja, ja, ja, ja.—

E: —Ya, cállense, saquemos a Larislava de aquí.—

•••

—Ya dejen de estar peleando— grité, ignoraron totalmente mi petición, tomé mi sudadera, y entré a mi casa, Gina y papá observaban por la ventana.

—¡Par de chismosos!— grité, los dos dieron un salto, y rieron.

—Gina ya me contó lo que pasó con Isaac, hija, en verdad lo lamento mucho— dijo papá.

—¡Ya dejaron de pelearse, ya se van! Dijo Gina, riendo.

—Siéntese, necesitamos hablar, tengo mucho que contarles, papá necesito que tomes todo todo esto con calma, antes que nada quiero dejarte muy en claro, que te amo, que sos y siempre serás mi papá— dije.

Nos sentamos los tres, les conté todo lo que estaba pasando, papá lloró, se sintió alegre al saber que mi padre biológico no estaba muerto; se emocionó mucho al saber que podía tener una nieta, Gina saltaba de felicidad al saber que podía ser tía, los dos me abrazaron fuerte y me dijeron que sin importar nada, ellos iban a ayudarme.

A la mañana siguiente, me llamó Augusto y me dijo que nos veríamos en el hospital a eso de las 9:00 a.m. para hacer las pruebas de ADN, que el llevaría a Aisha, me sentí feliz y a la vez sentí tanto pero tanto miedo, le comenté a papá y Gina, tomé un baño; me vestí y salí para el hospital.

Llegué al hospital, en cuanto Aisha me vio salió corriendo hacía mí, la tomé entre mis brazos, y la cargué, Augusto nos vio asombrado, —vaya Aisha no hace eso con nadie— dijo, yo solo sonreí, pasamos al laboratorio del hospital, nos tomaron las muestras, debíamos esperar unos cuantos días por los resultados.

Salimos, me estaba despidiendo de Augusto y Aisha, cuando apareció Isaac.

—Lava, necesito que hablemos...—

Continuará...

- Lissbeth SM.

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