Cap.12 "¿Intentamos una vez más?".

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Abrí los ojos pesadamente como si no quisiera despertar. Moví mi cabeza a un lado y pude ver la puerta de la habitación apenas entreabierta. Me asomé por la litera y vi la cama de Ámbar completamente vacía y arrugada. Volví a acostarme y solté un suspiro.

La noche anterior se hizo presente en mi mente. La forma en la que Zarek intentó calmarme durante unos minutos mientras lloraba, dijo que me explicaría todo cuando pudiese pero que aún no tenía el valor para escarbar en el pasado. Me fui de allí casi corriendo mientras mi cabeza daba vueltas.

Una vez dentro de mi habitación, solo tomé el cuaderno donde había escrito todo lo que sucedió con Zarek en mi vida. (El cual estoy usando actualmente para narrar esto) Lo leí desde el principio hasta el final, acababa en el año que él se fue. Intenté tomar el bolígrafo y continuar narrando. Que lo había vuelto a ver, que estaba aquí con diecisiete años, que aun se acordaba de mi, que podía ser un asesino. Pero no pude. No pude ni siquiera ver algo por las lagrimas en mis ojos. Lloré allí, en silencio casi en gemidos.

Zarek tocó mi puerta diciendo que en algún momento esto tendría sentido pero que por el momento no podía hacer nada. Se fue cuando le grité que lo hiciera y logré quedarme dormida incluso antes que Ámbar subiera a acostarse luego de la cena.

Me bajé de la cama de un salto, me cambié la ropa de ayer y me puse algo limpio. Mi teléfono indicaba las once y no me molesté en ponerlo a cargar cuando me avisó la falta de batería. De todas formas, mamá casi ni llamaba y yo apenas tenía señal.

Tomé mi estuche y caminé hasta el baño justo cuando Heros salía de su cuarto para bajar las escaleras.

—Que mala cara te traes. —Revoleé lo ojos y entré en el baño.

Luego de casi cinco minutos en los que también me cepille los dientes y el cabello, dejé mi estuche en mi habitación y bajé las escaleras, enfrentándome a lo que sea que fuese a encontrar en la cocina.

—Buen día. —La voz de Corina parecía contenta por algo, llena de entusiasmo. Yo, por otro lado, hubiese preferido quedarme en mi cuarto pero sabía que en algún momento iba a tener que bajar por comida.

—Buen día —contesté por cortesía con una sonrisa que todos supieron que era falsa.

Zaira y Tomi hacían la tarea en la mesa de la cocina mientras Corina tomaba café junto a ellos. Ian  le gritaba al luchador en la televisión como si el tipo pudiese oirlo. No había rastros de Zarek. Tampoco de Ámbar o Seth.

—¿Quieres desayunar algo, cariño? —preguntó Corina, levantandose de la silla.

—Café estaría bien —le pedí con una sonrisa, esta vez más relajada porque no había Black's a la vista. Bueno, además del idiota de Ian.

—¡Que gilipollas! —gritó él.

—Cállate Ian, no me dejas concentrarme —le espetó Zaira molesta con cara de pocos amigos.

Entonces recordé el asunto de la memoria USB. Que no le había pedido a Zarek su laptop, que aún no sabía que tenía allí, que Ian me preguntaría en cualquier momento si pude ver que tenía.

—Ian —reprendió Corina—, baja el volumen.

Ella me extendió la taza y me quedé allí, tomando de pie, decidiendo si me iba a sentar en algún lado o iba a beber todo de un sorbo para irme. Unas tostadas que parecieron sobrar de hace unas horas llamaron mi atención y sin miedo ni vergüenza, me acerqué a la encimera para tomar una.

—Igual no hay nada que ver. —Ian apagó la televisión y se levantó para ir a quién sabe dónde. Subió las escaleras y agradecí que no haya escogido este momento para interrogarme, porque no tenía ganas de formular más mentiras.

ZarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora