Zarek se quedó observándome algo sorprendido.
—Ya no usas tu pijama de ositos —dijo divertido. Me sentí algo intimidada, parada en medio de la habitación a medio vestir.
—Y tu ya no eres Superman. —Logré hacerlo reír mientras caminaba hacia él para no quedarme allí como una estupida.
—Supongo que no. —Se encogió de hombros. —Pero al menos esta ropa si es mía.
Me moví el pelo de la cara nerviosa y crucé los brazos sobre mi pecho. Me sentía demasiado descubierta y no acostumbraba a estarlo. Menos con Zarek. Es decir, si con el niño, jamás con el adolescente.
Recién ahora me percataba que la laptop de Zarek emitía una música tranquila y reconocí la voz de Lewis Capaldi al instante.
—Te ves incómoda —dijo como si hubiese leído mi pensamiento. —¿Quieres que me ponga una camiseta? —preguntó observandome.
—No, no es por ti. —Moví mis manos. Le invadía la habitación y encima le decía que ponerse.
—Espera.
Se levantó de la cama y caminó en la oscuridad hacia el armario, dónde sacó una camiseta negra con letras blancas y me la extendió. Lo miré dudosa sin entender.
—Vamos, solías usar mis camisetas luego de salir de la piscina —me recordó con una sonrisa y no pude evitar sonreir. Agradecí que haya entendido que me sentía incomoda por mi y no por él.
—Luego te enfadabas porque te las devolvía mojadas. —La tomé y la desdoblé, notando que era demasiado grande para mi.
—¿Quieres que salga o me volteé? —preguntó con las manos en los bolsillos pero negué con la cabeza.
Me coloqué su camiseta, aspirando que tenía su perfume impregnado. Cuando la tela me dejó ver, Zarek estaba sentado en su cama otra vez.
—Gracias —agradecí honestamente.
—No hay problema. —Palmeó su misma cama y con algo de miedo, me senté allí. —Parece que me tienes miedo —dijo algo triste.
—No, no es eso —le aclaré, colocando mi cabello detrás de mi oreja. —Sólo que aún estoy muy mal por lo que hice.
Asintió con la cabeza, haciendo una mueca con sus labios. Jugó con sus dedos durante unos segundos silenciosos.
—Te perdonaré —dijo cortando el silencio. Lo miré esperanzada cuando volvió a hablar. —Pero tienes que prometerme que no habrá mas secretos entre nosotros. —Asentí rápidamente.
—Te lo prometo. Te diré lo que no sepas. —Me senté como indio para hablar.
—Te escucho —dijo apoyando su cuerpo contra la pared.
—Ian encontró una memoria USB en el baño y me la dio para que descubriera lo que tenía. Dijo que fingiría ser mi novio si yo hacía eso por él. —Su rostro no decía nada, simplemente estaba quieto escuchando atentamente. —Pero lo que había en la memoria no le interesó así que dijo que no fingiría más.
Zarek sonrió con complicidad y fruncí el ceño. Sus dientes algo torcidos me hicieron verlo como niño otra vez y no pude enfadarme con él cuando entendí lo que sucedía.
—Tú ya lo sabías. —Negué con la cabeza mientras Zarek soltaba una risita baja.
—¿Pero por qué Ian? Dios, es tan molesto. —Continuó riéndose y le di una mirada de odio. —Se qué esta bueno, es decir, es un Black. ¿Pero y que ganabas tu?
Que no sospecharan que estoy enamorada de ti.
—No lo sé, un aliado tal vez. —Me encogí de hombros y lo vi reírse otra vez. —¿Que te dijo Ian exactamente? —Me miró durante unos segundos y habló.
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Zarek
Dla nastolatkówNita Fields lleva la vida de una niña normal. Todo cambia radicalmente cuando su mejor amigo Zarek Black, obligado por su madre, lo arrastra fuera del país alejándolo de ella. Años más tarde, ambos se reencontrarán en circunstancias un poco precipit...