Cap.19 "¿Eres el asesino?".

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—Nita —me llamó Corina.

Levanté la cabeza y la observé, con un libro en la mano. Todos me miraban, esperando lo que parecía una respuesta. Zaira mordía su lapiz mientras Ian doblaba la punta de la hoja de su libro.

—¿Si? —pregunté rápidamente, dejando en claro que tampoco había escuchado la pregunta.

—¿En qué siglo comenzó la peste negra? —preguntó con un tono de voz que me hizo saber que ya me lo había preguntado varias veces. Escarbé en mi mente y carraspeé la garganta.

—Siglo catorce —respondí. Ella asintió volviendo a mirar su libro.

—Presta atención, por favor.

Y no, no pude prestar atención. Solo podía pensar en Zarek y estaba cansada de generar teorías sin poder comprobarlas. Él estaba presente, pero a diferencia de mi, su mente si estaba en las lecciones. Parecía haber podido dejar de lado lo que sea que le molestaba ayer, porque yo sabía que no había salido casi quince horas a correr al rededor de la isla. Huía de algo, y no era coincidencia que esto sucediera al día siguiente de habernos besado hasta casi perder la virgnidad. Al menos, yo.

Las clases terminaron y vi como Zarek se apresuraba a tomar sus dos libros cuando notó que me acercaba a él.

—¿Podemos hablar? —pregunté cuando solo quedabamos nosotros, Seth y Heros.

—No tengo nada que hablar contigo —dijo de mala gana para caminar lejos de mi.

Solté un suspiro de frustración cuando Heros levantó las cejas, casi diciendo "está en su periodo".

—¿Vas a ignorarme por siempre? —le pregunté subiendo las escaleras detrás de él.

Sabía que estaba siendo insoportable pero no podía permitir que me ignorara luego de desaparecer sin explicaciones.

—Hasta que salga de aquí al menos —respondió llegando a la puerta de su cuarto.

Corrí y me puse en su camino, quedando contra la puerta. Soltó un resoplido, cansado de mi presencia o actitud o ambas. Sus ojos se veían más oscuros que de costumbre y me pregunté si algo más que yo desconocía estaba sucediendo.

—¿Qué te sucede? —pregunté suavemente, esperando poder sacar de él la persona sensible que sabía que tenía dentro. Pero su expresión no se ablandó.

—No me sucede nada Nita, solo déjalo. —Me corrió a un lado con cuidado y entró en su cuarto, tirando los libros sobre su cama.

—¡Deja de mentirme! —espeté molesta como una niña caprichosa entrando detrás de él.

—¿Yo mentirte? ¿Quién fue la que dijo que quería recuperar lo que teníamos para luego decir que no soy importante para ti? ¿Quién dijo que no sentías nada por mi? —Fruncí el ceño. —Si, fuiste tu.

Mierda.

—Te escuché en tu habitación hablando con Ámbar. Fui a buscarte, para pedirte perdón por excederme la noche anterior pero no tuve tiempo, ya estabas muy ocupada olvidandolo. ¿Solo hormonas? ¿En serio eso dijiste?

Su rostro se veía dolido, enojado y confundido a la vez. Lo que logró confundirme a mi también. Me sentía tan incómoda con tantas mentiras que quise poder decirte todo de una vez, pero estaba atragantada con mis secretos.

—Eso no fue lo que quise decir... —tartamudeé.

—O le mentiste a Ámbar o me mentiste a mi.

De hecho, le mentí a los dos. Ámbar creía que no sentía nada más por Zarek que amistad. Y Zarek, creía que no sentía absolutamente nada.

—Claro que siento cosas por ti —dije tomando su mano, esperando que entendiera a que me refería—. Siento confianza, apoyo y cariño. —Él zafó el agarre de mi mano hacia otro lado. —No entiendo por qué estás tan molesto —hablé sinceramente.

ZarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora