Capítulo 6

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El lunes durante la primera hora de clases que compartimos, Mitchell me interrogó a más no poder. Tuve que contarle de principio a fin sobre Kale, de dónde lo conozco, la relación que teníamos, mi enamoramiento y, por último, su ida y regreso a mi vida.

—Vaya, te lo tenías muy bien guardado — dice en un susurro para evitar molestar a los demás presentes.

Le miro apretando la mandíbula.

—Déjalo por la paz — pronuncio casi con súplica y regreso mi vista al cuaderno en el que estoy haciendo líneas sin sentido.

—Nop. Tú — me señala de forma acusatoria, —aún estás enamorada de ese chico y aunque no lo creas, él lo está de ti. Es obvio que le molesta que su gemelo sea tu mejor amigo y por supuesto que los celos lo consumieron cuando te vio bailar con Colin.

—No me importa, lo quiero fuera de mi vida.

Dicho esto, el profesor finaliza la clase lo cual significa que llegó la hora que tengo libre para comer. Tomo mis cosas y salgo del aula directo a mi casillero con Mitchell pisándome los talones.

—No me engañas — dice apoyándose contra la hilera de casilleros.

—Chelly, tienes razón con lo de mis sentimientos — admito mirándolo a los ojos, — pero no cambia el hecho de que realmente no lo quiero en mi vida. Quiero salir con chicos, con mis amigos, pasar el rato, etc. Solo eso. No más, no menos. Mi vida funciona a la perfección sin él y la quiero así.

Suspira, sabe que le estoy siendo sincera. No dice nada y nos encaminamos a la cafetería. Abre la puerta para que pase primero y después se coloca a mi lado.

—Ligue a las nueve en punto — giro mi cabeza a la izquierda buscando a quien sea que se refiera. Es Colin, está sentado solo. —¿No querías pedirle disculpas por lo de Kale? Es tu momento deberías ir con él. Yo buscaré a Aster. Chiao.

Me empuja un poco para luego irse. Tomo una bocanada de aire y camino hacia la mesa de Colin que se ve muy concentrado en su comida. Toco su hombro y voltea a mi dirección con una expresión de extrañeza en su rostro.

—Hola Colin, ¿me puedo sentar? — le sonrío inclinando mi cabeza un poco a la derecha.

—Seguro — dice apartando su mochila del asiento continuo al suyo.

—Perdón por lo que pasó en la fiesta —pronuncio antes de que pueda decir algo.

—No te preocupes — sonríe muy leve. —El chico golpea fuerte, casi me meto en problemas en casa.

Gira su cabeza y señala su pómulo izquierdo. Inevitablemente llevo mis dedos a su cara para tocar el moretón con las yemas, provocándole una mueca.

—Lo siento, una cara bonita como la tuya no debe sufrir por ataques de idiotas.

Cuando me mira con una sonrisa de medio lado noto que hablé sin pensar, otra vez. Aparto mi mano de su cara, la dejé más tiempo de lo esperado.

—¿Piensas que mi cara es bonita? — ríe.

—Eres muy atractivo — su cara refleja sorpresa al escucharme, creo que no esperaba esa sinceridad de mi parte.

Me ve unos instantes antes de volver a hablar:
—Ya sé cómo perdonarte.

—¿Cómo? — Descanso mi brazo sobre la mesa prestándole atención.

—Quiero una cita, solo tú y yo. Sin personas ebrias bailando por ahí y sin chicos que quieran golpearme.

—¿Sólo me vas a perdonar si acepto? — pregunto, su petición me tomó desprevenida.

—No estoy molesto por lo del golpe, quería una excusa para invitarte a salir — se encoge de hombros.

Sonrío inclinándome un poco hacia él antes de contestar.
—Hecho.

Alzo mi mano para cerrar el compromiso, Colin la toma y le da un apretón para después llevarla cerca de sus labios, dejando un beso en el dorso de esta. Sin soltarla empieza a masajearla y debo admitir que es relajante.

Punto débil desbloqueado.

—Deberías comer, quedan menos de 15 minutos para que comience nuestra clase — deja mi mano sobre la mesa. —No querrás que tu estómago haga ruiditos a media clase... de nuevo.

Salgo del estupor que provocó y golpeo su hombro derecho con mi palma.

—¡Una vez! ¡Fue una vez! — exclamo y empieza a reír con ganas.

Pongo los ojos en blanco y saco mi almuerzo de la mochila.

¡Te amo, mamá!

—¡Son galletas Oreo? — La cara de Colin irradia alegría pura.

—Sí, pero no le comparto a chicos groseros que se burlan de mí— le enseño la lengua como si tuviese cinco años y muerdo una de las galletas.

—Si te beso, ¿me das una? — su pregunta me sorprende, provocando que me muerda la lengua.

—¡Por las barbas de Odín! ¡No hagas eso! — Sonríe mientras se lleva una de las galletas a la boca. Ni siquiera sé en qué momento la tomó. —¿Cómo...?

—No deberías comer esto — me interrumpe, examinando el aperitivo que tiene entre los dedos. —Demasiado azúcar y grasa, por eso te estoy ayudando.

Frunzo el ceño divertida, es una excusa tonta. A decir verdad, todos los días tomo el desayuno completo, evitando así la necesidad de comer algo más pesado a la hora del descanso, un tupper pequeño de fruta o unas galletas ayudan a mantenerme hasta la hora de salida, además, no termino dormida a mitad de clase.

Paso los últimos minutos intentando comer sin que Colin me arrebate otra galleta, lográndolo con éxito. Cuando terminamos de comer faltan unos cuantos minutos para el inicio de la clase así que nos dirigimos a la clase que compartimos juntos con tranquilidad. Somos compañeros de mesa durante el semestre así que nos la pasamos hablamos por recaditos mientras el maestro habla frente a la clase. Colin no pierde el tiempo sonriéndome de vez en cuando y vaya que tiene una bonita sonrisa, aunque no me quedo atrás devolviéndole una que otra sonrisita.

—¿Te acompaño a casa? — pregunta una vez que estamos fuera del salón, tenemos una clase separada más antes de la hora de salida.

—No voy a mi casa, quedé con Aster para hacer tarea. Aun así, gracias por la oferta, Colin — sonrío y él toma mi mano para masajearla de nuevo, obteniendo completamente mi atención.

—Mañana terminamos de hablar sobre nuestra cita, ¿vale? — asiento, ahora él sonríe. Besa el dorso de mi mano, la suelta y se despide de mi empezando a caminar hacia su otra clase.

Lo observo desaparecer entre la multitud y de pronto caigo en cuenta de que hace mucho no tengo una cita y no estoy segura de que papá me dé permiso de salir con un chico. ¿Por qué Todd puso las expectativas tan altas?

Definitivamente necesitaré un milagro llamado Aster para ayudarme a planear lo que usaré y el cómo decirles a mis padres que tengo una cita sin que quieran conocerlo en el momento en que toque la puerta de mi casa.

Ámame otra vez ||Inseguridades 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora