Capítulo 22

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Estos últimos días solo me han hecho recordar por qué preferí estudiar finanzas, es más fácil tratar con números que con personas. Ser la enfermera de Kale es demasiado estresante, intento ser amable pero no funciona para ninguno de los dos, sigue siendo un chico caprichoso. Se niega a seguir la dieta que le recomendaron y nunca se queda recostado. Sólo necesitaba dos semanas de reposo para volver a trabajar, pero ahora agregaron cinco días más porque volvió a lastimarse.

—¡Kale, ya basta! —grito. —Tienes 23 años y estás lastimado, entiendes perfectamente que debes descansar para recuperarte, así que compórtate.

Me llevo las manos a la cara, acabo de perder la poca cordura que me quedaba después de casi una semana de soportar sus quejas.

—Jem... —comienza a decir.

—Lo siento —lo interrumpo. —Quiero que te mejores, pero al parecer tú no.

Se sienta en la cama recargando la espalda en la cabecera, analiza mi rostro y suspira.

—Necesitas un abrazo, ven acá —pide.

Sí, necesito un abrazo, pero este chico posee algún tipo de hipnosis sobre mí, prefiero mantenerme alejada.

—No —respondo simple.

—Bien, lo admito. Yo necesito ese abrazo, por favor —extiende sus brazos y me rindo.

Me siento al borde de la cama, a su lado y lo abrazo pasando mis brazos por sobre sus hombros. La calidez de su cuerpo me envuelve, me encanta esta sensación. Sus manos envuelven mi cintura atrayéndome hacia él, quedamos tan cerca que puedo sentir su pecho contra el mío. Me separo un poco sin querer hacerlo realmente, observo su cara descubriendo que está igual de hipnotizado por nuestra extraña conexión como yo, su vista baja a mis labios. Mi corazón se acelera cuando veo que acerca lentamente su boca a la mía, ¿quiere besarme? Me levanto de la cama como si estuviese en llamas y él me mira confundido.

—Debo hacer mi tarea —me excuso dirigiéndome hasta su escritorio donde tengo mis libros.

—¿Enciendes la bocina? Estoy aburrido y la música me relaja.

—Claro —hago lo que me dice para volver a centrarme en la tarea.

Esta vez la música que decide escuchar es algo nostálgica, la letra más el ritmo no es propio de sus gustos, pero por lo menos no me distrae. Resuelvo ejercicios, leo información y realizo esquemas, es una gran diferencia hacer tarea sola a cuando estoy acompañada, aunque Kale no hable.

—Jem — me llama, —¿podrías preparar la tina? Quiero tomar una ducha.

—Seguro, ahora vuelvo —digo levantándome de la silla.

Salgo de la habitación directo al baño, me aseguro de que esté libre para poder entrar, templo el agua, le vacío un poco de jabón y dejo una toalla a la mano. Vuelvo con Kale avisando que está listo, lo veo dirigirse con paso lento pero seguro hasta que cierra la puerta. Estará por lo menos treinta minutos dentro, lo cual me da tiempo para hablar con Kobe.

Toco la puerta frente a la habitación de Kobe, mi mejor amigo sale con el ceño fruncido y lo empujo a un lado para pasar. Me observa caminar en círculos frente a él sin decir una sola palabra esperando paciente a que organice mis ideas, intento encontrar una manera de decirle que, posiblemente, su gemelo iba a besarme.

Abro la boca seguido de un vomito verbal que no tiene nada que ver con la idea principal. Me toma de los hombros para tranquilizarme, me pide que haga unos ejercicios de respiración y cuando creo estar centrada suelto la bomba.

—Creo que Kale iba a besarme.

Abre los ojos con asombro, lentamente aleja sus manos de mis hombros hasta entrelazarlas sentándose en la cama y mantiene la mirada fija al frente sin parpadear.

—¿Estás segura? —Pregunta en un murmullo.

—Eso creo —sale de su trance al escuchar mi respuesta.

—Explícate.

Suspiro y comienzo para narrar por qué terminé gritando, mi disculpa, el abrazo, mi necesidad de sentir cerca de Kale, su cara después de abrazarme, lo peligrosamente cerca que estuvo de besarme y mi huida de esa situación.

—Tenía razón, ¿lo ves?

—¿Es lo único que dirás? — medio grito. —¿No entiendes mi situación?

—Por favor, ambos se gustan. No es nada del otro mundo —le resta importancia.

Para mí sí, sé lo que le prometí a Colin, pero siento esa necesidad de no facilitarle las cosas a Kale. Quiero que me diga que le gusto y se esfuerce por tener algo conmigo. Ya existe confianza entre nosotros, así como nos une nuestro pasado, sólo debe expresar sus sentimientos porque no pienso volver a ilusionarme.

Sigo hablando con Kobe hasta que veo la hora en mi teléfono, pasaron unos cuarenta minutos, Kale ya debe de estar en su habitación iré a preguntarle si quiere algo de la cocina para no bajar dos veces, tengo algo de hambre.

—Kale, ¿quieres algo de aba...? —Me quedo callada al verlo sólo con una toalla alrededor de la cintura. Algunas gotas de agua caen de su cabello recorriendo su torso y por alguna razón quiero lamerlo. Siento el calor llegar a mi cara ante tal pensamiento. —¡Perdón!

Cierro de un portazo y entro de nuevo a la habitación de Kobe, quien se encuentra de pie revisando su cámara. Me abalanzo hacia él enterrando mi cara en su pecho mientras lo abrazo.

—¿Qué pasó? —Pregunta intentando que lo vea a la cara.

—Vi a tu hermano sólo con una toalla y pensé cosas sucias —confieso, mi voz se pierde contra su pecho, pero soy incapaz de verlo a la cara. Siento demasiado vergüenza.

Kobe se ríe con ganas durante un largo rato y yo quiero desaparecer. Hasta que logra calmarse me separa de su cuerpo.

—Tranquila, tal vez nadie te haya gustado así antes, pero es normal.

—Yo no he dicho que me guste —replico de inmediato. —¿Por qué te dio risa? Eres malo.

—No lo soy. Sólo no me creo que, aunque tienes 18 años y ya no eres virgen, te dé vergüenza. Ya sé que Kale y yo somos casi iguales físicamente, pero aun así es diferente para ti por nuestras personalidades. Además, estoy demasiado colado por Aster y soy mucho mejor partido —guiña un ojo con coquetería. —Eres mi mejor amiga J, si él te gusta no creo debas negar ese sentimiento.

Lo abrazo de nuevo, nunca sé cómo logra darme buenos consejos siendo tan inmaduro.

Ámame otra vez ||Inseguridades 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora