Capítulo 37

5.4K 284 9
                                    

El pequeño Ronan nació hace varias semanas. Kobe me mandó una foto cargándolo en brazos en cuanto pudo, tiene el mismo tono de piel pálido que los Ferrec y sus cabellos son dorados casi llegando a café. En cuanto a Sienna, llegaron a un acuerdo: ella alimentaría al bebé por los meses recomendados por los médicos y después de eso podría formar parte de la vida del pequeño o no saber nada más sobre ellos si así lo deseaba. Sé que le incomoda tener que ser madre, una ocasión donde fuimos con Kobe a casa de Sienna para visitar al niño ella no estaba prestando realmente atención, se le notaba cansada y sólo habló cuando era tiempo alimentar a Rona. No soy médico pero estoy segura de que no es bueno para ella ni para el bebé.

Entre estar visitando a su hijo en casa de su ex y trabajar para colaborar en todo lo que el bebé necesite, a duras penas logró tener un domingo libre para disfrutar con su familia y amigos. Decidimos hacer nuestra típica parrillada a forma de celebración por el nuevo integrante de la familia Ferrec que justo ahora descansa plácidamente en los brazos de su abuela quien está hablando con Kobe y Aster en una de las mesas.

—Oye —Blake aparece detrás de Kale volteándolo bruscamente para quedar de frente y así propinarle un buen puñetazo haciendo caer al más delgado.

Un jadeo de espanto sale de mi boca alertando a los demás, intento acercarme pero Kale me hace una seña con su mano indicándome que no lo haga, voltea hacia su familia y hace lo mismo.

—¿Por qué fue eso? —Le pregunta sobando su quijada incorporándose lentamente.

—¿Acaso no pensaste decirme que sales con mi hermanita? —Blake pregunta de vuelta realmente enojado, toma a Kale por el cuello de la camiseta en cuanto este se levanta.

—Papá —me acerco a mis progenitores que están saliendo del interior de la casa, sin embargo se queda pasmado.

—Tranquilo, viejo —volteo hacia la escena al escuchar a Kale. Tiene las manos arriba en forma de rendición intentando calmar a mi hermano.

—Mamá —le llamo con tono súplica y ella, a diferencia de mi padre, asiente haciéndome saber que hará algo.

—Blake, ya basta —ordena con tono autoritario acercándose a ellos, sin obtener respuesta de parte de mi hermano. —Suéltalo.

Segundos después el mencionado lo suelta con un leve empujón y me acerco al de ojos verdes para asegurarme de que esté bien. Tomo entre mis manos su preciosa cara que ahora, gracias al troglodita que tengo por hermano, tiene roja la mejilla izquierda. Toco levemente con mis dedos la zona provocando que Kale haga una mueca.

—¿Te duele mucho? —Le pregunto al chico con excesiva ternura que hasta a mí me sorprende.

—Tranquila, se quitará —deja un leve beso en la palma que cubre su lado derecho.

Suelto el aire que contuve inconscientemente. Embozo una sonrisa de boca cerrada observándolo directamente a los ojos, envolviéndonos en nuestra burbuja.

Se escucha un carraspeo, giramos la cabeza hacia donde están mis parientes.

—Suéltala —ordena Blake. —Hasta donde sé, no es tu novia.

Observo a Kale cuando se separa de mí dejándome con las manos en alto. Asiente y agacha la cabeza, pensando.

—Bien, se lo pediré ahora —le dice a Blake y después se dirige a mis padres. —¿Tengo su permiso?

—Por supuesto —le contesta mi padre y mamá asiente de acuerdo.

—Jem —gira su cara hacia mí tomando mis manos juntándolas a la altura de su pecho. —Esperaba pedírtelo de una forma más romántica y privada, pero ya que me están presionando... ¿me harías el honor?

Me río un poco antes de contestar:

—Claro —me abraza estrujándome e intenta besarme, pero Blake vuelve a interrumpir halando de mi brazo.

—¡Oh, vamos! —Kale alza los brazos con desesperación. —Te pierdes durante semanas y vuelves reclamando.

Mi hermano lo mira con el ceño fruncido, como diciéndole que se calle. Entonces reacciono: Blake ha estado saliendo casi a diario sin explicaciones.

—Es verdad, ¿por qué? —Le pregunto colocándome al lado de Kale.

—No te incumbe —sisea.

—¿Es por la chica de la fiesta? —Kale pregunta. Estiro de su camiseta para que me explique de quien habla. —Una chica estuvo con él el día de la fiesta donde me quedé contigo.

Abro la boca para reírme sonoramente, mi hermano está buscando a Isla. Blake me mira molesto e intento calmarme sacando mi celular del bolsillo trasero del pantalón.

Busco su contacto, presiono marcar y me llevo el aparato a la oreja.

—¿A quién le llamas? —Pregunta mi novio con curiosidad. Levanto mi dedo índice indicándole que guarde silencio.

—M.J, que gusto —escucho del otro lado.

—Isla, ¿qué le hiciste a mi hermano? —Pregunto de lo más natural. Los chicos siguen perdidos.

—Nada que te gustaría escuchar. ¿Por qué lo preguntas? —Me río otra vez.

—Creo que alguien se enamoró de ti —escucho la risa de la chica a través del aparato. —Te ha estado buscando de fiesta en fiesta. ¿No fuiste capaz de si quiera decirle tu nombre?

—Debió preguntármelo —responde simple.

—¿Vienes a cenar? —invito. —Sirve que arreglas su desastre.

—Uy, comida gratis. ¿A dónde debo ir?

—Misma dirección —indico.

—Vale, llego en veinte —cuelga.

—Llega en veinte —le digo a Blake y tomo a mi novio de la mano caminando hacia dentro de la casa para curarle la cara.

Cuando éramos pequeños, los Ferrec tendían a tener bolsas con hielo en la nevera para no perder tiempo si algo nos pasaba y siguen teniendo esa costumbre, lo cual agradezco. Coloco una de ellas en la cara de Kale quien está sentado en una de las sillas de la mesa.

—Lo siento —digo sin apartar mi mano de su cara.

—No es tu culpa, así es él —suspiro al escucharle. —Pero si te sientes muy mal podrías besarme, Blake nos interrumpió.

Hace un puchero, me río y le doy un beso rápido. No conforme con eso, me sujeta por la cadera acercando mi cuerpo al suyo e inclina la cabeza hacia atrás para verme, aparta la bolsa con hielo de cara invitándome a besarlo y sin dudar lo hago. El sonido de la puerta y un grito furioso nos hace separarnos. Como si su propósito en la vida fuese interrumpirnos, Blake nos observa con los brazos cruzados. Pongo los ojos en blanco y me separo de Kale, él vuelve a colocarse la bolsa en la cara regalándole una sonrisa forzada a mi hermano. Aprovecho para tomar un poco de agua y después me siento junto a mi novio para esperar a que llegue Isla, tomo su mano libre y jugueteo con ella bajo la atenta mirada de ambos. Cuando mi teléfono notifica que tengo un mensaje les aviso que saldré de la casa para encontrarme con mi amiga en cuanto llegue y pido mentalmente que no se maten.

Ámame otra vez ||Inseguridades 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora