Capítulo Ocho

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Dedicado a fernandezampi mi argentina favorita ❤️. Para que lo goces amiga... Espero tu audio xd 🥺

(Canción: Lover of the light de Mumford & Sons)

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ENZO

Al salir del cine me ofrezco a llevarla a casa y aunque Inma repite una y otra vez que no hace falta, acaba accediendo. Sonrío descaradamente al conseguir que me deje llevarla.

—No sonrías.

Y eso hace que mi sonrisa se amplíe un poco más. Inma frunce sus labios —rojizos por los besos de antes— en una mueca de fastidio. Camina por delante de mí y no me contengo a darle un repaso. Va vestida con un jersey ajustado junto con una falda que se ciñe a su figura. También lleva sus botas. Creo que no la he visto sin ellas en ninguno de estos días.

—¿Estás molestas?

—No —responde muy rápido.

—Ajá.

—¿Qué? No estoy molesta. —Cuando pienso que ha terminado la escucho decir por lo bajo: —Egocéntrico.

No puedo evitar que se me escape la risa al escucharla. Ella vuelve a girar su rostro para mirarme de malas formas y antes de poder contenerme, ahueco su rostro con mis manos y vuelvo a besarla. Al principio se queda quieta, pero tarda muy poco en seguir mis movimientos e incluso comienza a aumentarlos. Noto como sus brazos rodean mis hombros y sus dedos se enredan en mi pelo. Anclo mis manos en su cadera y la acerco más a mi cuerpo. Tengo la tentación de bajarlas a su culo, pero prefiero que no se moleste conmigo así que, en su lugar, las cuelo por debajo de su jersey.

Inma pega un respingo, aunque no tarda en volver a acortar la distancia entre los dos. Mis manos frías y áspera acarician la piel tibia y suave de su estómago y siento cómo se le pone la carne de gallina. Sonrío con mis labios pegados a los suyos.

—Capullo —masculla.

Pero apenas se le entiende porque sigo besándola como si fuese la última vez que fuese a ocurrir. Porque todavía existe esa posibilidad. No sé si han transcurrido segundos o minutos, pero la necesidad de respirar empieza a sobrepasar las ganas que tengo de besarla. Separo mi boca de la de ella y apoyo mi frente en la suya. Nuestras respiraciones irregulares van acompasándose poco a poco. Abro mis ojos y me encuentro con su mirada verde que tiene motas marrones y sus mejillas sonrosadas. Vuelve a tener los labios hinchados y estoy orgulloso de decir que soy culpable de ello.

El sonido de un teléfono hace que Inma desvíe su atención a él. Me mira con la disculpa pintada en sus ojos antes de contestar.

—¿Mar? Sí, ya he cenado. Tengo llaves. No haré ruido al entrar, te lo prometo. Si lo hago te compro un café de esos de la cafetería que está al lado de la peluquería. Vale, buenas noches. —Y cuelga.

Bloquea su teléfono y vuelve a acercarse a mí. Abre la boca para decir algo, pero la cierra antes de hablar. Así que decido ser yo el que interrumpa el silencio que comienza a formarse entre nosotros:

—¿Nos vamos?

Al preguntarlo creo que veo un atisbo de decepción en su mirada, pero rápidamente desaparece e Inma asiente con la cabeza. Busco las llaves del coche y lo abro. Inma camina hacia la puerta del copiloto y tengo una batalla interna entre si abrirle la puerta yo o dejar que lo haga ella. Pero como siempre, Inma se me adelanta y se adentra el vehículo sin dirigirme una palabra.

Tres amores y medio | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora