Capítulo Veinte (II)

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Capítulo dedicado a SydJohDrum gracias por darle una oportunidad a Enzo e Inma y llenarme los comentarios de tanto amor ❤

Este capítulo tiene una escena muy detallada. Si crees que puede resultarte incómodo o violento leerla, puedes saltarte esta parte del capítulo porque no sale nada demasiado relevante para la historia.

(Canción: Falling in Love de Dennis Kruissen)

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El frío se cuela a través de mi ropa a pesar de llevar varias capas. Cómo decía mi abuela, «soy una cebolla humana». Camino con los talones en dirección a la zona dónde se coge el telecabina con mis amigos detrás de mí. Sorprendentemente, Mikel sabe hacer snow así que él se va a encargar de enseñarles a Hugo e Iván mientras yo me quedo en esquí con Enzo y Mar. Llevo casi dos minutos completos escuchando las quejas de la pelirroja mientras se pelea con los bastones y los propios esquís. El castaño no tarda en burlarse de ella por eso.

Esta vez, después de una larga discusión y búsquedas en internet hemos sido capaces de convencer a Iván para que se ponga un abrigo en lugar de uno de sus jerséis o sudaderas.

Una ráfaga de viento ruge en nuestra dirección y yo escondo mi rostro en la braga azulada que tengo en el cuello. Pasamos por el control de forfait y esperamos de pie a que un nuevo telecabina llegue. A pesar de ser primera hora de la mañana ya hay bastante gente, aunque no sé por qué me sorprendo si hace unos días nevó y es cuando mejor está la sierra para esquiar o hacer snow.

Nos apelotamos los seis para poder entrar en el pequeño cubículo. Acabo con la espalda pegada al pecho de Enzo y en medio de mis omoplatos se encuentran sus esquíes. Como puede, el chico de rizos rodea mi cintura y me acerca a su cuerpo.

—Estás muy mona así vestida —susurra en mi oído mientras que el telecabina arranca.

—¿Así cómo?

—Con cuarenta mil capas de ropa. Aunque te prefiero con ninguna, si me pides opinión.

Voy a responder a su comentario cuando un grito agudo hace que desvíe mi atención. Mar pega pequeños saltos cómo puede con las botas de esquí mientras señala el cristal que deja ver la montaña nevada.

—¡Mirad que pasada! —grita, volviendo a señalar el cristal.

Giro ligeramente el cuerpo y acerco mi rostro al cristal contrario. Todo el recorrido que haría el río está teñido entero de blanco. Las diversas máquinas que hay para crear más nieve de la que ya hay, están en pleno funcionamiento y lo único que corrompe la blanca y pacífica nieve son los esquiadores y los rider —son los que hacen snow—, que desde esa altura son puntos negros que bajan a máxima velocidad. El traqueteo abrupto del telecabina nos alerta de que está a punto de frenar y que vamos a llegar a nuestro destino.

—Andad con los talones e intentad que no se os caiga nada— recuerdo a mi grupo de amigos.

Estos asienten. Las puertas se abren. Mar e Iván son los primeros en tener que salir y temo por nuestra vida si estos dos no se ponen de acuerdo y comienzan a discutir. Sin embargo, no lo hacen. Iván sale primero, seguido por Mar, Mikel y Hugo. Aliento a Enzo a salir antes que yo y debido a ello yo tengo que corretear por el minúsculo y metalizado cubículo para salir.

Mar ha sustituido su gorro rosado con pompón por el casco negro del lugar del alquiler. Iván mira con fastidio su casco mientras que Hugo se lo ajusta. Mikel va con sus rastras al aire y solo lleva una bandana para que estas no se le pongan delante del rostro mientras baja las colinas nevadas. Enzo está arrodillado, ajustándose las pestañas de las botas. Yo me recoloco mi gorro azulado antes de acercarme a mi novio y colocarle el casco.

Tres amores y medio | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora