Capítulo Veintiuno

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Capítulo dedicado a V_3784 no te mueras por fis 🥺❤

(Canción Moonlight de Chase Atlantic)


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Los cuatro días en la sierra pasaron a una velocidad alarmante. Apenas nos dimos cuenta de que el tiempo había transcurrido. Entre pasar el día entero esquiando, o bueno, en el caso de mi novio y amiga pelirroja, en intentar no comerse el suelo nevado más de dos veces seguidas; ya estábamos de vuelta en casa.

Habíamos llegado agotados ayer por la noche, tanto que ni siquiera caí en quedarme en casa de Enzo. Simplemente fui arrastrando mi maleta por todo el rellano mientras obligaba a mi cuerpo a avanzar para acabar dormida en cuánto mi cabeza tocó la almohada. Hoy, por otro lado, a pesar de que todavía tengo el agotamiento ligeramente latente en mi cuerpo debía permanecer despierta.

«Sería un poco triste dormirse en plenas campanadas, ¿no?»

—¿Te queda mucho? —pregunta a voces Mar, desde el salón.

—A punto —grito de vuelta.

Cierro el párpado izquierdo, y delineo este con el pincel negro con cuidado y sin que me salga irregular la línea por mi nefasto pulso. Al terminar, suelto un suspiro de satisfacción. Dejo el bote negro dentro de mi neceser y me observo de nuevo en el espejo de cuerpo entero. El vestido rojo acentúa cada una de mis curvas sin excederse demasiado. Me giro un poco, acabando de perfil para apreciar la curvatura de mi inexistente culo con la magia de la tela ceñida. Vuelvo a ahuecar mis rizos y me echo colonia antes de agarrar mi abrigo blanco y el pequeño bolso dónde guardo mi móvil y las llaves del apartamento.

Al salir me encuentro a mis tres amigos sentados en el sofá amarillo. Iván alza las cejas, Hugo silba y Mar aplaude emocionada ante la visión. Sonrío tímidamente cohibida por tanta atención.

Mi amiga pelirroja lleva un mono negro de terciopelo que resalta completamente sus anchas caderas y su estrecha cintura. Hugo va vestido con una camisa azulada, abotonada hasta el último botón. El color de la camisa combina con las tonalidades de su iris. Iván, a sorpresa de todos, ha dejado de lado sus camisas florales y va vestido con una blanca conjuntada con una pajarita floral —era raro que fuese tan básico— en su cuello. Lleva su pelo largo y castaño recogido en un pequeño moñito, dándole un aire muy hípster.

Mi móvil suena en el camino de bajar las escaleras. Antes de descolgarlo me pongo el abrigo blanco y salgo a la calle.

—¿Sí?

—¿Cómo está la mejor amiga del mundo? —cuestiona Lara, pegando un pequeño eructo al final —. Ups, lo siento.

—¿Ya has bebido?

—Ay, que aguafiestas eres. Miri, dile que es una aguafiestas...

—Hola, Inma —saluda la novia de mi mejor amiga sin disimular la diversión en su voz.

—¿Qué tal por el campo? —le pregunto mientras me monto en el coche de Hugo.

Mar me pregunta con la mirada con quién estoy hablando y yo gesticulo con los labios: «la parejita». Ella alza su pulgar en respuesta. Hugo arranca el coche en dirección al hotel, Iván comienza a tararear la canción que suena en la radio y yo intento comprender lo que me está contando Miri.

—Suena genial, ¿y qué pasó con el jabalí ese?

—Un hombre mayor que estaba por la zona nos advirtió que no nos acercásemos a él, aunque fuese pequeño porque su madre o padre podría aparecer y era peligroso.

Tres amores y medio | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora