Capítulo Dieciséis

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Capítulo dedicado a Allefii me encantan tus comentarios y me encanta tenerte como lectora 💕🤭

(Canción: Dos x Tres [Acústico] de Sebastián Cortés y Roy Borland)

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Mi última hora finaliza y ya puedo salirme de la clase que menos soporto de toda la carrera. Encima no es por el hecho de que la materia se me dé mal, sino que no soy capaz de aguantar a la profesora —bueno, yo y la mayoría de mis compañeros—. Intento ser de las primeras en salir porque ahora me toca un viajecito en coche de tres horas y lo último que quiero que me pase es llegar tarde.

Mi hermana mayor me asesinaría. Mi madre también. Y mi padre intentaría disimular la mueca divertida.

«Qué bonito es el amor paternal».

Camino por el pasillo. Ni siquiera me molesto en ir a la cafetería. Ya avisé a los chicos que no iría con ellos a tomar algo porque todavía tengo que preparar la maleta y mi hermana lleva dos días llamándome como una histérica para asegurarse de que llegaría un día antes y ayudaría a mi Tía Esme con los últimos detalles.

Creo que eso es lo que más me entusiasma de todo. Ver de nuevo a mi Tía Esme.

Recuerdo que de pequeña siempre fue mi ejemplo a seguir. Según mi padre, la Tía Esme al terminar el instituto no fue a la universidad como él, sino que se puso a trabajar durante dos años sin gastar un centavo —sí, mi padre es muy moderno, lo sé—. Cuando ahorró todo lo que quería ahorrar viajó por casi toda Europa. Se fue ella sola acompañada de su pequeña cámara y recorrió el continente europeo en busca de aventuras. A mis abuelos y a mi padre le trajo imanes de todos los lugares.

Luego, decidió marcharse al continente africano y desde entonces ha vivido allí. Es voluntaria en varias ONG. Suele viajar a España para recaudar los fondos, alimentos, juguetes y ropa y luego se vuelve. A pesar de que lleva ya casi veinte años viviendo allí nunca se cansa de decir que siempre hay lugares nuevos que visitar.

Pero espera, sigue viajando. Sigue conociendo mundo y como dice ella se enriquece de nuevas culturas, conocimientos y tradiciones. Mi abuela es un poco reacia al estilo tan liberal de mi tía. Supongo que siempre tiene que haber una oveja negra en la familia. Yo, a diferencia de mi hermana, no estudié empresariales o derecho como mis padres, sino que decidí estudiar turismo. Así que yo era la pequeña oveja negra en la mía.

Y dirás, ¿por qué turismo?

Para poder hacerme guía turística. Para poder viajar, conocer un nuevo país y luego poder enseñarlo a nuevas personas. Todavía tengo esa idea, aunque hace unos pocos años el sueño de poder dirigir mi propio hotel tomó mayor fuerza.

«Y de sueños imposibles sería tener una línea hotelera».

Soñar es gratis, ¿no?

Estoy tan ensimismada en mis pensamientos que no es hasta que me choco con alguien que freno mi paso distraído. Doy un traspié y espero sentir el suelo duro y frío de la universidad impactando contra mi trasero, sin embargo, la persona con la que me choqué tiene mejores reflejos que yo porque evita que pasase una humillación por la caída.

Levanto mi vista recorriendo su cuerpo en el recorrido. Una camiseta rayada aparece en mi campo de visión. Lleva las mangas arremangadas dejando ver los distintos tatuajes repartidos por sus brazos. Trago saliva. Siento cómo el corazón se me acelera mientras mis ojos van subiendo a través de su cuerpo.

«Inma, céntrate».

Siento como las manos me sudan por el nerviosismo y las cierro en puños. De repente, mi mirada se cruza con la suya ceniza. Todo lo que pensaba que había «superado» se va al garete al encontrarme con las tonalidades de grises y azules que componen su iris. No sé lo que sucede, pero él no aparta sus ojos de los míos y yo tampoco soy capaz de hacerlo.

Tres amores y medio | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora