Silvia

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Pasaban los meses y mi barriga se me notaba, esperaba gemelos, un niño y una niña, había decidido que se llamarían Jason y Scarlett, Daniel estaba de acuerdo con esos nombres, en las noches dormíamos juntos, pero jamás olvidaría los besos de Hayden era un tatuaje para mí, me alimentaba como un vampiro de sangre ya que mis hijos también lo eran, a veces me preocupaba por sus futuros, como irían al colegio si eran diferentes de ellos pero Daniel me decía que teníamos que criarlos como humanos y no como vampiros, todos los días me sentaba en un sillón y canta la música de Noelia "Una barrera de amor" y pensaba en Hayden.

Tal como una hoja que se lleva el viento me deje llevar.
Me encerraste en un beso y no supe escapar.
Hoy que no te tengo desde la distancia te puedo jurar.
Que te extraño en mis sueños que me duele aunar.
Es tan difícil comprender que nuestro mundos sean tan diferentes.

Como duele no verte cada madrugada.
Sentir como te extrañe el alma.
Haber tenido tanto y no tener nada.
Y duele sentir el corazón vacío, saber cuanto te necesito y ver que sigue entre tu y yo una barrera de amor.

Después les decía que yo y Daniel estaríamos presente para ellos. No tenía que preocuparme por eso, ya que Daniel estaría presente para mi y mis hijos, me puse de pies y me dirigí a verlo en su trabajo, le dije al chofer que me llevara cuando llegué una secretaria me saludó.

-Buenos días, señora Paker, en que puedo ayudarla.

-Buenos días, vengó a ver mi marido.

-Si, es por aquí señora Paker.

-Muchas gracias, señorita.

-Fue un placer.

Entré a su oficina y lo esperé ahí, tenía las fotos de nuestro matrimonio, me hacia calor en el corazón cuando lo vi entrar me saludo con un tierno beso en la mejilla y me dijo:

-No sabía que vendrías cariño.

-Quería darte una sorpresa.

-Pero si ya eres una sorpresa para mi.

-Lo sé, solo quería venir a verte por qué me aburría en casa.

-Ok, amor pero no es bueno que vengas sola.

-Vine con el chofer.

-Está bien.

Cuando sentí un dolor en la barriga, mi bolsa se había roto mis bebés iban a nacer y no era bueno que nacieran en un hospital. Daniel se precipitó y me alzo pidiendo a su secretaria que cancelará sus citas por qué sus hijos iban a nacer. Me llevo a casa donde un doctor que era la misma cosa que Daniel atendió mi parto, cuando mis bebés nacieron, observé que tenían los ojos rojos de hambre pero cuando lo alimentaba sus ojos eran azules, me pareció extraño, estaba alegre, Daniel me dio un beso en la frente y me dijo:

-Hiciste un buen trabajo, cariño.

-Gracias, Daniel.

-Te dejo descansar, voy a meter a los niños en las cunas.

-Si.

Serré mis ojos y me dormí un poco, por que estaba cansada, ya que mi parto fue largo y duro para mi.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora