Hayden

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Oía llantos de bebés, me dirigí a la habitación de Amy para verificar si era mi hijita que lloraba, para mi sorpresa no era ella pero quién era entonces, toda la noche oía sus llantos como si me llamarán pero no podía decir quien era, al día siguiente me desperté para la gran guerra, me puse al frente de todos y vi su rey era un lobo muy oponente con su pelaje negro, sus ojos eran verdes, la gente lo nombraba Daniel, su padre era el alfa de la manada y su madre la cazadora más fuerte. Nos quedamos mirando sin atacarnos por unos diez minutos pero el rey lobo, atacó en primero entonces la guerra comenzó fui matando uno tras otro a mis enemigos cuando llegué hacia él, todos pararon por qué una vez que los reyes se encuentra la pelea es sólo entre ellos.

Lo tomé por los pelos y lo tiré pero el se paró y se precipitó hacia mi cuando una voz suave lo gritó de lejos todos se quedaron móviles y se voltearon hacia su voz, los lobos se arrodillaron mientras que los vampiros miraban quien era y la vi, me quede petrificado al verla.

-Por favor Daniel, deja esta guerra y volvamos a casa.

Qué, por qué dijo volvamos a casa, Daniel le respondió.

-No puedo cariño, este hombre te lastimó y tiene que pagar por eso.

Cariño, era todo para mi lo empujé haciendo que se volviera humano y vi como ella lo acariciaba, sentí rabia, me precipité hacia ellos cuando diez lobos se pusieron frente mío, tomé unos de ellos haciendo que volviera a su forma humana, era una mujer debía tener unos quince, tenía su cabello largó y negro, sus ojos eran negros. Silvia se paró frente mío pidiéndome que la soltará pero no podía ya que tenía rabia al verlos juntos, ella me hablo con una voz suave.

-Por favor Hayden, déjala ir. Terminemos está fría guerra, suéltala te lo suplicó, ya no lastimes más a otros.

Me di la vuelta para ver sus ojos y vi en ellos, tristeza, sufrimiento y mucho rechazó, la solté y la serré en mis brazos suplicándole que volviera a mi lado pero ella me empujo diciéndome que no podía, a momento de jalarla hacia mi, Daniel se apareció y le dijo.

-Vámonos amor.

-Si.

La vi alejarse de mi, me daba rabia verlo con otro que no sea yo, donde quedó la promesa que no hicimos, de nunca alejarnos del uno. Estaba dolido que sentí que mis piernas temblaban, caí al suelo, que mi gemela se me acercó hablándome con una voz suave y tierna.

-Vamos hermano, levántate. No puedes quedarte aquí.

-Déjame un momento así.

-Pero...

-VETE, QUIERO ESTAR ASÍ.

Mi hermana se alejó, me quede ahí por dos horas pensando en todos los momentos que pasamos juntos y que ahora se derrumbaba, tenía que recuperarla, me puse de pies y me dirigí hacia Caro para que encontrará la solución.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora