Hayden

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Sentí un tristeza cuando se quedo callada.

-No lo sé. Pero cuando estoy a tu lado me siento segura y amada.

Esas palabras iban hacer que mi corazón saliera, la tiré hacia mi y le di un suave beso, está vez ella no protestó si no que se dejó, sus besos eran suaves y tiernos esta vez. Sabía que si ninguno de nosotros paraba, tendríamos que subir la consecuencia de cupido, la seguí abrazando sin dejarla el tiempo de respirar, la tomé en mis brazos para llevarla a nuestra cama, Silvia no se oponía a nada entonces la desvestí dejándola desnuda, y recorrí su cuerpo con mis labios diciéndole.

-Sello que estos labios me pertenecen, este cuerpo también, estos ojos mirarán que yo, estas orejas no escucharán que mi voz.

Saqué todo lo que tenía puesto, diciéndole que iría despacio para no lastimarla, metí mi parte en la de ella y hice de venidas despacio para no herirla, sentí que nuestro sudor se mezclaba en un baile lleno de pasión, era muy linda. Sin darme cuenta, vi que lastimé su espalda, dejándola inconsciente, la cure con mi sangre y la dejé dormir a mi lado, le di un suave beso en su frente y me dormí profundamente, ya no tenía miedo de que ella se fuera.

Cuando desperté ella no estaba a mi lado entonces imaginé lo peor, pensé que se había ido de mi vida, pero el ruido de la ducha me trajo a la realidad, me puse de pies y remarqué que la sábana estaba manchada de sangre, me puse a pensar de que había ido muy fuerte, me dirigí al baño para acompañarla, cuando entré vi su tatuaje, era una estrella en su nuca, me acerqué y lo besé, ella se dio la vuelta asustada. Seguramente pensó que era alguien más.

-Soy yo, cariño. Disculpa si he ido fuerte, pero es que te amo tanto.

-No te preocupes.

Me agaché para darle un beso, ella metió sus finos brazos en mi cuello y se dejó besar, le susurre al oído que la amaba con toda mi alma, y ella me respondió que también me amaba. Ahora estaba seguro que jamás la dejaría escapar.

-No crees que debemos ir a comer, Hayden.

-Después del baño.

-Si que eres un loco.

-Loco de ti, Silvia.

La besé con pasión, y tuvimos otra hora de sexo pero está vez fue menos doloroso por ella, después nos cambiamos, me di la vuelta y la serré por su cintura, y le pedí que bajará luego. Bajé a bajó y le preparé un desayuno para que tomara unos cuantos kilos, ella bajó y me sonrió, comimos sin ninguna pelea, después de desayunar nos fuimos al mar para bañarnos. Nuestra luna de miel se pasó con besos, abrazos y noches de pasión, pero la felicidad no es eterna pero con ella haría lo posible por que lo fuera.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora