Una historia entre dos almas gemelas tan inteligentes para saber reconocer sus sentimientos y diferencias, con bastante tacto para tratar de hacerlo funcionar para ambas, pero lo suficientemente desesperadas como para no perder el tiempo y enfrentar...
Así que aquí estamos, de nuevo en el departamento de Alex con una botella de Chianti que ella misma ha elegido para nosotras después de la clase de cocina de ésta noche, y que sorpresivamente no se ha puesto a discutir al momento de pagar y me ha dejado hacerlo. Es extraño cómo con ella no tengo que hacerme la interesante y tampoco me incomoda no saber ciertas cosas, porque en verdad creo que ha elegido una buena profesión con eso de ser profesora, porque tiene mucho que enseñar, en el buen y mal sentido de la frase. Ella saca una cubitera con hielo donde coloca la botella y me mira sonriendo mientras camino a su lado sin saber realmente qué más hacer, nunca nadie me había invitado a beber vino a su casa, ni me había propuesto enseñarme sobre eso, pero supongo que quizá es parte de lo que los adultos hacen en sus citas y no quiero lucir tan desubicada al respecto. Dejamos las bolsas de la lasaña que hemos preparado en clase esta noche, y Alex me toma por la cintura y me pega hacia ella para luego besar mis labios con calma.
*Alex: -¿Te apetece que nos demos una ducha mientras el vino se enfría un poco?- No sé si me estoy volviendo loca, pero juro que su voz suena todavía más seductora de lo que de por sí ya es.
*Piper: -¿Hablas en serio?-
*Alex: -Llevas perfume, y necesitamos quitártelo para que disfrutes de todos los aspectos del vino, incluído el exquisito y delicado aroma.- Acaricia mis mejillas. -Además me gustaría mucho verte desnuda...-
*Piper: -Eres muy buena haciéndome aceptar tus sucios tratos.- Le doy un pico más en los labios y ella sonríe con malicia llevándome de la mano hasta el cuarto de baño.
Sus hábiles manos me desnudan con cuidado, como observando mi reacción y cuando estamos bajo la regadera acaricia mis hombros que masajea también de forma deliciosa ayudándome a relajar de inmediato. Su cuerpo perfecto luce todavía más increíble con el agua resbalando por cada una de sus curvas, y me pregunto cómo es que puede despertar todas las mañanas y no sentir que el mundo debería agradecer su existencia, porque para lo preciosa que ella es, parece que se subestima mucho.
No sería Piper Chapman si no intento sobrepasarme con ella, masajeo sus pechos mientras nuestros labios no dan tregua y luego una de mis manos resbala con el agua en caída libre pero al llegar a su ombligo, ella me detiene entrelazando nuestros dedos. Sé bien que no conseguiré nada más ésta vez, porque cuando a ella se le mete algo en la cabeza busca siempre la manera de hacerlo, y justo ésta noche quiere enseñarme a beber vino y eso es lo que seguramente haremos. Acaricia mi cuerpo, evitando específicamente el área que más quiero que toque, pero me doy por satisfecha con ver su rostro boquiabierto al observar cada parte de mí mientras sus manos recorren mi piel, cosa que hasta ahora no había hecho así, y al menos sé que me sigue deseando suficiente, aunque eso no significa que vaya a perder el control como justo ahora yo quisiera. Desde atrás de mi engancha sus manos a mi abdomen y besa mi hombro lentamente haciéndome desear que el contacto sea eterno.
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