Una historia entre dos almas gemelas tan inteligentes para saber reconocer sus sentimientos y diferencias, con bastante tacto para tratar de hacerlo funcionar para ambas, pero lo suficientemente desesperadas como para no perder el tiempo y enfrentar...
¿Cómo no se me fue a ocurrir que Alex perfecta Vause tenía pretendientes en todas partes? De manera estúpida se me vino a meter la idea de verla en el café donde trabaja y el asunto se jodió incluso antes de comenzar. Para el lunes ni siquiera quiero ir a su clase, sé que en realidad no pasó nada, pero esa sensación que me atacó a media conversación no es justificable, y sé que aunque ella intentó remediar el asunto, yo no habría cedido de ninguna forma. No cuando esa rubia estaba ahí llamándola guapa y besando su mejilla.
Ésta vez me doy el lujo de llegar tarde otra vez, no quiero estar ahí para que ella intente hablar conmigo antes de que todos lleguen, así que por eso llego tarde y me levanto rápido cuando la hora finaliza llevándome todas mis cosas en las manos sin siquiera guardar los libros en mi mochila. Sé que ella me observa mientras avanzo casi a empujones entre mis compañeros para salir de aquí, pero no me importa, solamente quiero huir y no tener que darle la cara después de la escena que hice en su otro trabajo. No puedo ir tampoco al comedor a la hora del almuerzo, y le miento a Polly diciéndole que debo ir a la biblioteca, y como ella no puede perder una sola oportunidad de probar la saliva de Pete, se excusa conmigo por no poder acompañarme. Subo al tercer piso donde está la biblioteca, y dado que no tengo más que una barra de granola para comer, entro pretendiendo que voy a estudiar.
Sé que debo alejarme de Linda, la bibliotecaria, para que no me vea comer, así que avanzo entre los estantes hasta el final del último pasillo, en la peor mesa para leer puesto que es la que cuenta con menos iluminación, pero a decir verdad, lo único que quiero es no toparme con Alex. Desenvuelvo mi barrita con toda la paciencia del mundo pretendiendo no hacer ni un solo ruido que pudiera delatarme, puesto que el sitio está más silencio que un cementerio, y de pronto una mano se posa en mi hombro haciéndome pasar saliva. Su voz como un susurro retumba en mi oído erizándome la piel de inmediato.
*Alex: -¿No sabes que no debes comer en las bibliotecas?- Siento su nariz rozar mi cabello. -Es casi un sacrilegio, señorita rebelde...- Dice haciéndome sonreír.
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*Piper: -Lo sé, pero solo es una barra de granola.- Ella se sienta a mi lado con una sonrisa que no sé descifrar.
*Piper: -Al parecer solo los que quieres guardar... Y cuando no, prefieres cortar de tajo todo lo que podría ser.-
*Alex: -¿Vamos a empezar a pelear de nuevo?- Nuestra conversación en susurros nos hace estar bastante cerca una de la otra, y su aroma me tiene al borde de la desesperación por lanzarme sobre ella, eso sin contar sus ojos verdes que miran mis labios.
*Piper: -No, será mejor que me vaya.-
*Alex: -Espera...- Me toma de la mano y me hace detener. -Yo quería... Ummm... Me preguntaba si tu querías... No sé, tal vez comer conmigo una hamburguesa de verdad...-