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Jale estacionó el auto. La noche había caído hacía un par de horas y con la oscuridad fue su momento para escabullirse. Luego del incidente de aquella mañana había escuchado los gritos de sus hermanos y los regaños de su padre. Pero por más que acudieran a él por respuestas no dio explicaciones. Ni siquiera a Scott.

Había estado esperando el momento adecuado para salir sin ser descubierto. Luego de una romántica cena Scott le dejó en su habitación. La trancó con llave y se escabulló por la ventana. Llegó al garaje sin ser detectado y tomó prestado uno de los carros de los criados. Tenía que regresar, así que lo devolvería.

Alzó la vista al edificio frente al que estaba estacionado. En las luces de neón se leía "Hospital Universitario". Jale suspiró. Se colocó la capucha de la chaqueta y salió del auto. Acomodó en su bolsillo una bolsita de plástico y se enderezó cuanto puso al pasar frente a la cámara de la entrada.

Al entrar por la sala de urgencias esperaba encontrar una gran cantidad de personas. Sin embargo, aquella parecía ser una noche tranquila. Notó que había una mujer en la recepción. Era bastante joven, y a su parecer tenía cara de chica tímida. Así que mostró una amplia sonrisa.

– Buenas noches señorita – le dijo con coquetería.

Cuando ella alzó el rostro sus mejillas se sonrojaron como cerezas. Jale se regocijó, le encantaba provocar ese tipo de reacciones en las personas. Así era más fácil para el obtener lo que buscaba.

– Buenas noches señor. ¿En qué puedo ayudarlo? – preguntó la joven en un intento casi desesperado por no tartamudear.

– No es mucho dulce, solo estoy buscando al doctor Jack – dijo guiñándole un ojos.

– ¿Tiene una cita? – preguntó la muchacha alzando el teléfono de la recepción.

– Dígale que Scott le está buscando. – la chica asintió sin hacer muchas preguntas. Le indicó que se sentase y él obedeció.

Solo tuvo que esperar unos pocos minutos. Jack salió de la sala de descanso con su bata de médico y el estetoscopio al cuello. Se acercó a la recepción y la muchacha le guió hacia Jale. El joven le escuchó acercarse y cuando estuvo a pocos pasos se levantó.

Jack pareció un poco sorprendido al ver que usaba un nombre falso. Pero al Jale hacerle una seña de que guardase silencio, este asintió. Le tomó del brazo y lo llevó al interior del pequeño salón en el que estuvo anteriormente.

– He de decir – comenzó cerrando la puerta tras ellos – que me sorprende mucho verte aquí. –

– ¿Qué un tipo no puede venir a ver a su querido hermano mayor? – bromeó Jale dejándose caer sobre una de las sillas de los médicos. Jack rió por lo bajo.

– Claro. Pero ese no eres tú. Deja tu lengua de plata para cuando estemos fuera del trabajo. – Jack se sentó frente de su hermano, pasando un brazo sobre el espaldar de la silla. – ¿A qué has venido? –

– ¿Por qué todos los hombres de nuestra familia son tan fríos conmigo? – el sarcasmo hizo suspirar a Jack.

– Hermanito, por mucho que me alegre verte – dijo mirándole como si quisiera hacerle entender que solo lo decía para que se callara – estoy en medio del trabajo y no tengo tiempo para charlas. Así que dime que asuntos son tan importantes para que te presentaras bajo un nombre falso. –

La sonrisa de Jale se curvó. Encogió los hombros y extrajo la bolsa de plástico que llevaba en el bolsillo.

– ¿Escuchaste la revuelta que hubo en la mansión esta mañana? – preguntó.

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora