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Morgan se dejó caer sobre el asiento de su escritorio. Luego de unas cuantas rondas de ron estaba comenzando embriagarse. Normalmente tenía buena resistencia, por lo que lo común era que Ance y Simon cayesen borrachos primero que él.

Con los años Ance dejó de tomar para hacerse cargo de ellos en sus salidas grupales, pero cuando Lonny se unió a la familia volvió a beber.

Morgan no estaba borracho, pero su nivel de alcohol en sangre era suficientemente alto como para no pensar en Stev... O que al menos no se le parara cuando pensaba en él.

Revolvió el dorado licor, enfriándolo con el hielo del vaso y lo bebió de un sorbo. Nunca había tomado de la botella por un problema de higiene, y no iba a comenzar ahora por muy tomado que estuviese. Sirviose de nuevo y acercó el vaso a sus labios, percibiendo el fuerte aroma a alcohol.

Llamaron a la puerta dos veces.

"Lonny" pensó Morgan al reconocer su toque característico.

Bufó.

No entendía para qué el chico lo hacía si iba a entrar de todas formas.

– ¿Qué? – respondió, molesto por lo tambaleante que le salió la voz.

La puerta se abrió y la cabeza de su secretario se asomó. Observándole con reproche, Lonny cerró la puerta tras él.

– Está borracho de nuevo. – le dijo con clara severidad.

– No. Aún no. – respondió inclinándose hacia adelante y vaciando el baso en su boca. – Pero si me alcanzas la botella de vino que guardo para ocasiones especiales, lo estaré en dos horas más. –

– Ni siquiera es de tarde. – le criticó el muchacho. – Si Claudia le ve así... -

– No lo hará. – le interrumpió llenando el vaso con lo último que quedaba en su botella. – La pesada de mi hermana tiene su propio marido de quien encargarse. No puede estar al tanto de cada una de mis necesidades. –

– Por supuesto. Ese es mi trabajo. – respondió Lonny con convicción. – Y considero que puedo hacerlo mejor que la señorita Claudia. –

– Señorita ¿esa vieja? – bufó tomando un sorbo de su último vaso. – No bromees muchacho. –

– No bromeo. – contestó Lonny quitándole el vaso de cristal de las manos.

Sin que Morgan lo hubiese notado, estaba parado a su lado, inclinado sobre él. Tenía que averiguar cómo demonios hacía para moverse tan sigilosamente.

– Yo puedo encargarme de todas sus necesidades. – susurró acercando su rostro al de Morgan hasta prácticamente rozarle la nariz. – Solo tiene que pedirlo. –

Morgan hizo una mueca osca con los labios y lo apartó con disgusto. No entendía en qué pensaba aquel mocoso.

¿Qué no se le estaba insinuando demasiado?

¿Sería acaso aquello también culpa del alcohol?

– No seas ridículo. No hay forma de que pueda usarte. – aunque trató de utilizar toda la autoridad que tenía en su voz, seguía sonando como un muñeco chillón.

– Pensé que le había gustado. – respondió Lonny con un tono zalamero que Morgan nunca le había escuchado antes. – Anoche parecía disfrutarlo... - le susurró en su oreja. – mientras estaba siendo apretado en mi interior. –

El tono de su voz le erizaba los vellos de la nuca. Entrecerró los ojos, tratando de resistirse a la chispeante sensación que brotaba desde su oído. La voz de Lonny no era para nada como la de Stev. Era gruesa y profunda, sin una pisca de coquetería y súplica.

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora