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Inicialmente Lonny creyó que la ausencia de Ance sería un inconveniente.

Cuando Claudia trajo a Sofía la mujer se mostró renuente y decidida. Aparentaba ser testaruda y severa, difícilmente conseguirían sacar algo de ella. Lonny estaba listo para tomar el mando del interrogatorio, pero las órdenes de Morgan fueron contradictorias.

– Deja que Jonathan lo haga. – había dicho. – Ance lo estaba entrenado con ese fin ¿no?-

En el pasado Ance hizo a su subordinad participar en múltiples interrogatorios y torturas, la ultima la del hermano de Dive. El método de Ance fue tan efectivo que el joven aún se pegaba a Jonathan como una sanguijuela. Como si creyese que solo estaba a salvo a su lado.

Confiaba en Jonathan lo suficiente como para contestarle cualquier pregunta. Así que cuando lo pusieron cara a cara con Sofía, el chico la reconoció al instante.

– Ella nos traía las misiones – había tartamudeado desde la cobertura de su espalda.

Sabía que entre la penumbra de la celda en que la encerraron, la mujer no podía verlo, pero prefirió ocultarse como el cobarde que era.

Había transcurrido una semana desde la misión. Y durante ese tiempo su subordinado logró extraer información valiosa de la señorita Grade. Debido a esto, y con la cooperación de Ance y Nicole habían lanzado ataques a por lo menos tres de los hogares secretos de sus rivales. Ampliando el rango de cautivos a los que entrevistar.

Entre Ance y Jonathan, Lonny sentía que estaban cada vez más cerca de la identidad del jefe final. Aunque Lonny no participó en los interrogatorios, Jonathan le entregaba un reporte diario con los avances. Tristemente, el chico tenía el don de la inoportunidad.

Cada vez que tocaba encontraba a Lonny en una situación comprometida. Ya fuese en la oficina de Morgan o en la suya.

Todos en la casa sabían de su relación con el jefe. Esto le enorgullecía y complacía inmensamente. Morgan por otro lado, no estaba contento con las continuas interrupciones. Así que en esta ocasión, cuando llamaron a la puerta y Jonathan se anunció Morgan soltó un bufido de disgusto.

Estaban en el despacho del jefe. Morgan le sujetaba posesivamente por la cadera mientras le aferraba a su cuerpo. La silla de su escritorio soportaba el peso de los dos hombres con facilidad. Pero el carácter de Morgan no toleraba las interrupciones. Menos en compañía de su amante.

Lonny le vio agarrar un vaso de cristal y debió sujetar su mano para evitar que lo tirase contra la puerta de madera.

– Está haciendo su trabajo – le susurró a Morgan conteniendo las ganas de reírse.

– Ya lo sé. Pero se lo di justamente para evitar que nos estorbaran – protestó el hombre apretando los dientes.

Aunque Lonny sonrió, no pudo evitar sentirse un poco irritado.

– Tal vez si me hubieses dejado manejar esto – comenzó en un intento de distraerle de la puerta.

– Te hubieses volcado completamente en la misión y me hubieses ignorado. – a pesar de su entrecejo fruncido, Lonny notó un leve tono de burla en su voz. – Ya sé como trabajas mocoso. ¿Olvidas hace cuanto te conozco? –

Lonny inclinó la cabeza hacia un costado, dejando que la luz del sol que se colaba por las ventanas del despacho le iluminase el cabello.

– A veces sí. – murmuró. – Ya que tú olvidas tantas cosas. –

Morgan alzó una ceja.

– Tonterías. – contestó incrédulo. – Siempre he tenido buena memoria. – se jactó.

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora