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Los preparativos estaban listos. Lonny había ordenado que llevaran a Sofía a un cuarto donde pudieran conversar con tranquilidad. Por supuesto que le permitió el lujo de que se bañara y se alistara como correspondía a una dama de alta categoría.

Lo que ella no era.

Lonny se colocó un esmoquin. Quería que con su cambio de apariencia, la mujer comprendiera que él mismo podía ser civilizado. Que tuviese una falsa sensación de seguridad y les contase todo lo que ellos necesitaban saber.

Jonathan le esperaba fuera de sus aposentos. A su lado estaba el hermano de Dive. Lonny le pidió que lo trajera, pensando que si ella veía una cara familiar, creería que ellos cumplirían su palabra.

– ¿Listos? – preguntó acomodándose el sobretodo negro sobre la camisa blanca y los pantalones de vestir.

Jonathan asintió, al igual que el joven a su lado. El chico parecía realmente nervioso, pero por la forma en que se aferraba al brazo de Jonathan, Lonny supo que no iba a escapar.

Emprendieron la marcha. Iban de camino a las oficinas más seguras de la mansión, después de las de Morgan. En el trayecto se les fueron uniendo algunos subordinados más. Hasta que finalmente estuvieron de frente a la puerta.

Jonathan la abrió para Lonny y cuando él entró encontró a la señorita Grade sentada, en espera. Estaba usando un vestido blanco holgado. Su largo cabello recogido en un moño alto la hacía ver elegante. El maquillaje escondía perfectamente sus moretones. Pero la claridad de sus ojos advirtió a Lonny de su determinación.

Por primera vez en varios días se sintió complacido. Había cumplido uno de sus objetivos. Ahora estaba un paso más cerca de terminar con el complot.

Tomó asiento en el sofá frente a Sofía. Sus ojos se encontraron, pero ella bajó la cabeza primero.

– Espero que haya tenido un buen baño. – dijo Lonny intentando imitar el tono que usaba con Claudia. Lentamente la mujer asintió.

– Muy cómodo. – murmuró. – Siempre y cuando cumplas con tu palabra, pretendo decirte lo que sé. –

– Por supuesto – Extendió el brazo, recibiendo un papel enrollado de manos de Jonathan. Sabía que los ojos de Sofía lo seguían. Así que notó de inmediato cómo reconoció al hermano de Dive – Este es nuestro contrato. Como vez tiene el sello oficial de la familia. No hay documento más oficial. –

La mujer lo desenrolló, examinándolo atentamente. Sus ojos buscaron al hermano de Dive una vez más antes de releer el documento. Luego de un par de segundos, lo dejó sobre la mesa.

– Muy bien. – dijo – firmaré. –

Lonny asintió, complacido. Sacó una pluma y se la ofreció a Sofía. Ella dudó, pero terminó aceptándola. A Lonny no se le escapó como temblaban sus manos mientras escribía. Finalmente, ella le devolvió el documento y la pluma. Lonny firmó antes de devolverle el papel a Jonathan.

– Ya que están terminadas las formalidades, vallamos al grano. – dijo Lonny acomodándose en el sofá. - ¿Quién es el jefe? ¿Cómo reunió el poder para atreverse contra Morgan y Nicole? –

Sofía se tensó ante las preguntas. Por unos instantes guardó silencio. Finalmente, comenzó a hablar. Incluso el maquillaje no pudo disimular su palidez por más tiempo.

– Sebastián Templet Vels – murmuró – el único sobreviviente de la familia Templet. –

Lonny creyó que el piso bajo sus pies estaba abriéndose. Conocía aquel apellido.

No había nadie que se atreviese a llamarse mafioso que no le conociera.

La Familia de Alastor Templet fue en su tiempo la más antigua. Todos los descendientes de Alastor se dedicaron al narcotráfico. La trata de personas era su negocio favorito. Gobiernos enteros respondían a sus comandos. Tenían una red de inteligencia que se decía podía alzar un país sin necesidad de que el hombre se levantarse de la silla. Muchos de los métodos de tortura que usaba Ance los aprendió de los informes que perduraban de Alastor.

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora