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Estaban sentados en la terraza con la luz de las velas y el reflejo de la luna como única fuente de luz. La suave briza acariciaba el cabello de Ance, llenándole de una nostalgia que no reconocía. Había escogido usar una camisa blanca y un pantalón negro de vestir para la ocasión. Para él, era absurdo estar teniendo aquella velada. Más cuando había una operación en marcha en ese instante.

Nicole no parecía compartir su criterio. Sentado frente a él, el hombre disfrutaba embelesado de su copa de vino. Mientras hablaba de temas mundanos su mirada ascendía de los jardines hasta el rostro de Ance. Cada vez haciéndole partícipe de su discurso, interesándose por sus opiniones y criterios. Y aunque Ance quería tener la cabeza en otro lado, no podía evitar estar complacido por tales atenciones.

Hubo un tiempo en su juventud en que realmente amaba ser el centro de atención. Sabía que fue durante los años que compartió con Nicole. Y sin embargo, se sentía furioso al pensar que estaba dejándose distraer.

Esta noche tenía una ruta de escape. Podría limpiarse el cuerpo de aquella asquerosa intoxicación que le tenía soñando día y noche con su captor.
Sería tan fácil como decir un par de palabras. Y sin embargo, no lo hacía.
Por un instante tuvo la duda de si sería a causa de la misma droga. Pero sería un golpe a su orgullo que una sustancia química le manipulase de aquella forma. Cuando aquel pensamiento cruzó por su cabeza sintió unos dedos cálidos entrelazarse con los suyos. Su vista vagó hacia el lugar, observando a Nicole sostenerle las manos entre las suyas.

- Estás distraído. – le dijo el hombre casi en un susurro demasiado seductor como para ignorarlo.

- Me preocupa la misión. – se excusó.

- Te aseguro que Lucien lo tiene bajo control. – por el tono tranquilizador de Nicole Ance supo que el hombre buscaba consolarlo. Y la idea hizo que le cosquilleara el estómago. – Los chicos llamarán si se presenta alguna dificultad. –

- Si les da tiempo. – murmuró entre dientes, sacándole una sonrisa a Nicole.

- Siempre has sido un pesimista. – le acusó.

- Eso no es verdad. – se excusó Ance. – La palabra que estás buscando es sínico. –

- ¿No somos sínicos todos? – preguntó Nicole medio en burla, acariciando con el pulgar el dorso de la mano de Ance. - Este mundo nuestro no permite inocentes Ance. Incluso la criatura más hermosa es fácilmente letal. –

Lentamente se inclinó hacia adelante, besando las manos del hombre. Acentuando la afirmación. Dejándole claro que hablaba solamente de él. Entonces Ance perdió la noción del tiempo y de su entorno. Se alzó de su silla y avanzó hasta el hombre, observándole atentamente.

Tomó la silla y la arrastró hacia atrás, lo suficiente para sentarse sobre los muslos de Nicole. El sujeto pareció sorprenderse, pero cuando sus pechos chocaron y Ance devoró sus labios no hubo objeción ni resistencia.

Ance sintió a la bestia de su interior despertar y ronronear como un gatito joven, haciéndole sentir tranquilo y complacido.

A pesar de la intensidad del beso, había algo no-sexual en el. Era demasiado cálido para volverlo hambriento. Muy necesitado para ser feroz. Incluso las manos de Nicole que normalmente irían directo a su cadera, le acariciaron la espalda como si intentase consolarlo. Distraerlo.
Se separaron un instante. Lo suficiente para que Ance viese los ojos del hombre billar a la luz de la luna. Para que notara que eran más hermosos que las estrellas.

- ¿Estás mejor? – preguntó Nicole. Y la dulzura de su voz le revolvió las entrañas.

Una sensación demasiado agradable. Pero que le llenó de terror.

- Creo… que necesito ir al baño. – dijo, sin darle tiempo a Nicole para retenerlo.

Se levantó de su regazó y se encaminó directo al cuarto de baño. Trancó la puerta con pestillo y se recostó en el lavamanos. Sabía lo que tenía que hacer, pero su cuerpo le suplicaba que no lo hiciese.

Tenía miedo de su dependencia hacia Nicole.

Estaba aterrado de perder sus sentimientos por el hombre.
Odiaba el simple hecho de su temor.

“Vamos Ance” se criticó “No te acobardes ahora”

Metió las manos en el bolsillo, extrayendo la caja de madera que Jale le diese.  La apoyo sobre el lavado de porcelana, abriendo el cerrojo con demasiadas prisas. La bestia en su interior rugió de furia. Exigiéndole a Ance que se detuviera.

Pero Ance no paró. Encontró dentro una jeringa preparada y llenó la carga. Todo estaba listo. Podía ver el líquido en el interior llenar el tubo de cristal. Extendió el brazo y la inyectó.
Apenas sintió el piquete. Su pulso estaba acelerado, las manos le temblaban y aún así estaba luchando contra aquella fuerza que le impulsaba a ceder. A rendirse.
A permitirse ser feliz con Nicole.
Y cuando esa idea le cruzó por la cabeza  inyectó los últimos mililitros que quedaban en la jeringa.

Suspiró. Separó la aguja y la envolvió en una servilleta antes de tirarla por separado de la jeringa en la basura. Guardó el resto del antídoto en la caja y se lavó las manos y el rostro antes de regresar fuera.

Podía sentir su interior revolverse, lleno de dolor y preocupación. La bestia parecía lamentarse por la pérdida de Nicole. Pero Ance se repetía que había tomado la decisión correcta. Ahora ya no se dejaría mangonear.

No disfrutaría el sexo, ni las caricias. No habría cosquillas ni placer por acciones que deberían disgustarle. Y aún así se sentía terrible.

“Puede ser un efecto secundario” intentó consolarse. Creyendo que ese vacío en su interior se iría con el tiempo.

- ¿Jonh? – la voz de Nicole le paralizó.
Alzó el rostro con lentitud, intentando prepararse para no sentir nada frente a aquel hombre. Para verle como realmente era.

Pero bajo la luz de la luna y el reflejo de las velas, observándole con aquellos ojos escarlata más brillante que las piedras preciosas, le encontró terriblemente guapo. Su rostro se acaloró. Los latidos de su corazón se aceleraron y las palmas le sudaron.

“No ha funcionado” pensó, viéndole acercarse visiblemente consternado.

- ¿Todo bien? – susurró alzando las manos para envolverle el rostro. Ance sintió el aliento estancársele en la garganta.

Entonces lo supo.

- Nada está bien. – contestó con un suspiro.

Pero no quería darle explicaciones. Envolvió los brazos alrededor de Nicole, sumiéndolo en un abrazo que resultó demasiado dulce para lamentarlo. No cuando su cuerpo y el monstruo en su pecho estaban tan felices por sus acciones.

“Estoy condenado” pensó. Preguntándose si sería capaz de tomar la decisión correcta de nuevo.

“Amo a este hombre”

Una solitaria lágrima descendió por su mejilla.

No había otra explicación a su sensación de pérdida.

A su alivio al comprobar la veracidad de sus sentimientos. La pasión nunca le llevó tan lejos. Aquello solo podía ser más profundo.

Lo tenía claro.

Y sabía que lo lamentaría.

Pero en ese momento, cuando Nicole empezó a besarlo y a envolverlo en el placer de sus emociones, Ance no pensó en dónde estaba o con quien. Si tenía que escoger, prefería volver a ser John. A estar con Nicole en el granero.

No supo cuanto tiempo estuvieron intercambiando besos. Solo que el persistente timbre del móvil de Nicole explotó la burbuja en la que se había sumido.

Con un suspiro molesto, Niole sacó el teléfono de su chaqueta. Su rostro solo se relajó al ver la pantalla. Descolgó el teléfono y contestó, poniéndolo en altavoz. 

- Lucien, informa – Ance alzó el rostro, percibiendo todos sus sentidos centrarse de nuevo.

- Padre, la tenemos. –

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora