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Mientras observaba a Ance dormir, Nicole trataba mantenerse a flote en sus pensamientos. Por años había creído que cuando aquel momento llegase, sería capaz de obtenerlo todo.

Y ahí estaba. Delirando sobre su incompetencia. Molesto de su falta de control.

La droga había tenido un efecto secundario en Ance.

En vez de tranquilo y sumiso le volvió violento y vengativo. Per se, Ance era una máquina de matar. Con sus instintos a flor de piel se volvía letal. Solo había que ver cómo se llevó por delante a tantos de sus hombres. Sin embargo, Nicole se sabía el único responsable.

No podía culpar a Ance por sus acciones.

No quería hacerle responsable. Ni castigarle.

Pero alguien debía recibir un castigo. Y Nicole tenía en claro quién era. Siempre su lema fue "La familia primero". Incluso cuando luchaba con Morgan por las mejores mercancías nunca entraba cuando era más de lo que podían tomar. A medida que crecieron en poder tales ocasiones se volvieron menos frecuentes.

Él se volvió prepotente.

Llegó a creer que podía controlarlo todo.

Se creyó intocable e inamovible...

Hasta que Ance casi le clava una aguja hacia el cerebro.

Nunca olvidaría aquella mirada de odio. Le había visto matar antes, siempre mostrando una máscara de desinterés. Esta vez, había sentimientos. Oscuros y malvados. Pero tangibles. Y a Nicole le desagradaba la marca que dejaban en su cuerpo y su conciencia.

Él lo había causado.

Lo peor, no estaba dispuesto a renunciar al cuerpo de Ance. Aunque aquel desagradable episodio volviese a repetirse. Era egoísta. Lo entendía. Pero a su juicio, solo se vivía una vez y el no estaba dispuesto a irse al infierno sin haber cumplido su mayor deseo.

Tendría a Ance sin importar el costo. Pero pagaría el precio.

No dejaría que tamaño crimen quedase impune.

"Que así sea" pensó mientras tomaba una determinación.

Observó al hombre que yacía plácidamente sobre la cama y se inclinó para tomar sus labios. Un beso, luego dos. Sus labios recorrieron todo el trayecto del cuerpo de Ance hacia abajo. Mientras inhalaba su aroma, Nicole pensó que era él quien parecía drogado.

Se levantó de la cama, acomodándose la ropa con desinterés. Abrió el closet y echó a un lado la ropa. En el fondo del gran armario había una caja fuerte. Tecleó los números y la tapa se movió sin hacer ruido alguno.

Un brillo plateado emanó desde el interior cuando los rayos del sol de la mañana tocaron el recipiente. Dos botellas de cristal. Una portaba un líquido transparente, como el agua. La otra una sustancia amarilla. Nicole tomó la botella transparente antes de cerrar la caja fuerte y ocultarla.

Observó el líquido en su mano.

Se suponía que contrarrestaría los efectos secundarios. Lamentablemente, al ser un inhibidor, disminuía los efectos de la droga. Ance aún sentiría deseo por él. Le buscaría con necesidades incontrolables, pero tendría más libertad de pensamiento. Sería capaz de resistirse a los efectos. Y aquello era justamente lo que Nicole no quería.

Tristemente para él, no tenía muchas opciones. La consecuencia sería otros episodios como aquel.

Con un suspiro, destapó la botella y tomó el líquido en su boca. Echó el cristal a la basura y regresó al lecho. Con sus dedos acaricio el rostro de Ance, creyendo que sería la última vez que le vería dormir tan plácidamente en su cama. Inclinó su cuerpo, cubriendo el del sujeto. Lentamente se apoderó de sus labios.

La Tortura de LonnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora