XVII

837 54 2
                                    

Narración Ruki:

Al día siguiente. Todos nos encontrábamos listos para ir al instituto, todos menos [T/N].

Supuse que por su experiencia de ayer, había tenido pesadillas y no pudo dormir bien.

—Mou~ Será que vayas de una vez a despertarla, Ruki~—. Opinó Kou sonriendo divertido.

Suspire pesadamente, me sostuve del barandal de las escaleras y empecé a subir mirando hacia el pasillo.

Estaba empezando a dudar de que mi hermana estuviera tardando tanto por una pesadilla. Al llegar a la puerta de su habitación, toque levemente y espere una respuesta.

—¿[T/N]?—. Pregunté para despues guardar silencio.

No hubo una respuesta por parte ella, pero si empezaba a llegarme un olor raro.

Mire a todos lados confundido, olía precisamente a sangre. No a sangre normal, si no más bien sangre con químicos.

Al mismo tiempo, subían corriendo Kou y Yuma con Azusa en brazos.

Al llegar me alejé de la puerta, mire como Yuma bajaba con cuidado a Azusa y se acercaba a la puerta preparándose.

—¡Cuidado, [T/N]! ¡Vamos a pasar!—. Exclamó Yuma asustado y retrocediendo un poco.

Tomo la fuerza necesaria para volver a lanzarse sobre la puerta y darle una patada derrumbandola.

Al asomarnos todo estaba a oscuras, pero se podía escuchar la agitada respiración de [T/N] sobre la cama.

Me acerqué rápido a ella y prendía la lámpara que tenía a un lado.

Cuando la luz alumbró su rostro, me sorprendió el ver cómo salía sangre de su nariz, boca y ojos.

—¿Ru-ruki...?—. Preguntó a duras penas mi nombre.

—Esta bien, [T/N]. Lo estamos llamando a ÉL, tranquila—. Murmuraba en un tono calmado mientras acariciaba si rostro.

Pude mirar en sus ojos a un lado de la sangre, como se acumulaban lágrimas y caían por sus mejillas mezclándose con la sangre en el camino.

—Ruki...No quiero morir...—. Murmuró otra vez como pudo.

Al escucharla decir aquellas palabras, una luz roja se prendió dentro de mí.

Tome su mano y la puse en mi mejilla, sentía como movia su dedo pulgar para acariciar mi mejilla. Sonreí levemente, mientras ella volvía a dejar escapar algunas lágrimas.

[. . .]

Gracias a ÉL, logramos llegar a un hospital especializado en personas como nosotros.

Mis hermanos y yo nos encontrábamos en la sala de espera, mientras ÉL coqueteaba con algunas enfermeras.

—¿Qué demonios hace ÉL aquí, Ruki?—. Cuestionó con molestia Yumaz viendo al rey vampiro.

Suspire.—No podemos quejarnos Yuma, ÉL nos ha ayudado mucho—. Le recordé a mi hermano, solo recibí un gruñido.

Durante los siguientes minutos nos la pasamos en silencio mientras de fondo se escuchaba la risa del peli-plateado.

—¿Familiares de la Srta. Mukami?—. Cuestionó un médico saliendo de la habitación.

 Cuestionó un médico saliendo de la habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Soy su padre—. De un momento a otro, ÉL había aparecido a lado del médico.

Nosotros sólo nos mantuvimos, ahora no único que podíamos hacer era dejarlo todo en manos de ÉL.

—Señor, su hija se encontraba con una severa intoxicación en su cuerpo. Pudo perder sus otros sentidos—. Notificó el médico frunciendo el ceño.

Nos miramos confundidos mis hermanos y yo, no entendíamos cómo eso era posible.

Nuestra hermana nunca consumió algún fármaco para su propio consumo. Algo no estaba bien en todo esto.

Narración:

Cuando KarlHeinz escuchó aquello por parte del médico, sintió quien pudo haberle dado algo así.

Pero antes de confirmarlo, pidió la investigación sobre aquel químico que la había intoxicado.

Cuando le fue enviado el informe médico, se despidió de tus hermanos diciendo que los dejaba a cargo a ellos.

Una vez salió del hospital rápidamente se tele transportó a la puerta de la casa de sus hijos. Sonrió ampliamente y tocó la puerta con fuerza.

—¿Pero qué acaso no tienen edu--—. Guardo silencio el magane al verlo a ÉL en la entrada.

KarlHeinz sonrió aún más al tener la suerte de que a quien buscaba le abría la puerta.

—Ha pasado tiempo, hijo. Quiero hablar contigo—. A pesar de estar sonriendo, su tono no sonaba amigable.

El magane sintió un escalofrío y como empezaba a sudar frío. Sea lo que sea, lo que quisiera hablar ÉL no era nada bueno.

Continuará...

EL AMOR ES CIEGO    |    REIJI SAKAMAKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora