Había una vez:
Una historia de tres chicas, la hijastra humillada, la huérfana mortal y la hija no deseada. Metidas en su propio mundo alejadas de los demás, pasan los años, pero su mundo de soledad no parece desaparecer jamás.
¿Qué puede ser peor q...
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Ruby Rose nunca había tenido una noche tan mala, y eso era mucho decir viniendo de ella.
Sí, había estado acampando a la intemperie estos últimos meses pero siempre había tenido la tranquilidad de que todo era seguro y que podía pasar la noche tranquila sin temer que algo le pasara a sus amigos. Tampoco se parecía a las veces de cuando era más pequeña y siempre despertaba porque en sus sueños veía la sangre rojo como rosas de su madre debido a que su mente se ponía a divagar en lo sucedido, o cuando había visto como Celadon...
No, mejor no pensar en eso.
Ni siquiera había estado tan mal cuando las pesadillas de Beacon atacaban sus sueños, mostrándole como Pyrrha moría una y otra vez, mientras que ella no podía hacer nada, solo observar y llorar.
Quizás no era tan malo porque siempre había tenido la seguridad de que sus amigas estaban cuidando su espalda y, si algo iba a pasar, al menos estarían juntas para enfrentarlo.
Pero ahora Weiss, Blake y Yang estaban hechas polvo, las dos primeras habían agotado su aura así que solo era cuestión de que tuvieran un buen descanso para que volvieran a luchar, su verdadera preocupación era su hermana mayor, estaba tan malherida que ni siquiera se podía poner de pie ella sola, era como si todo sus músculos y huesos hubieran decidido irse de vacaciones.
Ruby estaba preocupada por sus amigas, que más que amigas ahora eran familia.
Kinney, Adair y Moon le habían asegurado miles de veces que todo estaba bajo control ahora y que podía tomar un descanso porque ellos iban a cuidar de que nada viniera a atacar a Winter por segunda vez en la noche, después de todo, ese era su trabajo y con los anteriores guardias muertos, lo mejor era que parte de la élite se hiciera cargo.
Ruby quiso creerles, quiso pensar que todo iba a estar bien y que mañana se preocuparían por Salem, ahora lo que necesitaba era recobrar fuerzas y tener la mente fría que se suponía que como líder de equipo debía tener, nada más tenía porque salir mal, Moon, Kinney y Adair ya habían demostrado ser lo suficientemente buenos en su trabajo y harían lo que sea para mantenerlas a salvo.
Pero no podía, el pánico era demasiado.
Cada que cerraba los ojos, miles de flashbacks de Beacon surcaban su mente o le mostraban a una adolescente de cabellos celestes y rojos siendo atravesada por un Grimm, las dos veces, Ruby no había podido hacer nada. Ahí era cuando se despertaba aterrada solo para comprobar que todo estuviera bien y, cuando se determinaba a dormir, la historia empezaba otra vez. Hubiera matado por ir a la cocina y tomar un café que la ayudara a dormir, pero no le gustaba la idea de andar sola por los pasillos con Salem cerca y aun menos le gustaba la idea de dejar a sus amigas sola.
Quizás fuera lo mejor que no pudiera dormir.
Era la única que podía neutralizar a Cinder y, con un poco de suerte, a Salem, no confiaba en que los barrotes fueran capaces de retener a gente con poderes a pesar de que estuvieran en distintas celdas. Alguien debía cuidar que todo estuviera bajo control, y si alguien debía hacerlo, era ella, porque era la líder del grupo y tenía que cuidar de la gente que amaba, no estaba dispuesta a perder a nadie más por culpa de Salem, Ozpin y los tontos dioses.
