Había una vez:
Una historia de tres chicas, la hijastra humillada, la huérfana mortal y la hija no deseada. Metidas en su propio mundo alejadas de los demás, pasan los años, pero su mundo de soledad no parece desaparecer jamás.
¿Qué puede ser peor q...
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—¿Negociar... por su vida? —la voz de Kai titubeaba al preguntar, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
Cinder forcejeó en los brazos del guardia rubio buscando con desesperación liberarse, alguna forma debía haber. Su cuerpo entero estaba temblando a pesar de que hacía calor en la habitación, pero el miedo se sobreponía a ella, nunca había estado tan asustada en toda su vida.
Se sentía tan impotente, no tenía idea que hacer para resolver este desastre.
—Bienvenido al mundo de la política real —Cinder alzó los ojos para ver cómo Levana llevaba la copa de vino a sus labios y bebía un sorbo de esta, provocando que la cyborg hiciera una mueca de desdén, odiaba cada tono de su dulce voz, cada expresión que hacía, cada parte de su físico, odiaba a la reina por lo que le estaba haciendo.
Y la odiaba más por lo que le estaba haciendo a Kai, a Neo, a Ainia, a Peony, a todas las personas que quería.
—Este no es el momento ni el lugar para discutirlo —dijo Kai con los labios apretados de la rabia, pero el resto de su gesto era serio y formal, como si quisiera mantenerse impasible para no cabrear más a la reina.
Cinder regresó a ver a su lado derecho y sus ojos se enfocaron en Neo y el guardia pelirrojo que la sostenía, él tenía una mueca de satisfacción y superioridad, como si la niña que tenía agarrado no lo fuera a volver a humillar tal cual hace unos minutos. Neo a su lado era un paisaje completamente diferente, mantenía un rostro neutral y quemimportista, como si esto fuera algo de todos los días para ella lo que, considerando su pasado, así debía ser, pero sus ojos saltaban de un lado a otro y Cinder casi podía ver los engranajes en la mente de su amiga para formar un plan que las sacara sanas y salvas de allí, a la vez evitando que la reina descargara su furia contra los presentes en el palacio.
Neo era una cazadora y era mucho más inteligente que cualquier persona en la sala, si alguien podía hacer que salieran ilesos de ese lugar, sería ella, al menos eso era lo que esperaba.
—¿No lo es? —la reina Levana rio burlonamente, como si Kai fuera un niño pequeño que no sabía nada de la vida, aquella risa hizo que Cinder la odiara todavía más, toda la rabia ardía en ella—. Me parece que esta discusión involucra a cada persona en esta habitación. Después de todo, usted quiere la paz. Quiere mantener a salvo a sus ciudadanos. Ambos son propósitos admirables... —los ojos de Levana se clavaron en Cinder, luego en Neo, ambas veces brillaron con rabia, en una persona más que en la otra, pero la mecánica solo apartó la mirada con una clara mueca de desdén, quería gritarle tantas cosas—. También quiere salvar a estas infelices. Entonces, que así sea.
Cinder no tenía tiempo para escuchar la irritante voz de Levana, tenía otras cosas más importantes que hacer, como por ejemplo, buscar a Ainia y verificar que estuviera bien, había sido un grave error traerla. Finalmente los ojos de Cinder detectaron a la pequeña, la cual ya había desvanecido la ilusión y había recobrado normalidad. Ainia estaba siendo sostenida en los hombros con cuidado por Aoki, la princesa veía la escena horrorizada detras de Peony, la cual se veía más confundida que otra cosa, porque sus ojos saltaban del estómago de Cinder, luego al pecho de Jacin, después al hombro izquierdo de Levana y para finalizar, al codo izquierdo de Cinder.
