4. Una flor peculiar

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¿Qué se puede hacer más que intentar encontrar una razón lógica con respecto a lo que parecieran ser visiones de algo irreal? Para Aidan, ya nada era coherente. Su mente se había atascado en hallar respuestas a sus infinitas preguntas, y aunque sabía que no podría contestar cada una de ellas solo, eso es lo que intentó vanamente desde un principio.

No dejaba de pensar en ese joven, ese muchacho pelirrojo con unos ojos muy llamativos y que, de cierta manera, causaron algo dentro de él. Dio varias vueltas al asunto, y sólo consiguió llegar a la conclusión de que esos orbes lo cautivaron porque le hacían recordar a los de su padre.

Cuando posees un vínculo muy fuerte con una persona y pasas muchísimo tiempo a su lado, las cosas más imperceptibles para otros se vuelven obvias para uno; y eso es lo que Aidan sentía. La relación padre e hijo había sido de las mejores, ambos se complementaban perfectamente, pero su muerte lo arruinó todo: la vida de Aidan, su forma de ser, su manera de pensar, sus emociones; cada parte de él había quedado dividida, despedazada, y por un momento, cuando vio los ojos del contrario, le devolvieron parte de su alma, parte del antiguo Aidan que sonreía en todo momento y lugar.

Sentía algo dentro suyo cada vez que pensaba en el joven de cabellera de fuego, y sólo se intensificaba cuando estaba frente a él. Lamentablemente Aidan no sabía qué era, y eso lo estaba carcomiendo por dentro.

El ojiverde se dispuso a bajar hasta la sala de estar, donde se encontraba su madre tranquila leyendo el diario, como siempre. Aidan negó y, luego de acercarse a ella y sentarse a su lado, habló.

-Hola, ma...

-Hola, hi -respondió Emma con una sonrisa en sus labios-... ¿Sucede algo?

-Emm... ¡No! Bueno, quería preguntar si sabías algo acerca del lugar y de los antiguos inquilinos.

-Estuve hablando con la persona que nos vendió la casa ya que me parecía algo raro que este tipo de propiedad salga tan barata, y solamente me dijo que la familia que vivió aquí antes que nosotros no tuvieron inconveniente alguno, o por lo menos jamás se quejaron, pero sí dijo que le pareció muy extraño el hecho de que de un día para el otro estos devolvieron la llave y se fueron de la casa sin razón alguna, sin decir una sola palabra más que "gracias".

-Eso es raro... ¿Por qué se irían? ¿Y por qué no dijeron nada si decidieron irse?

-Bueno, supongo que sería algo personal. De todos modos, recuerdo que me contó que parecían algo afectados...

-¿Afectados? -preguntó Aidan curioso- ¿Cómo?

-No lo sé. Dijo que cuando el hombre dejó la llave en la casa logró ver dentro del auto y su hija mayor estaba llorando, la esposa estaba acongojada, y el rostro del mayor no parecía ser del todo alegre.

-Es raro...

-¿Y tú? -inquirió Emma- ¿A qué se debe la pregunta?

-Simple curiosidad... Vaya uno a saber las historias que han ocurrido aquí, ¿no?

~ ♥ ~

Aidan se sentó frente a la computadora y comenzó una exhaustiva búsqueda acerca de los orígenes de la casa y sus principales propietarios. La información era escasa y cada una de las páginas contaban los mismo.

-La Casona Willington fue creada en 1811 por el arquitecto bla bla bla y es considerada una de las bla bla bla -leía Aidan algo apresurado-. Los Willington eran sin duda una de las familias más ricas de ese momento, y construir una gran casa cerca del bosque era el sueño de la esposa del Sr. Willington, Margaret. Sin embargo, una vez finalizada la construcción, y a los pocos meses de vivir allí, la familia comenzó a experimentar algunos extraños sucesos fuera y dentro de su hogar. La hija menor de la familia Willington, Anne, afirmaba reiteradas veces ver a un jovencito con ropas anticuadas que se encontraba en el bosque con el fin de tan solo poder hacer un amigo, pero en vano, ya que ningún otro miembro de la familia podía ver algo.

Alma en Pena [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora