20. Uniendo piezas

102 22 31
                                    

-Amigo, ¿estás bien? -preguntó Hayden preocupada ya que el joven frente a sí se encontraba totalmente pálido, y no era para menos.

-S-Sí, no te... N-No te preocupes. Es que... Debo irme. Recordé que... Bueno, que...

-Tranquilo. Luego me contarás... ¿Seguro estás bien?

-Sí... Gracias por recibirme y, b-bueno, hablamos luego.

Hayden acompañó a Aidan a la puerta y, luego de despedirse, la sonrisa del muchacho se desvaneció por completo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. La noticia lo tomó por sorpresa, se encontraba realmente afligido por ello y no sabía muy bien qué pensar al respecto.

Luego de unos minutos, Aidan llegó a su casa y, al notar que aún no había nadie, decidió ir rápidamente al bosque para poder hablar con Jacob. Llegó donde la piedra y, algo inquieto, esperó por el pelirrojo.

¿Por qué jamás le había dicho nada? ¿Acaso sabía que él ya conocía a Hayden? ¿Qué pasaría ahora? Los pensamientos del ojiverde vagaban por un mar de incertidumbre, y sus ansias eran tantas que no podía evitar comerse las uñas, un hábito que no consentía hasta ese momento.

-¡Hola, Aidan! -saludó Jacob con una sonrisa en sus labios por la felicidad que el contrario le transmitía.

-¡Jacob! Emm... ¿C-Cómo estás? -preguntó Aidan algo nervioso.

-Ya sabes... Muerto -respondió el ojimarrón intentando que Aidan se ría, pero parecía que el joven no tenía un muy buen día-. ¿Y tú?

-Tenemos que hablar... -escupió Aidan, y ambos se sentaron en la roca.

-Soy todo oídos.

-¿Sabías que conocía a Hayden? Quiero decir, ¿sabes que somos amigos?

-Hayden -repitió el contrario con una sonrisa-. ¿Cómo está ella?

-Bien... Bueno, algo dolida aún. Entonces, ¿es verdad que fueron novios?

-Totalmente. La adoraba con toda mi alma, es una chica estupenda; aunque, estoy seguro de que eso ya lo sabes.

-Concuerdo... ¿Pensabas decírmelo en algún momento?

-No sabía que eras amigo de ella y, además, tampoco preguntaste sobre mi vida amorosa que yo recuerde.

-Hmm... Buen punto. De todos modos, ¿por qué te apareciste a mí y no a ella? ¡Estoy seguro que le hubiera encantado poder verte!

-¿Con qué fin, Aidan? Solo la ilusionaría... No puedo permanecer mucho tiempo fuera de aquí, sería algo mucho peor para ella. Es mejor dejar todo como está...

-¿Y qué hay de mí, Jacob?

-¿Disculpa?

-¿Qué me hace diferente a ella?

-Nada, debo admitir que a veces me recuerdas muchísimo a ella... No me refiero físicamente, sino en la forma de ser, de plantear las cosas, incluso de pensar.

-¿Sabías que tiene rosas negras en la entrada de su casa? Unas las plantaron por su madre y las otras por ti.

-No tenía idea. Compartíamos ese gusto con su madre, era una excelente persona.

-No lo dudo... Oye y, ¿entonces crees que visitarla no le hará bien?

-No, Aidan... Es mejor dejar las cosas así. No quiero estropear lo mucho que de seguro ha avanzado.

-Lo entiendo...

-Todo es cuestión de tiempo, niño. La muerte de un ser querido, una amistad, el amor...

Alma en Pena [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora