Las horas pasaron hasta formar días enteros en los que ni Aidan ni Jacob se animaron a dirigirse la palabra. El dilema entre ellos era mutuo, sus mentes estaban divididas y ninguna de las dos opciones que estas planteaban eran fáciles de asimilar y aceptar.
Jacob se preguntaba de forma recurrente si la decisión que tomó fue la acertada, si estaba haciendo lo correcto y, aunque opinaba que la elección había sido oportuna y la más inteligente, también era verdad que no podía negar esas intensas ganas de estar junto a Aidan; ese deseo de dejar que todo simplemente fluya y que el tiempo se encargue de decidir por ellos. En esa fracción de segundo cuando los pensamientos invadían su fría mente era cuando el pelirrojo se decía a sí mismo que era una completa estupidez, que hacer eso implicaría confinar a Aidan -ese muchacho al que solo quería brindarle lo mejor- a una vida totalmente encadenada, llena de restricciones. Jacob era consciente de su estado actual y, para ser honestos, también lo era con respecto a la idea de ser una "pareja normal", algo que sería imposible para ellos.
Aidan, por su parte, no pudo evitar llorar durante largos períodos de tiempo con la Luna de testigo. Las noches que pasaron se habían vuelto su zona segura para descargar toda esa tristeza y -en parte- odio que poseía dentro. Su corazón había sido quebrado en minúsculos pedacitos y no sabía cuánto tiempo iba a pasar hasta finalmente lograr rearmarse. No fue hasta una de las últimas noches en las que se encontraba en su cama acostado, inexpresivo, mirando hacia el techo con la mirada más fría que podía tener. Pensaba en todo y no sabía muy bien qué hacer con Jacob; incluso llegó a pasar por su mente la idea de dejar todo y olvidarse de Jacob. Sin embargo, algo dentro suyo suplicaba a gritos que debía llegar al fondo de todo lo acontecido, de todo aquello relacionado al ojimarrón; más específicamente, de su muerte.
Esa misma noche, Aidan se levantó de su cama, se sentó frente a su escritorio, agarró un papel y un lápiz y, luego de un suspiro, comenzó a pensar y analizar cada pista y detalle que recolectó en las últimas semanas. ¿Qué sabía con respecto a lo sucedido? Gracias a Hayden, pudo saber que Jacob tuvo un accidente con su bicicleta en una zona específica de una ruta de la cual por el momento desconocía el nombre. Estos eventos pasaron el 20 de febrero, fecha en la que justamente su padre tuvo un accidente con el coche... En ese instante, Aidan supo cuál era la variable que faltaba en esa ecuación: ¿dónde sucedió el accidente que llevó a su propia sangre a la muerte? El rubio dejó las cosas en su escritorio y bajó las escaleras decidido a acabar de una vez por todas con la intriga y la ansiedad que esa simple pregunta causaba.
Esperó impaciente a su madre durante algunos minutos hasta que finalmente la fémina apareció. La misma llegó algo cansada y no se dio cuenta de que su hijo estaba sentado en el sillón.
-H-Hola, mamá...
-¡Hijo! No te había visto... ¿Cómo te encuentras?
-Bien. ¿Y tú? -preguntó Aidan, quien no quería quedar como un maleducado al ir directamente al grano.
-Muy cansada... Horas sentada frente a la maldita computadora corrigiendo quién sabe cuántos errores de ortografía... Es increíble la cantidad de personas que no usan signos de puntuación, o al menos correctamente. ¡Algunos pareciera que hablan de corrido: no hay comas, puntos, nada!
-Me imagino, debe ser agotador...
-Sí, pero bueno, ¿a quién esperas?
-Ma, tengo q-que preguntarte algo...
-¿Está todo bien, cariño?
-S-Sí... Solo, emm... Sé que papá murió en un accidente de auto y eso pero, tengo curiosidad por saber dónde ocurrió. ¿Tú... lo sabes?
-¿Y esto a qué viene? -cuestionó Emma algo confundida. A decir verdad, no entendía porqué de repente esa información podría importarle tanto a su hijo.
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Alma en Pena [GAY]
Teen FictionLa repentina muerte del padre de Aidan obliga a la familia Brooks a mudarse a un pequeño y aburrido pueblo a unos minutos de la gran ciudad. Allí el joven deberá iniciar una nueva vida, así también como lidiar con los nuevos y fuertes sentimientos h...