16. Desaparecido

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Pasaron algunos días desde la vez que Patrick fue a la casa de Aidan. Éste último hacía vida normal y aquel día no era la excepción. Despertó como de costumbre, puntual y sin apuros; fue al instituto, saludó a Patrick -con quien empezaron a tener más contacto y, finalmente, formaron una amistad- y se sentó junto a Hayden. Las clases finalizaron y volvió a su casa, donde almorzó con su hermana.

-¿Qué onda hermanito? ¿Y Jacob?

-Uff, sinceramente no lo sé. No lo veo desde hace unos días -Su rostro se tornaba entre preocupado y afligido-. No debería decirlo, pero lo extraño... Un poquito.

-¡Jaja! ¡Maldición! Son muy tiernos... Aunque, no quiero sonar aguafiestas pero, debes tener en mente que es un fantasma.

-¡Créeme que lo tengo presente en todo momento! Aunque, de cierta forma...

-¿Qué...?

-¡Es complicado! A veces siento que es real, ¿me entiendes? ¡Me da vergüenza hablar de estas cosas con vos!

-¡No! ¡Ey! Soy tu hermana, además me agrada oír lo que tienes para decir con respecto a Jacob...

-Hmm... Bueno, como decía, a veces siento que es muy real. ¡No lo sé! Cuando nos abrazamos siento muchísimas cosas inexplicables...

-¿Cuando se abrazan...? O sea que se abrazaron, y más de una vez...

-No tantas, pero sí hemos estado muy cerca el uno del otro. Aunque siempre desaparece cuando eso sucede.

-Eso es raro... Bueno, iré a lavar los platos.

Aidan ayudó a su hermana y luego subió a su habitación. Estuvo algunos minutos descansando en su cama, aunque su mente no dejaba de darle vueltas al repentino desaparecimiento del ojimarrón. Recordó lo que su amiga le había dicho, por lo que la duda de si había muerto de forma horrible en esa casa o bien ya pudo completar con su cometido le carcomía. Si murió en la casona o en el bosque, ¿de qué forma lo hizo? ¿Fue natural, un accidente o intencionado? ¿Qué pasaría si ya cumplió con el objetivo que tenía? ¿Y si ya no podría volver a verlo y no pudo despedirse de él sin siquiera saber qué sucedió?

Claramente los días siguientes a esos no fueron los mejores. El ojiverde intentaba concentrarse en sus estudios y realizar diferentes actividades con el fin de despejarse, pero no podía evitar ver por su ventana si el pelirrojo se encontraba allí afuera; tampoco oía que éste lo llamase por las mañanas ni las noches mediante el golpeteo de simples piedras en su ventana. En un acto desesperado por querer saber del muchacho que en reiteradas ocasiones alegraba su corazón, Aidan se aventuró en el centro del bosque y llamó al contrario, esperando que éste diera al menos una señal de que aún estaba allí, de que no lo dejó solo.

Aidan vivía una pesadilla y su corazón sufría a causa de ello, pero el dolor era aún peor para Jacob quien, detrás de un árbol, observaba al contrario mientras sus lágrimas caían sin cesar. Sus celos fueron mucho más allá, pensando e imaginando posibles desenlaces inexistentes, pero que afectaban en gran medida el quieto y frío corazón del pelinegro.

La intención no era la esperada, pero con lágrimas en los ojos Jacob finalmente reconoció en su alma que Aidan era alguien especial, incapaz de crear una herida intencionalmente; un joven excepcional. Jacob digirió y procesó todo lo que su gélido cuerpo hacía cuando un simple pensamiento sobre el ojiverde aparecía... Su alma se volvía cálida, sus ojos brillaban radiantes, su piel era recorrida por escalofríos y su corazón hacía lo imposible. ¿Quién podría decir que un muerto podría tener sentimientos? ¿Quién imaginaría que a un fantasma podría palpitarle el corazón de alegría y gozo? ¿Quién diría que alguien como Jacob se enamoraría de un ser vivo? ¿Dónde se había visto que el amor rompiera el grueso muro que la Muerte erigió con tal de sentir ese sentimiento tan especial?

Alma en Pena [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora