2. Apariciones

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La cálida luz del Sol, el cual tímido asomaba su cuerpo candente por el horizonte, entraba sutil por la ventana iluminando la habitación de Aidan. Sus ojos presenciaban la escena con un brillo muy particular, con pensamientos que inundaban su mente pero que, de cierta forma, ninguno de estos se quedaban el tiempo suficiente como para poder asimilarlos.

Era muy temprano -aproximadamente las 6:30 am- y él lo sabía. ¿Cuál era el motivo por lo que no podía conciliar el sueño? Quizá sus nervios de asistir a un nuevo instituto era la respuesta indicada. Se preguntaba a sí mismo si estaba realmente preparado para asistir. Sabía que debía continuar con los estudios, al fin y al cabo, estos no se harían solos. Es por ello que luego de pensar y sacar conclusiones, decidió levantarse y desayunar junto a su madre, quien solía despertar a esa hora para tener tiempo suficiente de prepararse y comer algo antes de ir a trabajar.

Emma estaba sentada con una pierna cruzada y, mientras tomaba café con una mano, sostenía el periódico con la otra. Aidan jamás entendió esa manía que tenía de leer el diario; creía que era algo aburrido, y eso lo decía un muchacho que prefería perder -o invertir, como él pensaba- tiempo devorando libros de más de quinientas páginas. Siempre se excusaba diciendo que era diferente: no se puede comparar información inútil con historias y relatos que abren la mente y te dejan pensando.

-¡Hola, mi amor! Te levantaste temprano. -saludó Emma muy animada mientras dejaba el periódico sobre la mesa.

-Lo sé, no pude dormir muy bien.

-¿Nervios?

-Estoy seguro de que sí -contestó Aidan mientras se preparaba un té con leche-. ¿Sabes? No estoy seguro de poder empezar aún.

-¿Y eso? -preguntó la fémina algo confundida esperando ansiosa una respuesta.

-Quiero decir que todo es muy repentino. ¿Y si me agarra un ataque de llanto en medio de una clase? ¿Y si tocan un tema sensible y no puedo contenerme?

-Hijo, esas cosas nos pasan y no hay nada de malo. ¿Quién sabe? Quizá hasta te sirva de ayuda y hagas amigos más rápido... A la gente le encanta el drama.

-En eso tienes razón... -Aidan notó que su madre lo observaba con preocupación.

-¿Has hablado con Gabe?

-Obvio, dijo que me extraña. -Una sonrisa se formó en su rostro al decir aquello, pero pronto la tristeza empujó a la alegría por un precipicio al darse cuenta que ya no estaba cerca de su mejor amigo.

-También lo extraño.

-¡Jamás te cayó bien! -exclamó Aidan sorprendido.

-No es que no me caiga bien, simplemente es muy alborotador y algo descuidado...

-Pero es bueno conmigo, y eso es lo que importa. ¿Quién iba a casa cuando me sentía mal? O incluso cuando no quería salir a ningún lado, siempre fue él quien me levantaba el ánimo.

-Es verdad, no lo niego -mi madre agarró mi mano-. Hijo, ya verás que muy pronto podrás conocer nuevas personas y hacer nuevos amigos, y eso no quiere decir que debas dejar a un lado a los antiguos...

-Ya lo sé, no pensaba hacerlo de todos modos.

Emma se levantó de su silla con la taza en su mano luego de charlar durante unos minutos más. El horario de partida pronto llegaría y debía alistarse. Aidan se quedó sentado sin decir una sola palabra. Extrañaba muchísimo su antigua casa, a sus amigos, su vida... Pero por sobre todo, a su padre.

-Bien, cariño. Llegaré aproximadamente a las tres o cuatro de la tarde. Tienes para hacer milanesas, y haz algunas más así ya quedan hechas. ¡Te adoro!

Alma en Pena [GAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora