El despertador aún no había sonado y Aidan ya tenía ambos ojos abiertos. Solamente miraba el techo mientras pensaba en nada específico y esperaba con paciencia que sea la hora de levantarse de la cama. Jugaba con sus dedos cuando el despertador finalmente sonó y rápidamente se levantó, se cambió con tranquilidad y bajó las escaleras hasta la cocina, donde se preparó un té con unos panes tostados. Su hermana no estaba y su madre ya se había ido antes de que se levantara.
Miró su celular para ver si tenía mensajes y no había nada más que los comentarios y quejas de sus compañeros debido a un examen que pronto tendrían.
Finalmente terminó de desayunar, lavó la taza y agarró su bolso con el fin de irse, pero se vio interrumpido por tres golpes en la puerta trasera, avisando que alguien estaba detrás de esta. Su vista se dirigió al fondo de la casa y, algo confundido -ya que nadie debería estar en esa parte de la casa a estas horas-, avanzó hacia allí.
-¿Quién es? -preguntó el rubio, sin saber muy bien cómo reaccionar. Nadie respondió desde el otro lado, por lo que Aidan simplemente abrió la puerta.
Una sonrisa involuntaria se formó en la comisura de sus labios, su expresión se relajó notablemente y su corazón empezó a acelerarse con cada segundo que pasaba.
-¡Jacob! -musitó el ojiverde con gran sorpresa y felicidad.
-Hola, Aidan -respondió el joven quien, si bien estaba relajado, no poseía la misma sonrisa que el contrario. Notó que éste tenía un bolso-. Veo que te estabas por ir...
-Sí, pero, ¿necesitas algo? ¿Qué haces aquí tan temprano?
-No hay problema, sólo quería hablar y ya, pero podemos hacerlo en otro momento. -Jacob volteó e inició el regreso al bosque, pero fue detenido por Aidan.
-No, quiero decir, por que falte un día no pasará nada.
-¿Seguro?
-Sí, no te preocupes. ¿A dónde quieres ir? Pensé que haría frío pero está bastante lindo el clima...
-Si quieres vamos al bosque, donde nos vimos la última vez...
-De acuerdo.
Aidan dejó su bolso cerca de la puerta y una vez la cerró acompañó al pelirrojo al bosque. El silencio durante ese corto recorrido fue algo incómodo para ambos, pero no sentían tampoco malestar o tensión; más bien les gustaba pasar tiempo juntos e incluso tan solo saber que el otro estaba a su lado los tranquilizaba.
Ninguno de los dos jóvenes sabía muy bien qué sucedía, pero poco a poco y con paciencia estaban dejándose llevar por ese extraño sentimiento que se producía dentro suyo al estar cerca el uno del otro.
Llegaron a la roca y tomaron asiento. Aidan disfrutaba con alegría el canto de los pájaros que allí estaban y Jacob acompañaba al muchacho a su lado. El rubio quiso apoyar sus manos en la fría piedra pero se encontró con la mano de Jacob y, algo avergonzados, las retiraron.
-Lo siento. -dijo Aidan.
-¿Sabes qué es lo que más me gusta de este bosque? -preguntó Jacob con sus ojos cerrados.
-Dime...
-El silencio...
-Los pájaros están cantando. ¡Eso no es silencio!
-¡Escucha! -invitó el pelirrojo mientras suavemente apoyó su mano izquierda en el hombro de Aidan- Cierra tus ojos, y siente el silencio.
El joven así lo hizo. Los sonidos ambiente comenzaron a mezclarse de forma armoniosa, y juntos interpretaban una orquesta única y refrescante que no sólo envolvía el oído y lo invitaba a deleitarse con sus sonidos más naturales y hermosos, sino también que podían sentirse con otros sentidos, oliendo el aroma a tierra mojada por lluvias pasadas y la brisa que acariciaba las manos desnudas del ojiverde.
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Alma en Pena [GAY]
Teen FictionLa repentina muerte del padre de Aidan obliga a la familia Brooks a mudarse a un pequeño y aburrido pueblo a unos minutos de la gran ciudad. Allí el joven deberá iniciar una nueva vida, así también como lidiar con los nuevos y fuertes sentimientos h...