Capítulo dos

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Tenía que verse perfecto. El traje entallado, la camisa correctamente planchada y la corbata adecuada que combinara con todo lo demás; los gemelos de oro de la marca Kim y los zapatos tan brillantes que pudiera reflejarse en ellos.

JunMyeon respiró profundamente y se miró en el espejo una última vez, comprobando cada detalle de su aspecto hasta sentirse satisfecho. Estaba listo para su primer día como uno de los Jefes de Piso de la Agencia Publicitaria "Éxodus"; un paso más en su camino a la dirección general de la empresa creada por su familia.

Se subió a su auto con una amplia sonrisa que lo acompañó hasta llegar a la oficina, donde se presentó frente a los equipos que tendría a su mando, y comenzó oficialmente su labor entrevistando a los nuevos graduados que buscaban realizar sus prácticas en la empresa. Algunos eran agradables, pero les faltaba experiencia para el puesto que venían a solicitar; otros tenían toda la veteranía del mundo, pero su actitud dejaba mucho que desear.

El día no estaba yendo como el castaño había esperado.

Tras el cálido almuerzo compartido con sus empleados, Kim continuó con las entrevistas rogando a todo lo sagrado porque el segundo grupo de entrevistados fuera mejor que el primero; lo necesitaba.

—Buenas tardes —escuchó; el mayor asintió sin prestarle atención al recién llegado.

—Hola. Siéntate, por favor; ya mismo estoy contigo —dijo concentrándose en apuntar algunos comentarios sobre el anterior solicitante.

—No hay problema.

JunMyeon levantó la mirada para agradecerle por su paciencia con una sonrisa, cuando notó que el sujeto pelinegro sentado frente a él, de piel pálida, ojos oscuros, rostro perfilado, labios definidos y un semblante de profunda indiferencia le era demasiado familiar.

—¿SeHun? —Preguntó incrédulo, sacudiendo su cabeza un par de veces por si estaba viendo mal, pero no; el hombre frente a él era el niño que conoció hace cinco años, el joven modelo cuya presencia y personalidad no parecía haber cambiado en absoluto.

El menor lo observó de pies a cabeza sin una sola emoción en el rostro y asintió suavemente.

—Oh SeHun —informó antes de señalar su propia carpeta con la cabeza.

El mayor casi se sintió como un tonto por la sonrisa afectuosa que le estaba dedicando, cuando el pelinegro ni siquiera tendría por qué recordarlo. Hablaron por unos veinte minutos, por dios santo; ¿acaso esperaba que pasara su vida ansiando un reencuentro?

—Háblame de ti —pidió ignorando la hoja de vida que yacía sobre su escritorio.

El menor entrecerró los ojos suavemente y luego suspiró. Empezó hablando de su travesía en el mundo del modelaje, los estudios en dibujo, diseño y publicidad realizados en una de las universidades más prestigiosas del país y terminó con su especialización como Director de Arte. Tenía un currículum amplio y su trabajo era impresionante, además de la seguridad que mostraba y la clara disponibilidad de trabajo en equipo.

Pero lo único en lo que JunMyeon pudo concentrarse fue en lo grave de su voz, ya sin los quiebres de la pubertad como cuando lo conoció; la longitud de su negro cabello, mucho más corto de lo que recordaba; su intimidante altura, era obvio que tuvo su estirón mientras estuvo oculto; y finalmente, lo apuesto que se veía.

Porque no era como si antes no hubiera sido objetivamente guapo y perfecto para el trabajo que realizaba; sino que, en ese entonces, el castaño no se había sentido atraído hacia él, no cuando sus rasgos eran aún infantiles, adorables, y no masculinos como los percibía ahora, con una mandíbula definida, pómulos marcados, hombros anchos y piernas largas que el mayor quiso...

Dios, no debería estar pensando en eso durante una entrevista de trabajo.

Ni siquiera sabía que le gustaban los hombres, ¿cómo podía sentirse extremadamente atraído hacia alguien a quien no conocía, y a quien parecía serle literalmente indiferente?

El mayor cerró los ojos buscando recuperar el control de su mente y volvió a centrarse en el pelinegro.

—Bueno, debo aceptar que eres increíblemente apto para la plaza —felicitó con una sonrisa—, pero no eres el único; por lo que debo...

—No hay nadie mejor que yo; ambos lo sabemos —le cortó el menor sin cambiar su expresión—. Pero conozco el protocolo —se encogió de hombros—; solo le sugiero que su oferta sea realmente generosa cuando me llame: esta no es la única agencia que busca reclutarme.

Se puso de pie y se dirigió a la puerta sin siquiera despedirse; sin embargo, antes de abrirla, volteó hacia el mayor y sostuvo su mirada por segundos que casi se sintieron infinitos.

—Gracias por ayudarme ese día, Hyung —pronunció volviendo a dejar atónito al castaño—; aunque el barco fue un pésimo ejemplo, me sirvió —curvó una de las comisuras de sus labios, justo como aquel primer momento, con una sonrisa dulce y traviesa que dejó sin aliento a JunMyeon.

Lo recordó.

El mayor quería ponerse a bailar en un pie al saber que aquel chico no lo había olvidado, que este cautivador hombre lo recordaba, que le había vuelto a regalar una de aquellas sonrisas que parecía guardar bajo llave.

La puerta de su oficina sonó y el castaño tuvo que recomponerse rápidamente para continuar con el resto de entrevistas.

—Adelante. —Mandó y se aclaró la garganta, apartando del grupo la carpeta de SeHun y alistándose para prestarle atención al próximo candidato.

—Buenas tardes, soy Kang SeulGi —dijo una joven pelinegra de rostro bonito, tomando el lugar antes ocupado por el más alto.

El día no fue como el castaño había esperado. Fue mil veces mejor.

Dos días después, tras una ardua y exigente negociación, aquel imponente pelinegro se unió al grupo publicitario del Éxodus, bajo el mando de Kim JunMyeon.



















Dos días después, tras una ardua y exigente negociación, aquel imponente pelinegro se unió al grupo publicitario del Éxodus, bajo el mando de Kim JunMyeon

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Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora