Capítulo seis

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—Estoy preocupado por JongIn —dijo SeHun ingresando a la oficina de su jefe como una fuerte ventisca que desordenó el metódico y seguro mural que era JunMyeon.

—Debe estar enfermo; seguro que mañana viene —dijo el mayor quitándole importancia al asunto; la falta de su empleado estrella no era tan preocupante como la sarta de mentiras que la prensa estaba lanzando contra Cromo, su escritor favorito y cliente, arruinando parte de los planes que el mayor y el equipo creativo del novelista, tenían para la publicación de su nuevo libro.

—No lo está, Hyung, ¿acaso no vio cómo se fue ayer? —Se quejó el menor apoyándose sobre el escritorio.

Kim frunció el ceño aceptando que le había parecido extraño cuando ayer, tras ver la noticia sobre el descubrimiento de la identidad del novelista y su supuesta pareja, JongIn salió prácticamente corriendo sin decir nada a nadie; pero creyó que iría en busca de información útil para solucionar el problema, no que fuera a desaparecer sin siquiera un aviso.

—Lo siento, SeHun, pero yo no puedo hacer nada; NamJoon y yo estamos trabajando junto al manager de Cromo para ver cómo solucionamos este asunto —dijo regresando la vista a su computador.

El menor quiso enojarse con su jefe y hacer un berrinche que lo forzara a interesarse en el estado de su querido amigo; pero decidió tomar el asunto por sus propias manos y convertirse en el salvador que JongIn necesitaba.

—Entonces permítame ver la dirección de Nini en su ficha personal y yo mismo iré a verlo —pidió con voz seria y razonable.

El mayor lo miró fijamente un momento, buscando algún reflejo de queja o refunfuño que le dijera si el pelinegro estaba planeando algo más de lo que decía, pero al no encontrar nada, simplemente asintió y le señaló el cajón donde solía guardar las carpetas informativas de todos sus empleados.

SeHun ocultó su regocijo tras su máscara indiferente y se acercó al buró principal de la oficina del mayor, comenzando a buscar de inmediato no solo la dirección de su jefe de equipo, sino también la del fotógrafo que había engañado a su moreno amigo.

Apenas dio con ellas, tomó foto a cada una y volvió a guardar todo como si nada hubiera pasado.

—Regresaré apenas pueda y lo mantendré informado —dijo antes de salir prácticamente corriendo.

JunMyeon tuvo un extraño presentimiento; pero no pudo darle seguimiento. Su trabajo iba primero.





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JongIn se encontraba acostado en su cama con la misma ropa que había usado el día anterior y sus ojos estaban tan hinchados por las lágrimas que casi le imposibilitaba ver. Todo rasgo de la persona divertida, cariñosa, berrinchuda y tierna había desaparecido; dejando un despojo de tristeza y llanto incapaz de formular una sola palabra sin convertirla en un sollozo dolorido que enfurecía a SeHun.

El fotógrafo se las iba a pagar.

Apenas salió del departamento de su amigo, llamó al número que KyungSoo, el hombre por el cual su querido moreno lloraba, le había dado cuando se conocieron; pero el muy tramposo se negaba a contestar.

Sin más remedio y con pura furia corriendo por sus venas, el pelinegro tomó un taxi, se dirigió a la dirección que había robado de su jefe y se sorprendió al encontrarse frente a una de las casas más grandes y bonitas que había visto jamás, con un corte tradicional que se le antojó hermoso, justo como el fotógrafo. Pero no estaba ahí para apreciar la belleza de la arquitectura, sino para romperle la cara al pelinegro que se atrevió a jugar con su moreno jefe.

Tocó la puerta varias veces y esperó, pero nadie parecía contestar. ¿Sería la dirección correcta? ¿Habría salido? Quizá huyó con su amante después de la acusación de los medios o algo. ¿Debería dejar una nota? Sus ojos brillaron ante la idea de una amenaza escrita con letras de periódico recortado como en las películas.

—¿Sí? —un sujeto rubio, delgado, enfundado en su pijama y con una mascarilla facial, abrió la puerta mirando al más alto con mala cara.

—¡Tú! —Exclamó el menor con semblante acusador al reconocerlo como el hombre con quien el fotógrafo engañaba a su amigo.— ¿Qué haces aquí? Oh por dios, esto significa que es verdad, ¿cierto? ¡KyungSoo Hyung engaña a JongIn contigo!

—Mocoso insolente, ¡cállate! —Renegó el rubio tomando una de sus pantuflas y usándolas de arma para golpear al más alto, quien no logró del todo huir de la furia del más bajo.

—¡Déjame en paz! ¡Roba novios! —Gritaba SeHun armando un escándalo.

—¡Yo no hice nada! ¡Fue tu tonto amigo quien hirió a mi pequeño Soo! —Gritó el rubio perdiendo la paciencia.

—¿Qué? ¡Pero si es JongIn quien está llorando sin parar! ¡Ustedes lo lastimaron! —Exclamó quitándole la pantufla y lanzándola al otro lado de la calle.

—¡Maldito mocoso! —Dijo tomando su otra pantufla y regresando a su ataque.— ¡Él vino a insultar a KyungSoo! ¡Él es el tonto que le creyó a la prensa! ¡Él...

—¡SUFICIENTE!

Ambos se congelaron ante el grito del fotógrafo, quien los miraba enfurecido desde la puerta de su casa. SeHun notó que KyungSoo tenía los ojos en extremo rojos e hinchados, notándose tan angustiado como su amigo.

—¡Largo los dos! ¡Vayan a hacer escándalo a otro lado! —Exigió antes de ingresar a su casa y cerrar la puerta con fuerza, dejando a su rubio amigo en la calle.

Las cosas eran mucho más complicadas de lo que parecía y SeHun necesitaba saber qué es lo que estaba pasando; así que, sin pensarlo tanto, volteó hacia su antiguo atacante y lo invitó a tomar un café.

—JongIn vino y lo insultó, ni siquiera esperó a que Soo le explicara que todo lo que los medios decían era falso —contó el rubio ante la pregunta del más alto.

Se había quitado la mascarilla en el camino e intentado poner orden a su cabello, aunque la pijama y la falta de una pantufla lo seguía haciendo ver algo ridículo.

—Cuando lo encontré ayer por la noche, estaba terrible. De verdad se ilusionó con el tonto ese.

—Nini está peor, hoy fui a verlo y no podía ni abrir los ojos de lo hinchados que están —explicó el pelinegro—. ¿No hay algo que podamos hacer?

El mayor negó con desgano.

—No. —Suspiró.— Ayer me ofrecí a ir y arrancarle los huevos al moreno, pero Soo me dijo que no me metiera —se encogió de hombros—. Esto deben resolverlo ellos solos.

Los labios de SeHun se fruncieron a punto de hacer un berrinche: odiaba que ambos sean tan tontos para mantenerse alejados cuando bien podían perdonarse y disfrutar de su tiempo juntos como la pareja destinada que eran. Pero el rubio de manos bonitas tenía razón; todo este problema debía ser resuelto entre ellos.




















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Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora