Capítulo diecisiete

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El pelinegro había comenzado a buscar otro nombre que le fuera bien a su rostro y personalidad, pues no había logrado su objetivo de intimar con JunMyeon; al contrario, llegó a cohibir tanto al mayor que, cuando SeHun se negó a marcharse, este le cedió su habitación y se acomodó en el sofá más largo de la sala.

Era el colmo. ¿Qué se supone que debía hacer para que el más bajo dejara de huir de él? ¿Amarrarlo a la cama? ¿Arrancar su ropa salvajemente con uñas y dientes? ¿Acomodarse sobre él y lamer todo el recorrido de su pecho hasta su cuello mientras sus manos se encargaban de acariciar su...

No, no. Era mejor no ir por ahí si no quería un rígido problema en sus pantalones que al parecer nadie le ayudaría a resolver.

El menor se acostó boca abajo y se abrazó a la almohada intentando dormir, pero se sentía incómodo, levemente acalorado y molesto por el castigo que su jefe le estaba imponiendo; porque el más alto estaba seguro de que esta insistencia en mantenerlo alejado y no tocarlo o besarlo ni siquiera para desearle buenas noches, era una obvia reprimenda del mayor.

Quizá debería irse a su casa y jugar videojuegos hasta perder el sentido; tal vez debería caminar desnudo por el departamento así como en esa película de la cual no recordaba el nombre; o quizá podría hacer caso a su imaginación inicial y montar a Jun para darle una probada de lo que se estaba perdiendo. ¿Lo acusaría de acoso sexual con Recursos Humanos? ¿Debería correr el riesgo?

El tiempo pasaba con el pelinegro dándole vueltas a toda clase de posibilidades, hasta que su mente se volvió tan ruidosa que lo único que pudo hacer para silenciarla fue ponerse de pie e ir a buscar a su jefe, quien no parecía en absoluto perturbado por su situación.

Gruñendo ante la imagen impasible del castaño, el más alto prendió la luz de golpe y se paró delante del más bajo con porte decidido.

—Hablemos —ordenó con las manos en la cintura.

Kim se removió intentando cubrirse los ojos sin entender por qué había sido despertado del agradable sueño en el que se encontraba, para hallarse con el protagonista de sus fantasías observándolo con el ceño fruncido.

—¿SeHun? —Cuestionó confundido antes de tomar su celular y verificar la hora.— ¡Son las tres de la mañana! —Renegó antes de darse la vuelta y ocultar su rostro en la almohada.

—Mañana es domingo, no hay problema —dijo el menor quitándole importancia.

JunMyeon sonrió muy a pesar de sí mismo y regresó la mirada hacia el consentido muchacho que no parecía dispuesto a dejarlo dormir hasta no resolver lo que sea que estuviera pasando por su mente.

—De acuerdo; hablemos —aceptó acostándose sobre su espalda y pasando un brazo debajo de su cabeza. El pelinegro asintió y dio un paso hacia él con firmeza.

—¿Crees que soy feo? —Preguntó directamente con semblante serio.

Kim alzó una ceja y sonrió.

—¿Es esto una broma? Sabes muy bien que no lo eres —dijo evitando rodar los ojos.

—Pero tú podrías pensar distinto —se excusó; el más bajo entrecerró los ojos, perdido.

—¿Qué?

—Como sea, ¿acaso crees que soy virgen? ¿Es eso? —JunMyeon no pudo evitar reír a carcajadas.

—Por favor, eso es lo último que pensaría de ti —respondió negando, divertido.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Me estás llamando zorra? —Cuestionó levantando la voz y arrugando más el entrecejo.

Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora