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Unas cuantas semanas habían pasado desde que SeHun formalizó su relación con JunMyeon, y, al contrario de lo que había pensado al principio, su vida no dio un giro tan grande. Sí, ellos ahora sostenían la mano del otro cuando caminaban por la calle, se besaban a modo de despedida al separarse y tenían sexo casi todas las noches. Pero nada más había cambiado.
El castaño continuaba consintiendo al menor en todo momento, llevándolo a cenar a donde quisiera, pasando el fin de semana juntos y conversando como siempre habían hecho desde que se conocieron. El pelinegro se sentía tan cómodo con su novio que casi parecía que llevaran años juntos y no solo unas semanas; era perfecto.
Sobre todo porque no tenía que sentir vergüenza cuando usaba cualquier excusa barata para quedarse en el departamento del más bajo y pasar la noche con él, ahora tenía el derecho de besarlo cuando se le antojara e incluso podría gruñirle a los tipos que miraban con lujuria a su pareja cuando salían a bailar. Con Kim siendo su novio, todas las molestias que había sentido cuando eran amigos habían desaparecido.
El menor llegó incluso a pensar que, sin saberlo, llevaba un largo tiempo enamorado de su jefe, lo que respondía al porqué no duró tanto en aceptar que quería estar junto a él y convertirse en el novio perfecto que JunMyeon merecía.
—¿Estás ocupado? —Preguntó SeHun abriendo la puerta de la oficina del castaño con el semblante indiferente y la actitud profesional que solían mantener en la Agencia para no causar problemas.
El mayor levantó la mirada hacia su pareja y frunció los labios para no sonreír como el tonto enamorado que era.
—Adelante —respondió con un hilo de voz que casi hizo reír al más alto. Kim aclaró su garganta y se acomodó en su lugar, fingiendo revisar documentos que hace rato habían dejado de importarle.
—Ya es hora del almuerzo —comentó el más joven cerrando la puerta tras él.
—Creo que pediré algo en Delivery, aún tengo mucho por hacer para la reunión de la tarde —comentó sacudiendo la cabeza para volver a centrarse en el trabajo, ignorando la actitud sospechosa de su novio, quien se encontraba cerrando cada una de las persianas sin decir una sola palabra.
Cuando la extraña oscuridad en la que se había sumido la oficina finalmente llamó la atención del jefe de piso, este levantó la mirada y se encontró con la lujuriosa expresión de SeHun observándolo desde el otro lado de su escritorio, quitándose la corbata y desabrochando su cinturón.
—¿Q-Qué hac-ces? —Preguntó JunMyeon, tembloroso; el menor sonrió, socarrón.
—Es bastante obvio, ¿no crees? —Pronunció el más alto dejando caer su pantalón y caminando sensualmente hacia el castaño.
—SeHun, pueden despedirnos por esto —advirtió el mayor con las manos empuñando su silla como única medida de prevención para no lanzarse él mismo a devorar a su novio.
—¿Y? —Respondió el pelinegro quitándole importancia al asunto y volteando la silla giratoria del más bajo en su dirección.
—¡No tengo lubricante! —Exclamó el mayor, soltando la única excusa que se le vino a la mente dado lo nervioso y bastante excitado que se encontraba.
El Director de Arte sonrió burlón y abrió el cajón inferior del escritorio del mayor para tomar una pequeña botella transparente y un preservativo.
La mandíbula de Kim cayó con fuerza contra la alfombra. ¿En qué momento el menor había puesto eso ahí? ¿Tenía planeado este ataque desde antes? ¿Por qué las piernas de SeHun se veían tan apetecibles?
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Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)
Romantik2do libro de la serie Memorias: JunMyeon ama consentir a SeHun aunque no sea correspondido. SeHun quiere proteger a JunMyeon aunque no sepa qué lo lastima. Cuando la verdad se presente, ¿podrán alejarse y salvar su amistad o cederán ante sus deseos...