Capítulo veinticinco

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Un barco, un elegante y amplio navío con bordes dorados y rojizos, cuyas velas extendidas lo movían a través del amplio y cristalino mar. Un dibujo que a JunMyeon lo llevó automáticamente al día que conoció a SeHun, a la explicación accidentada que le dio y a la suave sonrisa que recibió como recompensa.

El mayor acarició la página del cuaderno que reconoció como el favorito de su empleado, en el cual lo había visto dibujar en diversas ocaciones, tanto en el trabajo como en casa. Siempre se preguntó qué ocultaría entre esas páginas, pero el menor jamás se dispuso a contestar.

El castaño no podía creer que le esté dando permiso de revisarlo ahora, y mucho menos que la primera entrada fuera sobre él.

Pasó la hoja, lleno de curiosidad, y se encontró con el boceto de lo que reconoció como el primer anuncio publicitario que él mismo lideró tras terminar su carrera; podía rememorar las felicitaciones de sus padres, el abrazo de los integrantes de su equipo y el orgullo que sintió al verse encajando en la agencia que pronto le pertenecería. ¿SeHun había estado pendiente de eso?

El siguiente dibujo parecía más abstracto, con líneas y juegos de formas que casi se asemejaban a un vitral Barroco delante de la silueta oscura de un hombre, con tres diferentes pares de números rodeándolo siempre en el mismo orden. Kim frunció el ceño, sintiendo familiaridad con aquellos dígitos; hasta que su mente dio un salto notando que se trataban de la fecha en la que fue ascendido a Jefe de Piso. La silueta... ¿era él?

Pasó página encontrándose con bocetos de ojos, narices, labios, incluso mezclas de colores en busca de un tono de piel adecuado. No fue hasta que se encontró frente al retrato terminado que se dio cuenta de que el antiguo modelo había estado practicando sus trazos una y otra vez para poder conseguir plasmar los rasgos de JunMyeon con perfección. Casi se sentía frente a un espejo.

Excepto que en el papel, estaba representada la sonrisa sincera y hermosa que solía obsequiarle a SeHun, mientras que en la realidad su rostro reflejaba tristeza y decepción por lo ciego que había sido al dejarse llevar por su propia inseguridad y pensar mal del hombre cuya honestidad siempre lo estremecía. ¿Cómo pudo realmente creer que el pelinegro mentía cuando él era la única persona que había visto al antiguo modelo sin máscara?

El castaño continuó pasando las hojas con lágrimas acumulándose en los ojos frente a los dibujos de todas y cada una de las memorias que el más alto y él vivieron juntos, cada salida, cada experiencia.

Este objeto, más que un simple cuaderno de dibujo, parecía ser una novela gráfica dedicada a JunMyeon, con el rostro del mayor ocupando tal cantidad de páginas que si pudiera llegar a juntarlas en una sola, cubriría la Agencia entera en un enorme y artístico boceto de sonrisas que representaban los momentos más felices de su vida; y todos a lado de SeHun.

¿Cómo pudo dudar de los sentimientos del pelinegro? ¿Cómo pudo ser tan ciego para no notar el cariño, la admiración y el amor que el más alto siempre le demostró? El castaño se dio la vuelta para disculparse con su empleado, planeando arrodillarse y rogar por su perdón, pero se encontró con el piso completamente vacío y ni una sola señal del menor.

No, no podía haberlo arruinado tanto, ¿verdad? ¿Acaso el antiguo modelo de verdad pensaba  abandonarlo y desaparecer de su vida como le advirtió? No, no, no; por favor no.

El jefe de piso buscó su celular dentro del pantalón oscuro que vestía y marcó de inmediato el número del pelinegro, gruñendo automáticamente cuando el conocido timbre resonó a su lado, dentro del maletín olvidado del menor.

—¡Maldición! —Exclamó corriendo hacia su oficina para tomar el teléfono de escritorio y marcar al guardia de seguridad, quien le confirmó la salida de SeHun de la Agencia hace un buen rato.

Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora