Capítulo cinco

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JunMyeon se encontraba revisando algunos informes, cuando la puerta de su oficina se abrió sin su permiso, y el joven alto, pelinegro y engreído que acostumbraba surcar sus sueños, ingresó y se dejó caer contra uno de sus sofás como si estuviera en su propia casa.

El mayor alzó una ceja en su dirección, pidiendo explicaciones, pero SeHun se mantuvo observándolo con el semblante indiferente que solía caracterizarlo.

—¿Necesitas algo? —preguntó el más bajo regresando su vista a la pantalla de su laptop.

—Estoy aburrido —declaró el menor encogiéndose de hombros.

—¿Y eso es importante por qué... —se burló Kim provocando que el más alto rodara los ojos.

—Es viernes, Hyung, todos han salido y yo no —se quejó volviendo a encogerse de hombros.

—SeHun, estoy trabajando —espetó el mayor con vos tensa—; si tienes algo que decir, hazlo, si no...

—Ah claro, ya veo —le cortó el pelinegro—, para intentar metérmela sí tiene tiempo, pero para ayudarme no —negó decepcionado—. Sabía que solo me quería por mi culo.

El más alto se puso de pie, indignado, y salió de la oficina de su jefe dando un portazo que frustró al mayor.

Maldición. JunMyeon y SeHun no eran nada, ni siquiera habían compartido una relación distinta a la de jefe-empleado antes; ¿por qué entonces se sentía mal por haber molestado al menor?

Sin poder volver a concentrarse en su trabajo debido a la culpa que lo corroía tras el enfurruñamiento del más alto, Kim apagó su computador, tomó su maletín y salió en busca del pelinegro, quien se encontraba nuevamente apoyado en la mesa de dibujo de su propia oficina.

—¿Es necesaria la dramática escena? —Preguntó el castaño desde la puerta.— Pudiste ir a casa si estabas enojado, ¿por qué quedarte haciendo pucheros?

—Estaba dándote tiempo para que salieras a buscarme —dijo indiferente y para nada sorprendido del actuar preocupado de su jefe—. Y Nini es quien hace pucheros, no yo.

El mayor sonrió divertido ante la mención del líder de equipo al que pertenecía el menor y negó.

—Como sea, estoy aquí —dijo suspirando—; ¿para qué necesitabas mi atención? ¿Quieres que vuelva a llevarte a cenar?

SeHun negó y se puso de pie tomando su saco y su propio maletín.

—Vayamos de fiesta.








🐰.🎨.🐣








La azulada iluminación de la discoteca parecía inhibir a los presentes, quienes se movían al son de la música electrónica y reían cuando la cortadora de luz blanca los cegaba por instantes, aumentando el efecto del mareo producido por el alcohol.

JunMyeon nunca se había sentido más viejo que en ese momento.

Quería irse, él no era de discotecas o licor, él prefería quedarse en casa leyendo un buen libro, disfrutando de un café cargado y soñando con los mundos que sus autores favoritos creaban. Pero no sabía como decírselo al menor sin decepcionarlo, pues SeHun se veía bastante cómodo al centro de la pista de baile; moviéndose suavemente al compás de la música mientras chicos y chicas bailaban a su alrededor tocándolo y meciéndose a su lado de forma demasiado sugerente.

—¿Qué te sirvo, guapo? —preguntó el apuesto barman con una sonrisa amplia que destacaba su respingada nariz.

—Solo un vaso de agua, gracias —dijo antes de asentirle y volver a observar al alto pelinegro, quien en ese momento se encontraba regalando una de sus sonrisas coquetas a una baja joven de cabello castaño largo que casi parecía mareada con la belleza del más alto.

—Aquí tienes, lindo —avisó el barman tras acercarle su pedido; JunMyeon tomó un generoso trago antes de bajar el vaso y sonreírle en respuesta—. ¿Qué haces en un sitio como este? No pareces del tipo fiestero.

—No lo soy —respondió tímido ante el obvio interés del hombre—. Vine a acompañar a un amigo —comentó señalando al menor con la cabeza.

—¿SeHun? —Exclamó el de nariz respingada con una sonrisa divertida.

—¿Lo conoces? —el barman asintió.

—Somos amigos; pero hace un buen tiempo que no venía por aquí —volvió a sonreír y atendió el llamado de otro cliente, dejando a Kim con un deje de curiosidad sobre la vida que el pelinegro tendría fuera de la oficina.

—Estoy exhausto —dijo el menor sentándose en las piernas de su jefe y bebiendo el agua que había ordenado, como todo un niño consentido.

—¿Terminaste? ¿Podemos irnos? —preguntó JunMyeon sintiéndose un tanto incómodo por la cercanía del pelinegro, empuñando sus manos para no pasarlas por las caderas del más alto e instarlo a pegarse a él.

—No, aún no encuentro con quién ligar —respondió honesto—. Y usted no está siendo un buen compañero de salidas, Hyung —se quejó acomodándose sobre su regazo y sonriéndole a su amigo para que le sirva otro vaso.

—No estoy de humor para ayudarte a conseguir una cita, SeHun —mordió el mayor rodando los ojos ante el descaro de su empleado.

—O sea que para metérmela...

—Ya basta de eso —cortó Kim con el ceño fruncido—. Tú querías que te montara y no me ves usando eso para obligarte a conseguirme una follada.

El menor lo observó divertido y se acercó a su jefe con aquella sensualidad que solía amedrentar al castaño.

—¿Quiere que le consiga una follada, Hyung? —se burló, Jun rodó los ojos.

—Solo quiero irme a casa —dijo apartando al pelinegro y sonriéndole al barman en despedida antes de dejar la discoteca y encaminarse a su auto.

Había sido tonto ceder ante los caprichos de SeHun, él tenía suficiente edad para saber que no podía simplemente complacer al menor porque le pareciera tierno, no era su amigo o su pareja; era su empleado y tener que aguantar todos sus coqueteos con lo mucho que lo deseaba era una locura.

—¡Hyung! —Lo escuchó exclamar a su espalda, pero el mayor no se detuvo.— ¡Espera, Hyung!

Antes de poder tomar la manija de su auto, SeHun se apoyó en la puerta y lo observó con las cejas unidas y los labios fruncidos. JunMyeon retrocedió comprendiendo las señales, el pelinegro estaba a punto de hacer un berrinche.

—¿Tanto te disgusto? —preguntó herido.— ¿Tanto te cuesta ayudarme? —Su voz aumentó en volumen alertando a los transeúntes.— ¡Te pedí que me acompañaras a tomar algo, no que me donaras tu hígado! —Sus ojos se humedecieron.— ¿Por qué estás siendo tan cruel?

El mayor bajó la cabeza, avergonzado con las malas miradas y murmullos que oía de la gente a su alrededor, viéndolo como si él fuera el desgraciado cazador lastimando a la inocente gacela.

—¿Puedes dejar el drama? —pidió Jun con un cansado resoplido.

—¿Me llevarás a cenar? —negoció SeHun en medio de su llanto. El más bajo asintió resignado.

El pelinegro se irguió con una sonrisa, limpió sus falsas lágrimas y le abrió la puerta del conductor a su jefe, quien ingresó sabiendo que pasara lo que pasara, jamás lograría vencer contra los caprichos de su muy querido empleado.














El pelinegro se irguió con una sonrisa, limpió sus falsas lágrimas y le abrió la puerta del conductor a su jefe, quien ingresó sabiendo que pasara lo que pasara, jamás lograría vencer contra los caprichos de su muy querido empleado

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Boceto de Sonrisas [SeHo] (Memorias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora