*41. Partidas

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A la mañana siguiente, temprano, ya todos estaban preparados para volver a casa. En el patio, mientras aguardaban por los carruajes, los jóvenes Slytherins permanecían uno junto a otro, en silencio. La mayoría de ellos no tenía ánimos de regresar, no sabían qué novedades podían encontrar en sus hogares.

Alexis giró para observar el castillo por última vez, allí estaban los alumnos de Beauxbatons, Fleur se despedía de Harry mientras los demás seguían a Madame Maxime hacia el carruaje. Vio a Krum acercarse a Hermione. A lo lejos divisó a Iván, quien la saludó con un movimiento de mano. Ella le devolvió el saludo con una triste sonrisa.

Todos sentían que algo había cambiado ese año. Cuando iniciaran el nuevo curso, en septiembre, ya nadie ni nada sería igual.

Durante el viaje faltaron las típicas risas. El humor general era bastante gris.

—Deben prometerme que me mantendrán informada de lo que sea que pase —pidió Alexis.

—Lo prometemos —dijeron varias voces a la vez.

—Aunque no creo que sea fácil —agregó Draco, cabizbajo. Alexis había notado que con ella se mostraba así pero cuando estaban rodeados de otras personas él se pavoneaba hablando del regreso de Voldemort, sobre la muerte de Diggory y cómo deberían comenzar a cuidarse los sangre sucias.

—Solo intenten ¿sí? —Pidió—, estar en el mundo muggle va a ser difícil, el tener que depender del Profeta para saber qué está pasando me va a volver loca...

—Prometo comunicarte todo lo que suceda y sea relevante —prometió Blaise tomándola de la mano.

—Eres nuestra mejor amiga, Lexy —prosiguió Theo—, no vamos a permitir que estés a oscuras.

—Eso sí lo podemos prometer —terminó Millicent. Alexis sonrió y se recostó sobre el hombro de su amiga.

—Este va a ser un verano muy largo —suspiró.

En un determinado momento Malfoy, Crabbe y Goyle salieron del compartimiento y demoraron en regresar. Alexis, sospechando dónde podrían estar, salió en busca de su hermana. Tal y como había sospechado Draco estaba importunándolos.

—¡Has elegido el bando perdedor, Potter! ¡Te lo advertí! —Escuchó ella que decía el rubio—. Te dije que debías escoger tus compañías con más cuidado, ¿recuerdas? Cuando nos encontramos en el tren, el día de nuestro ingreso en Hogwarts. ¡Te dije que no anduvieras con semejante chusma! —Señaló con la cabeza a Ron y Hermione—. ¡Ya es demasiado tarde, Potter! ¡Ahora que ha retornado el Señor Tenebroso, los sangre sucia y los amigos de los muggles serán los primeros en caer! Bueno, los primeros no, los segundos: el primero ha sido Digg...

Alexis tomó su varita y le lanzó un hechizo para enmudecer pero no tuvo en cuenta que no fue la única con esa idea. Fue como si alguien hubiera encendido una caja de bengalas, una lluvia de encantamientos brilló desde distintas direcciones, con un solo blanco: Malfoy y su enorme bocota. El resultado fue que él, Crabbe y Goyle terminaron inconscientes en el hueco de la puerta.

Harry, Ron y Hermione se pusieron de pie después de lanzar los distintos maleficios. Y no eran los únicos que lo habían hecho pues al mismo tiempo que Alexis se había aproximado al compartimento también lo habían hecho los gemelos Weasley. Los seis habían atacado al mismo tiempo.

—Quisimos venir a ver qué buscaban estos tres —dijo Fred como sin querer la cosa, pisando a Goyle para entrar en el compartimiento. Había sacado la varita, igual que George, que tuvo buen cuidado de pisar a Malfoy al entrar tras su hermano.

—Un efecto interesante —dijo George mirando a Crabbe—. ¿Quién le lanzó la maldición furnunculus?

—Yo —admitió Harry.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora