*50. Vacaciones atípicas

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Llegó diciembre, dejando a su paso más nieve y un verdadero alud de deberes para los alumnos de quinto año. Las obligaciones como prefectos también se hacían más pesadas a medida que se aproximaba Navidad, los llamaban para que supervisaran la decoración del castillo, para que vigilaran a los de primero y los de segundo, que tenían que quedarse dentro del colegio a la hora del recreo porque afuera hacía demasiado frío, y para turnarse con Argus Filch para patrullar por los pasillos, pues el celador sospechaba que el espíritu navideño podía traducirse en un brote de duelos de magos. Lo único bueno es que con las fiestas acercándose, también lo hacían esas pequeñas vacaciones. Hermione y Alexis las pasarían con sus padres después de varios años, irían a esquiar, lo que les encantaba.

Al llegar a la sala de menesteres para la última reunión previa a Navidad, se encontraron con que la misma había sido decorada festivamente, aunque los adornos tenían la particularidad de tener la cara de Potter en cada uno de ellos.

—Bueno —Harry llamó a sus compañeros al orden—. He pensado que esta noche podríamos repasar lo que hemos hecho hasta ahora, porque es la última reunión antes de las vacaciones y no tiene sentido empezar nada nuevo antes de un descanso de tres semanas...

—¿No vamos a hacer nada nuevo? —preguntó Zacharias Smith en un contrariado susurro, aunque lo bastante alto para que lo oyeran todos—. Si hubiera sabido, no habría venido.

—Es una lástima que Potter no lo haya dicho antes —replicó Lexy, mirándolo fijamente.

—Completamente de acuerdo —la secundó Millicent.

Varios estudiantes rieron por lo bajo.

—Practicaremos de a dos —siguió el pelinegro—. Empezaremos con el embrujo obstaculizador durante diez minutos; luego nos sentaremos en los almohadones y volveremos a practicar los encantamientos aturdidores.

La sala se llenó enseguida de gritos intermitentes de ¡Impedimenta! Uno de los integrantes de cada pareja se quedaba paralizado un minuto, durante ese tiempo el compañero miraba alrededor para ver lo que hacían las otras parejas; luego recuperaban el movimiento y les tocaba practicar el embrujo. Alexis volvió a formar equipo con Neville y Millicent, ya que el grupo tenía un número impar de practicantes -sin contar a Potter. Era sorprendente lo que Neville había avanzado con palabras de aliento y un buen maestro. Tras diez minutos de practicar el embrujo obstaculizador, esparcieron los almohadones por el suelo y se dedicaron al encantamiento aturdidor. Como no había suficiente espacio para que todos practicaran a la vez, la mitad del grupo estuvo observando a la otra un rato y luego cambiaron.

Al cabo de una hora, Harry dijo que pararan.

—Lo están haciendo muy bien —comentó, sonriente—. Cuando volvamos de las vacaciones, empezaremos a hacer cosas más serias; quizás el encantamiento Patronus.

Hubo un murmullo de emoción y luego la sala empezó a quedarse vacía; los estudiantes se marchaban en grupos de dos y de tres, como de costumbre.

—¿Potter sabe hacer un patronus? —preguntó Millicent mientras bajaban las escaleras.

—Sí, Lupin le enseñó en tercero ¿recuerdas? Lo usó contra Malfoy y el equipo en ese partido en que fingieron ser dementores... Además puede conjurar un patronus corpóreo —contestó Lexy—, lo vi y es espectacular.

—Prometo que si Potter logra enseñarme a conjurar un patronus corpóreo ya no me burlaré de él ni de sus amigos.

—¿Estás segura de eso?

—Lo estoy, esa es magia avanzadísima y quiero aprenderla.

A la mañana siguiente despertaron con un nuevo rumor. Harry Potter había despertado en la noche diciendo que habían atacado a un Weasley y ahora no se encontraba ni él ni ninguno de los pelirrojos en el castillo. Eso volvió loca a Umbridge. Durante la hora del desayuno la vieron discutir en susurros con McGonagall y, además, miraba con muy poco cariño a Dumbledore.

La otra Granger *en Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora