robar el fuego

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Murphyy Clarke seguían encerrados en la habitación de Lexa. Clarke estaba en la ventana mirando las vistas de Polis y Murphy acostado en la cama, cuando un cuerno sonó.

- El cónclave está empezando.- murmuró Clarke.

- Genial,- dijo Murphy irónico.- un grupo de terrestres luchan a muerte para meterse un chip en el cerebro.

Clarke se acercó a la cama y se quedó observando la sangre negra que la manchaba.

Con lágrimas en los ojos, se giró hacia la puerta e intentó abrirla, pero seguia cerrada.

- Oye,- dijo Murphy acercándose a ella.- lo siento, sé que te importaba.

- Esto no tiene que ver conmigo.- se giró para mirarlo.- Tenemos que asegurarnos de que Aden gane.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y Titus entró.

- Estoy aquí para cumplir la promesa que le hice a Lexa.- dijo.- Poneos esto.

Titus les dio dos túnicas. Murphy se la puso, mientras que Clarke se la lanzó.

- Has matado a tu comandante, ¿Cómo es que sigues libre?

- Soy el guardián de la llama.- explicó.- Por favor, si os vais ahora os podréis mezclar con la muchedumbre que llega para el cónclave.

- Antes quiero ver a Aden.- exigió Clarke.

- Eso es imposible. Ya ha dado comienzo el ritual de purificación.

- ¿Donde es?

Sin decir nada más, Titus los llevó a la sala donde se celebraba el ritual

- Solo son niños.- murmuró Murphy cuando entraron a la sala.

Clarke se acercó a Aden.

- Siento molestarte.- dijo Clarke.

- ¿Quieres despedirte?- preguntó Aden mirando el cuerpo de la comandante.

- No.- negó.- He venido a verte.- hizo una pausa.- Me prometiste apoyar a mi pueblo.

- Si el espíritu de Heda me elige.

- ¿Lo mantienes?- preguntó Clarke con miedo.

- Lo haremos, todos.- dijo mirando a los demás.- Lexa nos hizo prometerlo.

En ese momento, la puerta se abrió y Roan y una terrestre de la nación del hielo entraron.

En cuando la chica vio a Clarke se abalanzó sobre ella, tirándola al suelo y la amenazó con un cuchillo.

- Guarda la daga, Ontari.- ordenó Roan.

- Tu madre murió por su culpa.

- Obedecerás a tu Rey.

Se levantó.

- No importa.- dijo.- Cuando se Heda y el Rey se incline ante mí, tu y hasta el último de los Skaikru morirá.

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Estaba sentada con mi espalda apoyada en la pared, mirando como Lincoln hablaba con cada uno de los terrestres, para ver si estaban bien.

Cuando acabó se acercó a mí.

- Eres un ejemplo.- dije.

El sonrió y se sentó junto a mí.

- No dejaré que te rindas.- dijo cogiendo mi mano y apretándola con fuerza.

- Ni yo que tu lo hagas.

newanaripa-bellamy blakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora