18.

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Cajas. Cajas. Cajas.

Eso era lo único que veía a mi alrededor. Cajas llenas de cosas que solo me hacían acordar a él.
Cajas llenas de sus cartas, llenas de recuerdos. Tomé una de las cartas, que curiosamente aún llevaba su olor. La puse contra mi pecho y cerré mis ojos. Tratando de evitar las lagrimas.

No estaba lista para leerla. Nunca iba a estarlo.

Puse la carta en la caja y seguí guardando cosas, no podía parar ahora.

—¿Todo bien? –preguntaba mi madre desde el umbral de la puerta.

—Todo bien –respondí sonriendo.

Luego de mi separación tuve que volver a la casa de mis padres, no tenia a donde ir.

—Se que estás mintiendo Char, pero sé que algún día lo dirás y será cierto.

—Algún día –mentí.

Mi madre se fue. Y yo ya no quería seguir ordenando, estaba aburrida. Así que pensé que sería una buena idea salir a caminar.

Tomé mi abrigo y mi boina, era bonita. A él le gustaba. Respire hondo y salí a la calle. El día estaba lindo para caminar aunque hacía un poco de frío para ser primavera. Decidí que iría a tomar un café a mi lugar favorito.

Al llegar el olor invadió mis fosas nasales, era delicioso. Había olor a café con una mezcla de vainilla. Pedí un café con crema, mi favorito.

Al salir tomé asiento en una de las mesas. Empecé a tomar mi café tranquilamente, disfrutando del paisaje.

—Hola –dijo una voz detrás de mi.

Cerré mis ojos. Quería que se formara un hoyo en la tierra y que me tragara.

No respondí.

Sin preguntar se sentó en mi mesa, tenía un café helado entre sus manos, noté que aún tenía nuestro anillo de casados.
Yo hacía mucho tiempo que no lo llevaba.

—No te estoy persiguiendo, esta también es mi cafetería favorita.

—Ya había terminado de todos modos –dije enseñándole mi taza vacía.

—Espera –dijo mientras me tomaba suavemente de la muñeca. Al ver mis manos notó que no llevaba mi anillo.

—No entiendo porque aún lo tienes, eso no significa nada –él puso sus manos sobre su rostro, siempre hacia eso cuando estaba frustrado.

—No se que hacer con mi vida –dijo con un hilo de voz. Iba a llorar.

—No entiendo.

—Desde que nos separamos, mi vida va en picada, estoy a punto de perder el trabajo, hasta comencé a fumar por los nervios –él odiaba el cigarrillo.

—Te recuerdo, tu provocaste todo esto –él se quedó callado.

Me paré de la mesa y ni siquiera lo miré, caminé con pasos decididos hacia mi casa. Pero al doblar la calle rompí en llanto. No era tan fuerte como pensaba. Nunca lo fui y nunca lo seria mientras se tratase de él.

➳Infiel [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora