29.

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4 años después.

El sol se colaba por las rendijas de mi ventana. Era una linda mañana. Así que abrí mis ojos lentamente tratando de adaptarme a tanta luz. Estaba de muy buen humor y no solo porque fuera mi cumpleaños.

—Feliz cumpleaños cariño –dijo acariciando mi brazo. Aún estábamos muy dormidos.

Sonreí. Y me di media vuelta.

—Gracias.

Él también sonrió.

—¿Como te sientes? –sonreí de nuevo. Parecía una tonta.

—Me siento muy feliz.

Me haces feliz.

Sonrió y estiró sus brazos. Me cubrió con ellos y reposé mi cabeza sobre su pecho. Podía oír sus latidos y su respiración. Cerré mis ojos con fuerza, no quería levantarme pero debía ir a trabajar.

Me separé de él y lo miré a los ojos. Él solo me sonrió y me dió unas palmaditas en el brazo para que me levantara.

De mala manera me levanté y me fui a bañar, cuando terminé, lo vi en la cocina preparándome panqueques, mis favoritos.
Sonreí, me hacía feliz saber que siempre recordaba cada detalle mío, por mas mínimo que fuera.

Aún faltaba para entrar al trabajo, así que deambulaba por la casa en bata y pantuflas esperando el desayuno.
De repente sonó el timbre, de inmediato pensé en mi madre, seguro había venido a saludarme por mi cumpleaños.

Abrí la puerta con una gran sonrisa que al minuto se esfumó.

—Hola –dijo con una sonrisa tímida.

—Hola –dije un tanto confundida.

—¿Es tu mamá? –gritó Daniel desde la cocina.

—No –respondí sin quitarle los ojos de encima —Es un viejo amigo que vino a saludarme.

Mi "viejo amigo" sonrió.

—¿Porque viniste? –pregunté un poco confundida, para no decir demasiado.

—Bueno, voy a mudarme bastante lejos.

No entendía a qué quería llegar.

—Pensé que no sería correcto llevarlo conmigo –dijo mientras extendía mi diario.

—Pensé que lo había perdido –lo agarré mientras sonreía. Ese diario me había acompañado por muchos años y obviamente en la mayor parte de las páginas hablaba de él y de nosotros.

—Siempre estuvo en casa.

—Me alegro de volver a verlo.

Él solo sonrió. A pesar de conocerlo, esto me era incómodo.

—Bueno, espero que a donde sea que vayas, tengas un buen viaje –dije extendiendo mi mano para saludarlo.

Él estrechó fuerte mi mano y sonrió. Se acercó rápidamente a mi cara y me dió un beso en la mejilla.

—No creas que lo olvidé, feliz cumpleaños –susurró en mi oído.

Y se fue.

Entré a la casa, aturdida y un poco desorientada.

Daniel me esperaba en la mesa con el desayuno ya servido.

—¿Estás bien? –preguntó preocupado.

—Si, claro –fingí —¿Como quedaron los panqueques ? –pregunté intentado cambiar de tema.

Por suerte Daniel no era de preguntar mucho, así que no tuve que volver a tocar el tema.

Al llegar en la noche de trabajar, Daniel estaba dormido, así que me puse el pijama y me acosté.

—Dejé el regalo de tu amigo sobre la mesa –dijo medio dormido.

Le di un beso en la mejilla y fui a la sala. Me senté en el sofá para no molestar a Daniel con la luz y me puse a leerlo.

Reviví mi vida con lujo de detalle, cada página era una experiencia que volvía a sentir.
Me daban ganas de reír a carcajadas, me daban ganas de llorar, tenía demasiados sentimientos encontrados.

Las primeras páginas hablaban de un amor casi perfecto, pero mientras más se acercaba el final de mi diario, también el final de esa relación.
Al leer las últimas páginas simplemente me daban de arrojar el diario para no tener que leer y a la vez revivir todo eso.

—¿Cómo pudiste aguantar tanto? –me pregunté susurrando.

Me alegraba al fin tener la vida que merecía.

Cuando estaba a punto de cerrarlo noté algo más, me resultó curioso ya que esa no era mi letra.

"Fuiste la mayor sensación de libertad y deseo que experimentó mi alma

Gracias y perdón.

—A"

Entonces, decidí escribir algo debajo de su mensaje.

"Te amé, te amé tanto que olvidé amarme a mi misma.
Fuiste mi estrella, lastimosamente solo fuiste una fugaz, espero que seas feliz.

Adiós amor.

—C"

Sonreí y cerré el diario.

Me quedé un minuto contemplando a la nada, luego apagué la luz y me fui a dormir.

Fin.

➳Infiel [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora