ocho

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—¿Ya nos dirás qué fue lo que te dijo, mujer? Responde o me tiro del auto —exigió Liam.

—Como repetí hace diez segundos, niño, me mostró unas placas y dijo que estaba bien. Si te pagaran por insistente, tendrías dinero para comprarte azúcar.

—No digas esas cosas a menos que me pagues. Me ilusiono rápido.

Allison aparcó el auto frente a nuestro edificio, aprovechando aquella desgracia para hacerme una visita express. Ya en mi piso, entramos en mi departamento y nos sentamos sobre el sofá. Liam se lanzó en medio, como el maldito colado que era y tomó el control remoto para poner una película. Era como si estuviese en su propia casa el bastardo.

—¿Qué dicen? ¿Harry Potter o Crepúsculo?

—Harry Potter —contestamos al unísono con obviedad.

—Bien, Crepúsculo entonces.

—La mirarás tú solo.

—Ustedes se lo pierden, pero déjenme decirles que no tienen cultura y desde hoy están muertas para mí por despreciarme a mi Taylor Lautner.

Increíble como aquel niño adicto era capaz de emanar tanta energía y hacerte sentir cierta responsabilidad sobre él. Debía cuidarlo, meterlo en una cajita y protegerlo. Era el deber mío y de Allison, como sus madres lesbianas.

No. No, no y no. Lydia, escúchate. Ese es el feto tratando de persuadirte para no abortarlo. No lo escuches, esa cosa ni sentimientos tiene.

De pronto, un leve escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba embarazada. Oh, dios santo, estaba embarazada, qué asco.

¿Por qué, señor? ¿De todas las humanas de sexo femenino que había en este mundo, tenía que tocarme a mí? ¿Acaso era un castigo por revolcarme con cada chico de relación estable que me atraía? ¿O era por los condones baratos de Stiles?

Oh, ese hijo de perra me las iba a pagar. Por tacaño ahora tendría que renunciar a todos sus sueños, abandonar a su mujer y criar a un hijo no deseado mientras la madre del bebé se iba de viaje con su doctor sugar daddy en un crucero de lujo.

Pensándolo así, la idea de no abortarlo era tentadora; pero lo lamento chiquitín, aún no terminé la carrera.

—¡Sí, ahora viene la parte, mira! ¡Que se la quite! Uf, ese sí es un hombre, no como el que tengo en casa —suspiró Allison, muy metida en la película y en modo fan enfermiza tomándose las manos con Liam por la tensión de la escena.

—Es tan sensual el hijo de perra... Yo no comprendo a Bella, teniendo un macho así, eligió a ese tipo que parece un huérfano victoriano desnutrido.

Allison asintió concordando con las sabias palabras del rubio, como si el comentario viniera del crítico cinematográfico más respetado de todos los tiempos.

—Tal vez es porque la tiene grande —agregué.

—Pero si es un flacucho, Lydia, por favor —me contradijo con obviedad.

—Exacto, los flacuchos la tienen grande.

Ambos quedaron pensativos.

—No lo sé, nunca estuve con un flacucho —dijo Allison.

—Yo tampoco —bufó Liam, encogiéndose de hombros—. Deberías ser más como Lydia, Allison, ya sabes, acordarte de analizar los penes de la gente.

—No los analizo, solo los siento —aclaré.

—Bueno, en ese caso, tu chucha los analiz... ¡Sh, ahí viene el chupasangre acosador! —todos hicimos silencio y contemplamos al hermoso espécimen que era Robert Pattinson.

Aún teniendo tres kilos de polvo en la cara podía hacerme suya. Vamos, quién no tenía acceso a eso, Lydia. Eres una maldita calentona.

En fin, la noche terminó tras el final de Luna Nueva, porque mis dos visitas se negaban a retirarse sin ver la segunda parte. Liam se fue primero, haciéndonos jurar que no terminaríamos de ver la saga sin él. Luego le siguió Allison, que recibió una llamada urgente de su novio quien al parecer no recordaba cómo funcionaba el mecanismo del lavarropas.

Esa se la perdonaría al humilde Scott, pero la próxima iría yo misma a acomodarle la mandíbula de una cachetada. Nadie trataría a mi amiga de solucionadora de problemas, no señor. Googléalo, perra.

Y luego de que mi departamento volviese a la paz y mi subidón de ira cesara, corrí a la cama para googlear sobre mi dulce aborto.

malia va a matarme | stydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora