Paranoica. Estaba malditamente paranoica con la idea de que todos sabían el secreto, y como solución consciente a ello, me tomé hasta el agua del florero. Claro que el progenitor de mi feto no me había visto en acción, pero me valía madres, de todas formas el parásito no tenía futuro.
En medio de mi borrachera nivel dios, divisé a Stiles hablando con Malia y ella, muy ilusionada, lo empujaba juguetonamente. Habiendo tantos hombres dignos de tener sexo salvaje con ella, escogió a su ex novio el infiel que usa condones baratos. Qué pena me daba, merecía saber la verdad.
Decidida, caminé en su dirección, practicando mentalmente cómo podría soltarle la noticia.
"Hey, Malia, ¿cómo estás? Tu novio me embarazó", brusco. "¡Malia, abre los ojos maldita perra estúpida, te engañó con otra, y esa otra soy yo!", muy de telenovela. "Qué onda, me cogí a tu novio", Lydia, no, simplemente no.
Y entonces me arrepentí y me di media vuelta rápidamente, chequeando que no hayan visto la secuencia. Salí al balcón de vuelta, sofocada no por la gente, sino por mi violento estado ebriedad.
Allí, sentada en el banquito del balcón, respiré un rato en silencio hasta que me percaté de que el tipo misterioso me observaba con el ceño fruncido.
—¿Qué? —solté con un poquito de agresividad.
—Estás sudando como un cerdo.
—Estoy muy borracha como para notarlo —balbuceé, dejando caer mi cabeza en la pared.
—De verdad deberías llamar a un doctor.
—Nada de doctores, mucho menos ahora, te agradezco —suspiré y cerré los ojos, quedándome dormida allí mismo.
Luego un príncipe vino a mi rescate, y con príncipe me refería a un treintañero con poco sentido de la moda pero buen físico. Su rostro me era conocido, y tras analizarlo, lo recordé. Era ese que una vez me había multado por estacionar el coche en el lugar de discapacitados y terminamos teniendo sexo en su patrulla.
Sí, a estas alturas no debería sorprenderles la cantidad de hombres que pasaron por mí, sino la calidad, porque esta señorita tenía unas bragas con estándares que no se bajarían por nadie indigno. Era como el sistema del martillo de Thor, solo que con resultados sexuales.
En fin, volviendo a la situación actual, el policía con el que tuve sexo salvaje alguna vez, me preguntó sobre mi estado y bueno, cosas de hombres caballerosos con intenciones escondidas. Respondí como pude, pues me estaba cortando el sueño, pero tampoco iba a enfadarme cuando era un papucho con el rostro tallado por los mismos ángeles.
Entonces, se ofreció a llevarme a casa, ya que iba a irse temprano. Acepté, sin verlo como un posible asesino serial que andaba a la caza de veinteañeras borrachas, y cuando me levanté, lo acompañé (o más bien fui conducida) a través de toda la sala en dirección a la puerta. El tipo saludó a un par de personas y salió conmigo prácticamente colgando de su hombro. Su fuerte y macizo hombro. Cállate perra fetichosa.
La cuestión era que al parecer, otro de los hombres que alguna vez fue digno de mis bragas, divisó toda la secuencia e imaginó que presenciaba un episodio de ID, y decidió actuar.
En el pasillo, yendo al ascensor, Stiles llamó al tipo que me sostenía e hizo que detuviera el paso.
—Eh, Stiles, ¿qué pasa? —preguntó amigablemente el amable treintañero.
—Lo siento, yo la llevaré a su casa hoy. Ni siquiera recuerda la dirección de su departamento, terminarán perdidos —se inventó el muy descarado hijo de perra.
—St. Williams 491, entre la calle 3 y 8, piso 7 —dije.
Stiles parecía a punto de agarrarme las mechas y hacerme volar por la ventana, pero se aguantó y continuó con su mentira, sin dejar de mirar a mi príncipe treinteañero adicto a las veinteañeras que incumplían la ley y estacionaban en el lugar para discapacitados.
—Escucha, viejo, está muy ebria. Ponte de mi parte, no te conozco hace tanto tiempo y ahora te veo yéndote con ella que apenas puede mantenerse de pie.
—Sí, tienes razón, lo siento. Iba a irme y como la ví dormida en una silla me ofrecí a llevarla.
—Está bien, le avisaré a Allison así la acuestan en su cama.
—No estoy para tríos ahora, Stiles. Debiste avisarme tres shots antes.
El castaño negó y fue su hombro del que colgaba ahora. Pobre Parrish, se fue sin su veinteañera ebria.
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malia va a matarme | stydia
FanfictionAcostarte con el novio de tu amiga no está bien, mucho menos cuando éste usa la peor marca de condones.