—Está bien, Lydia, no llores —suspiró Stiles sin saber como actuar.
Adivinen quién a último segundo se acobardó y decidió rogarle a la doctora que se detuviera porque iba a desmayarse y tras disculparse ocho veces, salió corriendo dramáticamente y arrastró al que sería el futuro padre de su feto hacia afuera, y acto seguido, se cruzó a los pro-vida en el camino quienes decidieron insultarla sin sentido y en estado de desesperación absoluta, le arrancó el cartel a una de las viejas y lo rompió todo para luego patearle las pelotas a su estúpido marido entrometido que no tenía derecho a opinar sobre la vida de una maldita mujer.
Sí, fui yo.
Y ahí estaba, de camino a casa por la carretera ya oscura en la jeep de Stiles, quien lucía aturdido y realmente preocupado por mi salud mental.
Por alguna razón no podía parar de llorar, era como si volviese a mi edad de oro, la bella adolescencia, en la cual era mi rutina diaria un llanto nocturno.
—Si es necesario buscaremos otra forma, no estés mal por eso —trató de tranquilizarme.
—Soy una cobarde —sollocé—. No era tan difícil, solo debía quedarme quieta y pensar en otra cosa. Ahora hasta que tenga el día libre para poder volver todo empeorará, ¡no quiero un bebé, pero tampoco quiero que me metan una aspiradora en la vagina! —más llanto—. ¡Es tan injusto que yo sea la que tiene que lidiar con esto cuando tú fuiste el que usó el condón más barato que encontró!
—¡Eran buenos y ultra finos hd sabor chocolate!
—¡Claro, porque tengo papilas gustativas ahí abajo!
—¡Ni siquiera sé cuantos huesos hay en el cuerpo humano y esperas que sepa sobre ahí abajo!
—No te lees libros de biología pero sí el kamasutra, degenerado.
—Son prioridades, Lydia —contestó dignamente con la mirada al frente.
La discusión finalizó allí y como ya estábamos bastante cerca de mi departamento, nos quedamos en silencio hasta la llegada. Estacionado en frente, me miró con seriedad.
—¿Qué harás?
—¿Con qué? —pregunté como si todo el escándalo de hace rato no hubiese ocurrido.
—Con tu perrito Manolo —dijo con tono sarcástico—. ¡El embarazo, Lydia!
—Ah, hablas de Cielo.
—¿Cielo?
—Sí, se llama Cielo porque para allá se va.
Stiles quiso reír pero luego negó como si hubiese hecho el chiste más negro y ofensivo del mundo.
—Podré llevarte cualquier día excepto los lunes, tengo jornada de día completo. Y si necesitas algo, lo que sea, háblame.
Su gentileza me repugnaba, no por el hecho de que se mostrase gentil, sino porque sabía la razón por la cual lo hacía. Siendo un tipo caballeroso me llevó a la cama (o más bien, yo lo llevé a él, pero ese tema prefería olvidarlo pues tuvo resultados fatales), y ahora de la misma forma, se cuidaba el pellejo para no terminar siendo padre de una criatura no deseada y ganando la reputación de adultero fornicador infiel hijo de perra.
Yo a esa reputación ya la había ganado hacía tiempo.
Entonces, luego de asegurarle de que si hubiese un problema lo llamaría, nos despedimos y me bajé del coche.
Mucha intensidad para un solo día.
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malia va a matarme | stydia
FanfictionAcostarte con el novio de tu amiga no está bien, mucho menos cuando éste usa la peor marca de condones.